CAPÍTULO 13

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En el otro extremo del mundo, a miles de kilómetros de distancia de Gambia, la ausencia de Ibra había dejado un vacío en algunos y un cierto alivio en otros vecinos de su barrio

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En el otro extremo del mundo, a miles de kilómetros de distancia de Gambia, la ausencia de Ibra había dejado un vacío en algunos y un cierto alivio en otros vecinos de su barrio. Para algunos, la partida del joven problemático prometía un ambiente más tranquilo y apacible, liberándolos de las tensiones asociadas a su presencia. Los rumores de un presunto asalto a una mujer ajena habían empañado la reputación de Ibra, especialmente entre aquellos que lo conocían y a sus familias. Cuatro días habían pasado desde la partida de Ibra, dejando a dos familias sumidas en una tensión constante y a vecinos que, aunque se conocían desde hace años, ahora apenas podían intercambiar miradas al cruzarse por las calles. Las emociones se entretejían en el tejido emocional de la comunidad, desde la traición y el rencor hasta el amor y la nostalgia, cada miembro de la familia enfrentaba internamente sus propios pensamientos y emociones más personales.

Bajo el abrasador sol de verano, los "tres magníficos" estaban a punto de reunirse una vez más para disfrutar de otro emocionante partido en los torneos de Salt. Esta vez, el enfrentamiento sería entre el Mataró y el Olot, equipos que compartían una rivalidad bien arraigada. Sin embargo, antes de sumergirse en la bulliciosa atmósfera de las calles de Salt, decidieron hacer una parada en casa de Ibra. La ausencia de conexión de su amigo había suscitado ciertas preocupaciones entre ellos. Además, querían aprovechar la oportunidad para saludar a su familia. Así que, se dirigieron hacia la casa de Ibra con la esperanza de obtener noticias sobre su paradero y, al mismo tiempo, compartir un momento de cercanía con sus seres queridos.

Carlos descendió velozmente por las escaleras de su edificio y, al llegar a la puerta, se encontró con Mamadu y Omar, quienes ya lo aguardaban con una paciencia admirable. Su atención fue inmediatamente captada por el peculiar estilo de vestimenta de Omar. Una risa traviesa escapó de los labios de Carlos al contemplar la audaz elección de su amigo: una camisa blanca larga que cubría por completo los pantalones cortos que llevaba debajo, combinada con unos calcetines y unas chanclas rojas que, según Omar, eran la máxima expresión de la comodidad en su hogar.

- ¿Pero qué coño es este estilo, Omar? -Exclamó Carlos entre risas, provocando que un grupo de niños cercanos se volviera para mirar con curiosidad.

- Yo le he preguntado lo mismo, tío. Es que si va así, no iré a Salt -Añadió Mamadu, mientras observaba con incredulidad las chanclas de Omar.

- ¡Escuchadme, Jae! Si no os gusta, no miréis, ¡tabundimak! -Contestó, volteándose mientras observaba cómo los niños jugaban al fútbol en la plaza.

- Tampoco te ralles, es que sinceramente te ves fatal -Dijo Mamadu, dándole un golpe en el hombro que su amigo rechazó rápidamente.

- Vamos tirando, que si no llegamos tarde -Irrumpió Carlos mientras comenzaba a caminar, dejándolos atrás.

- Pues si, en una hora y media jugaran Mataró contra Olot.

- Tu no vas para eso Mamadu, ¿No habías quedado con tu ex? -Preguntó Omar de manera burlón.

DOS PAÍSES Y UN AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora