Una noche como amantes

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Luego de un rato, Kakuzu por fin había encontrado un lugar donde pasar la noche, por suerte para ellos la dueña del lugar era una señora mayor, que al verlos solo sonrió para después entregarles las llaves de su habitación. 

Con cuidado el tesorero colocó a Hidan sobre la cama, y vio como este se agarraba la cabeza con una mano y con la otra se tapaba los ojos. 

-Kakuzuuuuuuu, me siento mareado- dijo el religioso con mucho pesar. 

-Te tomaste casi tres botellas de sake tú solo, ¿como esperabas sentirte?, Idiota- señaló el moreno mientras alzaba una ceja.

-Eso no fue mi culpa- dijo Hidan a modo de berrinche. 

-Si, si, todo es mi culpa, ya duérmete- Kakuzu se acercó al inmortal para acariciarle la cabeza. 

El jashinista cerró los ojos para poder disfrutar mejor esa tierna caricia. No sabía si era por el alcohol o por el olor de Kakuzu, pero comenzaba a sentirse bien. 

-Te traeré un poco de agua- dijo el castaño apartándose de Hidan, pero antes que pudiera dar un paso hacia la puerta, el chico de los rituales lo tomó de su manga. 

-Por favor, quédate a mi lado- habló el menor casi en tono de súplica. 

Kakuzu miró en silencio a su compañero, que en ese momento era un completo desastre, con su cara roja, cabello alborotado, la capa abierta y su respiración agitada. 

"Maldición" pensó el tacaño tomando  silla de la habitación para poder colocarla al lado de la cama donde Hidan reposaba. 

-No me iré a ningún lado, así que descansa- dijo el más alto sentándose en el mueble de madera. 

Hidan sonrió y poco a poco comenzó a incorporarse sorprendiendo al tesorero. 

-Kakuzu, ¿crees que podemos continuar?- preguntó el menor algo avergonzado. 

-¿De qué hablas?- 

-Sobre lo que hacíamos en el bosque- contestó el fanático enrojeciendo aún más. 

El moreno desvió la mirada abrumado por tantas emociones, no quería admitirlo, pero él también deseaba continuar. 

-¿Kakuzu?- Al inmortal lo ponía nervioso ese silencio. 

Pasaron unos cuantos segundos y Hidan al ver las señales que le mandaba el mayor decidió volver a su lugar, aunque no le fue posible, ya que Kakuzu lo había sujetado del rostro haciendo que sus ojos se encontraran. 

El creyente podía sentir como se quedaba sin aliento al ver esos intensos ojos verdes lo devoraban. 

-Me gustas Hidan- soltó el moreno antes de acercar sus labios y juntarlos con los del chico masoquista. 

El religioso recibió gustoso aquella muestra de afecto, cerró los ojos dejándose guiar por la experiencia del más alto. 

Kakuzu colocó sus brazos alrededor de la espalda de Hidan, con calma lo fue empujando a la cama hasta quedar encima de él.

El creyente al sentir eso, se aferró del cuello de su amante para profundizar más el beso, ahora ambas lenguas chocaban, en una lucha para ver quién llevaría el control, sus respiraciones sus cuerpos empezaban a calentarse, ambos querían más.

¿Acaso estaba bien seguir?, ¿iban demasiado rápido?, la verdad es que no, hace años ambos sabían lo mucho que se atraían, pero la vergüenza y el miedo a no ser correspondidos, era demasiado para soportarlo y dar el siguiente paso. 

Ahora aquellos amantes no podían sentirse más felices, estaban juntos, sabían los sentimientos del otro, esa noche dejarían todo a un lado para disfrutar del momento.  

Kakuzu cortó el beso para observar a su pareja, aún se debatía si debía seguir disfrutando de todas aquellas sensaciones que le proporcionaba el jashinista. 

El religioso al ver la cara de preocupación de kakuzu, decidió hablar. 

-Kakuzu, está bien, sigue- y eso fue todo, era lo que el moreno necesitaba escuchar. 

Empezó a besar el cuello de Hidan para luego morderlo, dejando a su paso unas enormes marcas rojas, pero no eran dolorosas para el menor, sino placenteras, bajo haciendo un camino de besos hasta llegar a su pecho,quería hacerlo suyo, pero antes de eso, necesitaba decirle al menor de forma directa lo mucho que lo amaba y que nada de esto era un tonto juego. 

-Hidan, yo- pero el castaño no pudo completar la oración pues escucho un pequeño ronquido y vio que su hermoso novio se había quedado dormido.

Kakuzu soltó un gran suspiro, para luego quitarse de encima y tapar al chico de los rituales. 

"Es increíble que te hayas quedado dormido idiota" pensó Kakuzu algo divertido.

El avaro se subió a la cama, para quedar al lado de Hidan y así poder abrazarlo. 

"Bueno, esta es nuestra primera noche como amantes" fue lo último que paso por su mente antes de quedarse dormido. 
















Aquí les traigo el capítulo nwn❤✨❤✨❤✨❤✨❤✨❤ esperó les guste.

Kakuhidan "la inmortalidad también es una maldición" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora