Capítulo 2

565 42 1
                                    

Alfred

Me desperté temprano y de mala gana, ya que me quedé hasta tarde pensando en la opción de irme a Londres. No tengo nada aquí salvo a mis padres y ellos mismos me han dado vía libre para marcharme pero cada vez que razonó la idea siento un nudo en la garganta.

Fui hacia la cocina y me preparé el desayuno, de repente escuché como entraba correo a mi piso. Me dirigí a la puerta para saber su contenido, todo era normal hasta que casi escupo el café al ver el contenido de una de carta. Orden de desahucio. Tan solo tres grandes y rojas palabras hicieron que me empezará a replantear mi negatividad sobre Londres.

Estuve buscando trabajo en Barcelona además de distintas opciones de evitar mi desahucio, no paraba ni para comer. Llegaron las dos de la madrugada junto con varios chupitos que hicieron que marcará ese número. Un, dos, tres pitidos; tres segundos de desesperación hasta que descolgó.

LLAMADA

-Hola tío. ¿Cómo estás?

-¡Hombre Alfred, que alegría escuchar tu voz! Yo estoy muy bien pero tú, ¿qué tal estás?

-Estoy bien, gracias por preguntar sin embargo el motivo de mi llamada es por algo más.

-Cuéntame.

-¿Sigue en pie lo de irme a trabajar en tu bar de Londres?

-Claro, ¿es qué vas a aceptar mi propuesta?

-La verdad es que si, así que esperó que no te importe acogerme en tu casa hasta que encuentre un sitio donde vivir.

-¡Claro que no me importa! Además me llamas en buen momento porque me hacía falta un camarero aquí y no es plan de que ponga a mi cantante estrella a servir copas, que por cierto es buenísima y me gustaría que la escuchases.

-¡Por supuesto! Estoy allí dentro de tres días y claro que me encantaría conocerla.

-¡Perfecto! Cuando estés aquí ya hablaremos del sueldo y del horario de la jornada. ¡Adiós Alfred y gracias!

-¡Adiós y gracias a ti por el trabajo!

FIN DE LA LLAMADA

Me sentí entusiasmado por la idea así que me dirigí a casa de mis padres para contárselo, aunque fuera demasiado tarde. Mientras iba pensaba que el desahucio había sido un empujón para tomar un decisión, también pensé en que eso era lo que habría querido Ana. Otra vez el nudo de la garganta y el sentimiento de culpabilidad, no me dio tiempo a pensar en nada más porque ante mí apareció mi madre preguntándome que tal estaba y si me encontraba bien ya que era raro verme entrada la madrugada. Todo mi discurso se esfumó y me quedé en blanco.

-Me desahucian, me mudo a Londres (solté rápidamente)





Volver a empezar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora