CAPÍTULO 14

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Al margen de todos los sucesos que acontecían tanto en España como en Gambia, en la tierra donde raramente se asomaba el sol y a la que la mayoría de los jóvenes afrodescendientes emigraban en busca de oportunidades, conocida como Inglaterra, resi...

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Al margen de todos los sucesos que acontecían tanto en España como en Gambia, en la tierra donde raramente se asomaba el sol y a la que la mayoría de los jóvenes afrodescendientes emigraban en busca de oportunidades, conocida como Inglaterra, residía Suleyman. Era el único hijo que Suaibo tuvo con su anterior esposa, quien lo abandonó debido a su desacuerdo con el matrimonio con su actual cónyuge.

El joven optó por dejar su país dos años atrás en búsqueda de mejores oportunidades en la tierra de la lluvia. Consciente de la peculiaridad del clima y del estilo de vida británico, las palabras motivadoras y contundentes de su tío lo persuadieron para aspirar a un futuro prometedor. Impulsado por un espíritu aventurero, dio el salto hacia un país donde inicialmente luchó por adaptarse. El clima cambiante, las interacciones sociales, la diversidad cultural y especialmente el idioma, mucho más fluido que lo que había estudiado previamente, supusieron desafíos significativos. Decidió matricularse en el South & City College de Birmingham, la segunda ciudad más grande de Inglaterra, donde finalmente logró integrarse en una sociedad tan diversa como la inglesa.


Encontró empleo, entabló relaciones sociales y se unió a un club de fútbol local; sin embargo, ninguna de estas experiencias lograba equipararse con la cálida luz del sol en España, ni con la sensación de libertad y familiaridad que tanto añoraba. Cada día, durante dos años, su mente no dejaba de regresar a su querido país natal, lo que lo llevaba a mantener un contacto constante con sus amigos y familiares para mitigar la sensación de distancia. A pesar de sus esfuerzos, nunca pudo colmar el vacío emocional que sentía lejos de sus seres queridos y de su tierra natal. Durante este tiempo, también llegó a percibir la superficialidad de algunas amistades y se enfrentó a situaciones que antes no había notado, pero optó por seguir adelante y continuar con su vida como si nada hubiera cambiado.

Un día, antes de uno de sus partidos, un conocido le informó que en su lugar de trabajo estaban buscando contratar personal. Sin titubear, compartió esta información con su tío, quien lo alentó a aprovechar la oportunidad de regresar. Semanas después de la partida de Ibra hacia Gambia, Suleyman reservó discretamente su billete de regreso, sin informar a su padre, decidido a sorprender a todos con su vuelta.


Arrastraba su maleta con firmeza y cierto nerviosismo en el aeropuerto del Prat de Barcelona, como si estuviera poseído por una especie de demonio. La emoción había estado palpable en su cuerpo durante días; había dormido poco la noche anterior, su mente bullía con expectativas sobre su regreso y cómo sería recibido. Tuvo tiempo de despedirse de sus amigos en Inglaterra, quienes le desearon toda la suerte y expresaron la esperanza de volver a encontrarse algún día. Aunque le entristeció dejar esas amistades atrás, las ansias de volver a casa pudieron con su melancolía. Se detuvo en la entrada del aeropuerto, observando el panorama mientras se protegía del intenso sol del mediodía, que lo obligaba a cubrirse el rostro con la mano. Divisó a lo lejos a su amigo Hagi levantando el brazo cerca de su coche. Sin pensarlo dos veces, cruzó la carretera olvidándose momentáneamente de que en España se conducía por la derecha, lo que provocó que un automóvil se detuviera bruscamente y le pitara con gesto de sorpresa. Suleyman se disculpó rápidamente con el conductor mientras su amigo Hagi se reía a carcajadas.

DOS PAÍSES Y UN AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora