CAPÍTULO 25: Impensado.

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No tardo en alcanzar a sus compañeros, quienes se dirigían hacia la sala donde todos los demás alumnos ya esperaban a la llegada del profesor

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No tardo en alcanzar a sus compañeros, quienes se dirigían hacia la sala donde todos los demás alumnos ya esperaban a la llegada del profesor. Se detuvo inmediatamente en la entrada para ojear disimuladamente el lugar donde el profesor se suele acomodar, resoplo con alivio al ver que este no estaba aunque eso iba a ser temporal. Entró lentamente en la sala y sintió como la luz del sol que penetraba la ventana le atravesaba los poros de la piel. La luz que deslumbraba le obligó a abrir los ojos con esfuerzo para poder dirigirse hacia uno de los costados de la sala y así esconderse detrás de sus compañeros, a quienes esquivaba con cada paso hasta llegar a su objetivo, la columna. Se sentó rápidamente y se apoyó lo más posible en la columna logrando ocultarse entre sus compañeros. Miró hacia atrás percatándose de que todavía no habían llegado las chicas. La columna en la que estaba apoyado separaba la línea entre donde se sentaban los chicos y las chicas, volvió a mirar hacia delante y vio que todos sus compañeros vestían con sus atuendos y ojeaban sus libros silenciosamente, lo que le obligo a mirar su ropa. Alzo el brazo y se percató de que su sobaco desprendía un olor no muy agradable para el olfato de cualquier ser vivo. Noto su cuerpo pegajoso y además llevaba la misma ropa por casi dos días, algo que le empezó a preocupar. Uno de los porteros se asomó por la puerta y reviso la sala hasta dar con Ibrahim a quien señalo con el dedo.

-Oye, ven.

El muchacho disimulo mirando su costado y se levantó paulatinamente. Mientras se dirigía hacia el hombre notaba como su cuerpo le ardía, el sudor empezó a asomarse por los poros de su piel y el corazón empezó a latirle con violencia, estaba tan nervioso que en ese momento no sabía exactamente de dónde provenía tanto bochorno. El portero se dio la vuelta y avanzo unos metros para luego entrar bruscamente por una puerta que estaba a su izquierda. Ibrahim dudo por un momento, no podía parar de pensar en los motivos del porque él y no otro, se detuvo momentáneamente pero volvió a reaccionar dando unos cuantos pasos y se quedó quieto en la puerta observando al hombre que parecía estar buscando algo. Este se dio la vuelta y su expresión se tornó agresiva al ver que el muchacho no entraba.

-¿Qué haces parado en la puerta? Entra.

Entro con dudas en esa pequeña habitación en el que destacaban dos camas llenas de ropa, y al lado un pequeño armario con los cajones abiertos. Enfrente del hombre había una ventana cerrada del cual escapaba un rayo de luz que señalaba directamente al suelo manchado por restos de vela que se encontraban agarrados en el azulejo, le pareció injusto que en la habitación de los chicos las ventanas solo estuvieran protegidas por rejas que eran fácilmente atravesadas por la brisa del frio y que sus colchones estuvieran en el suelo, donde sin esfuerzo cualquier bicho podría alcanzarlos. Cerró la puerta y se quedó mirando al hombre quien se detuvo de golpe y le miró fijamente.

-¿No tienes ropa? –Preguntó.

Ibrahim negó inmediatamente con la cabeza.

-¿Tampoco tienes el Corán verdad?

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⏰ Última actualización: Feb 11, 2019 ⏰

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