Ven conmigo

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La batalla contra la bestia de dos colas no fue tan complicada como ellos esperaban. De un momento a otro, Hidan ya tenía a la jinchuriki bajo su maldición, lo que hizo fue se rindiera. 

Ahora los inmortales discutían sobre su siguiente objetivo, que era ir directo al país del fuego, aunque esa idea no terminaba de convencer al menor. 

Kakuzu enfocó su vista en el enorme mapa que marcaba los sitios donde antes había encontrado grandes recompensas, en serio quería ir por más, pero de nuevo la imagen que tanto temía regresó a su cabeza, provocando que un quejido saliera de su boca alertando al jashinista. 

Hidan quiso hablarle, pero de nuevo fueron interrumpidos por la presencia de un ser muy particular. 

-¿Zetsu?- soltó el creyente viendo como aquella planta salía del suelo. 

-Veo que ya terminaron su trabajo- dijo Kuro notando como la chica de larga cabellera rubia se esforzaba por respirar. 

-Si- contestó el moreno guardando sus cosas. 

-En ese caso nos llevaremos al Niibi, se nota que Hidan no ha terminado de rezarle a ese patético Dios y si lo esperamos se nos hará tarde-  señaló Shiro provocando la ira del jashinista. 

-¿¡POR QUÉ SOLO ME MOLESTAS A MÍ!?, ¡ESTÚPIDO PAGANO DE MIERDA!- gritó Hidan girándose por completo para no verle la cara a la planta de dos colores. 

Zetsu se rió un poco para luego acercarse a su objetivo. 

Kakuzu frunció levemente el ceño y sin aviso, se levantó de su lugar para detener al espía. 

-Apártate, nosotros llevaremos a la chica- dijo el avaro mientras le lanzaba a Zetsu una mirada amenazante. 

-Como quieran, solo no se demoren- contestó Shiro sin comprender el repentino cambio de humor por parte del tacaño. 

El espía se retiró dejando a solas al dúo zombie. 

Hidan extrañado por los nuevos planes, se puso de pie para colocarse en frente de su pareja. 

-Anciano, ¿qué es lo que sucede?, ¿no se supone que iríamos al país del fuego?- 

Kakuzu estiró su brazo para poder bajar a la mujer de larga cabellera rubia. 

-Sellar al Niibi es nuestra máxima prioridad- explicó el moreno colocando a Yugito sobre su hombro. 

El religioso se quedó un momento analizando las cosas, no era normal lo que estaba pasando, pero conociendo a su novio este no le daría respuestas de inmediato, así que solo se apresuró para quedar nuevamente a su lado. 

************

Los miembros de Akatsuki tardaron tres en sellar a la bestia de dos colas, si no fuera porque Tobi tomó el lugar de Sasori, se hubieran demorado una eternidad, o eso era lo que Hidan opinaba. 

Pero cuando terminaron ese trabajo, Kakuzu le dijo a Hidan que sus compañeros se encargarían de los siguientes Jinchurikis, por lo que estarían en la guarida un tiempo.  

Aunque eso solo aplico para el pobre jashinista, ya que el moreno se salía del lugar sin darle algún tipo explicación.

El religioso fue directo con Konan para contarle el asunto de su compañero, pero la chica del origami no le dio mucha importancia, no era la primera vez que Kakuzu se escapaba para hacer tratos, la mayoría relacionados con el mercado negro, así que imagino que por eso no se llevaba al menor.  

Luego de unos días, Hidan se dio por vencido, ahora solo se la pasaba sobre su cama, esperando alguna señal de su amado. 

"Maldición, ¿pero qué carajos estará haciendo ese pagano hijo de puta?" pensó el fanático sintiendo que muy pronto se quedaría dormido. 

Cerró los ojos dispuesto a descansar, pero de golpe la puerta se abrió, haciendo que el menor se incorporará. 

En el marco de la puerta se encontraba recargado cierto avaro, sus prendas tenían varios cortes, no traía puesto su capucha y tampoco su máscara. 

-¿¡PERO QUÉ DEMONIOS TE PASÓ!?- de inmediato el chico de los rituales se acercó a su pareja para inspeccionarlo. A simple vista no parecía tener la gran cosa, solo moretones y una que otra herida.  

Hidan tomó de uno de los muebles un pedazo de tela y con ella limpió el rostro del avaro. 

Pero Kakuzu no decía nada, cosa que empezó a incomodar al creyente. 

-Oye, di algo, comienzas a asustarme- 

Con calma, el mayor abrazo a Hidan, apoyando su frente cerca de su cuello. 

El menor se estremeció al sentir esa cálida respiración. 

-¿Kakuzu?- 

-Hidan, dejaré Akatsuki y quiero que vengas conmigo- 













Quedan 8 capítulos para el final
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Kakuhidan "la inmortalidad también es una maldición" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora