Te amo

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Hidan que seguía en aquella posición, se inclinó para poder alcanzar los labios de su novio y este como respuesta rodeo la espalda del fanático. 

Los amantes no podían sentirse más plenos, ahí en esa amplia habitación se dejarían guiar únicamente por su amor. 

El castaño abrió un poco los ojos para poder contemplar el hermoso rostro del religioso. Todo parecía tan irreal, aún no podía creer que era libre, libre para ser el mismo, libre para querer sin prejuicios. 

Kakuzu se separó del creyente dedicándole una pequeña sonrisa. 

-Hidan, te amo- dijo el castaño tratando de entregarse a su amado en cuerpo y alma. 

Esas palabras provocaron muchas emociones en el fanático, cuando pensaba que su pareja no podía sorprenderlo más, le suelta una declaración fuerte y directa. 

-Anciano, yo también te amo- Hidan no quería quedarse atrás. 

Con sus sentimientos expuestos, ambos ya estaban listos para continuar con su cariño. 

El tacaño se incorporó para empujar con cuidado a Hidan sobre la cama y así quedar encima de él. 

Esa acción tensó al chico de los rituales, que ya sabía lo que le iba a pasar. 

-Tranquilo, te prometo que seré gentil- dijo Kakuzu de forma burlona al ver el terror en la cara de su amante. 

-Ma-Mas te vale idiota- tartamudeo Hidan. 

El moreno al ver que ya estaba más tranquilo decidió juntar sus labios con los del creyente. Al pasar los segundos fueron subiendo el ritmo y la intensidad de sus caricias. 

Los amantes se tocaban de forma desesperada, aquellas manos recorrían cada extremo, como si quisieran descubrir los mejores puntos del otro. 

Kakuzu cortó el beso para recorrer con su boca el pálido cuello de Hidan. En el camino dejó unas pequeñas marcas, logrando estremecer los sentidos del menor.   

-Ahhh- gemía en voz baja el jashinista, no estaba acostumbrado a esas nuevas sensaciones. 

-Hidan por favor no contengas tu voz, quiero escucharte, necesito saber si se siente bien- dijo Kakuzu comenzando a acariciar la parte baja del religioso. 

-¡Ahhh!, ¡Ka-kakuzu e-eso se siente raro!- el jashinista se retorcía mientras cerraba los ojos avergonzado. 

Esa imagen fue un deleite para Kakuzu, que casi de golpe se posicionó al lado de su oreja. 

-Solo mirate Hidan, te gustan tanto que comienzas a enloquecer- Tras decirle eso, el moreno metió su mano dentro de la ropa interior del menor. 

-¡Ahhhhhh!- el chico de los rituales soltó un fuerte gemido al sentir como era acariciado de forma brusca. 

Kakuzu apretó los dientes tratando de controlarse, pero el calor de su entrepierna era demasiado insoportable. 

-Hidan, por favor, tócame- suplicó el mayor, retirando con su mano libre las pocas prendas del menor y así juntar sus miembros. 

Ambos ninjas se masturbaban soltando uno que otro suspiro, pero aun en medio de ese placer, sus cuerpos pedían más. 

Kakuzu estiró la mano hasta llegar a la boca del creyente, que sin decirle nada entendió lo que el moreno pedía. 

Con algo de torpeza el jashinista comenzó a lamer y succionar dedos del mayor. 

Cuando Kakuzu sintió que ya era suficiente, llevó aquellas extremidades hasta la entrada de Hidan. 

-No te preocupes, lo haré con cuidado- el castaño estaba consciente de que el dolor era algo a lo que su pareja estaba acostumbrado, pero aún así no quería ser un tosco y causarle algún daño. 

-¡Ahhhhhhh!- gritó Hidan al sentir que rozaban su interior. 

Luego de unos minutos cuando vio que su amante se había acostumbrado, decidió meter un segundo dedo. 

-¡N-No, Ka-Kakuzu para!, ¡No puedo!- Esa mezcla de dolor y placer nublaba los pensamientos del religioso. 

"Parece que ya está listo" pensó Kakuzu notando como Hidan movía sus caderas. 

Sin aviso, el moreno retiró sus dedos ganándose un quejido por parte del menor. 

-¿Por-por que los sacas?-pregunto el fanático. 

Pero Kakuzu no dijo nada, solo se acomodó entre las piernas del creyente. 

Hidan puso sus manos sobre los hombros del mayor y este se dio cuenta de que temblaba. 

-Confía en mí, todo saldrá bien- dijo el moreno depositando un beso la frente del más bajo. 

Poco a poco Kakuzu empezó a mover sus caderas para empujar su miembro en el interior de Hidan. 

-Du-Duele- soltó el creyente. 

-Sólo un poco más- Kakuzu dio una estocada entrando por completo en el religioso. 

Unas pequeñas lágrimas se escaparon de los ojos del jashinista, en ese momento no solo la sensación de desgarre era abrumadora, si no también el hecho de que se había unido con su pareja. 

El mayor abrazo a su pareja esperando a que se acostumbrara, luego de un rato Hidan movió un poco sus caderas, dándole la señal al mayor de que ya podía moverse.

La habitación ya estaba llena de gemidos por parte de los inmortales. 

-¡Kakuzu, no más, me vengo!- Hidan ya se encontraba en su límite.  

-Yo, yo también- dijo el moreno aferrándose de las sábanas.  

Tras unas cuantas embestidas, los amantes se corrieron, Hidan manchó parte del abdomen del Kakuzu, mientras que este terminó empapando el interior de su novio. 

Con calma, el castaño salió del jashinista para recostarse al lado, recuperando un poco de aire. 

Quiso cerrar los ojos, pero sintió que Hidan se subía encima de él, apoyando la cabeza sobre su pecho.  

-Kakuzu, te amo mucho-dijo el jashinista para luego quedarse profundamente dormido. 

El mayor sonrió, para luego cubrir a ambos con las mantas. 

-Hidan, pasemos juntos el resto de la eternidad- 










Solo queda un capítulo para el final
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Kakuhidan "la inmortalidad también es una maldición" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora