CAPÍTULO 9

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Aliyah salió rápidamente de su cuarto mientras se tapaba la boca y se dirigía hacia al cuarto de baño, se colocó en frente del váter y empezó a vomitar, su rostro mostraba falta de sueño y el cansancio mental que no la dejaba reposar plácidamente

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Aliyah salió rápidamente de su cuarto mientras se tapaba la boca y se dirigía hacia al cuarto de baño, se colocó en frente del váter y empezó a vomitar, su rostro mostraba falta de sueño y el cansancio mental que no la dejaba reposar plácidamente. Se dirigió hacia el espejo y observo su rostro de primera hora de la mañana. Encendió el grifo y arrojo un poco de agua en la palma de su mano que termino acariciando su rostro de manera circular, se detuvo y se siguió contemplando pensativa. Rodeada de un silencio abrumador, un silencio que en realidad la llevaba siguiendo casi toda la vida. En su mente empezó a resonar una voz que no paraba de repetirle,  -"Eres la copia de tu madre" y poco a poco empezó a ver en su reflejo el rostro de su madre con la sonrisa alegre que la caracterizaba, se paralizo observándose y empezó a recordar.


Cuentan que cuando ella nació, ni siquiera lloro. Y eso ocurrió diez-y-ocho años atrás en Gambisara, una de las ciudades más importantes de Gambia que estaba dividida en dos partes, Debejase que es donde convivía la gente más humilde y luego estaba Debekurumba que es donde se hallaba la gente más viajera, allí es donde creció ella.


Los primeros años de su vida los recordaba con mucho cariño, recordaba el despertar por la mañana y oír recitar a su padre el Corán. Como su suave voz pronunciaba cada frase que exponía, y por eso fue considerado el mejor alumno en sus tiempos. Recordaba como su madre cantaba mientras barría y la invitaba a ayudarla. Recordaba esas pequeñas discusiones entre ambos que luego terminaban en disculpas y en un gran abrazo. Recordaba esos pequeños fragmentos que un día terminaron por romperse, cuando por causas extrañas su padre se puso enfermo. Se empezó a rumorear en Sillah Kunda, que es la casa donde convivían todos los familiares, que su mujer le había hecho algo. Ese rumor se escampo por todo el pueblo y la tacharon de bruja.


Su madre dejó de salir desde entonces, se quedaba todo el día con su marido que a la vez le pedía que fuera a hacer cosas con la pequeña Aliyah que necesitaba experimentar, pero la madre estaba tan afectada que no se daba cuenta de lo que ocurría a su alrededor. Tenía una lucha interna y un miedo enorme a pensar que le podría perder. Cada día la pequeña niña tenía que oír esos insultos que provenían de los hermanos de su padre, que tachaban a su madre de bruja, y cada noche oía los llantos de ella, cada noche. Transcurrieron las semanas y su madre falleció por un paro cardíaco, provocado por toda esa tensión y esos nervios. La pequeña nunca olvidara el rostro de llanto de su padre mientras repetía a cada momento -"Mariam"- y abrazaba a la pequeña niña, observando a esa multitud de gente ahí presente.


Diez días después su padre falleció. Su enfermedad empeoro y ya no se podía hacer nada. El silencio absoluto había llamado a la puerta de la pequeña Aliyah. La hermana de su padre llamada Bintu, pidió a hacerse cargo de su sobrina, consiguiendo la aprobación de otros familiares. Su tía Bintu, vivía en el mismo pueblo pero en otra casa cercana a Sillah Kunda, la pequeña rápidamente noto como sus tíos y sus primos siempre la excluían de cualquier conversación. Empezó a sentir esa falta de calor paternal y maternal, mientras crecía menos hablaba, y más sumisa se mostraba ante sus familiares, que la trataban como a una criada. Comenzó a preguntarse con el paso de los años porque se comportaban así con ella si eran familia, porque no puede ser tratada como sus primos. Una lucha interna se manifestó en ella, pero todo eso cambio cuando sus tíos accedieron a inscribirla en el colegio de árabe de Konteh Kunda, el más famoso de Gambia. Ese colegio había forjado a los mejores maestros del Corán que habían en Gambia. Su padre estudio en ese mismo colegio y su abuelo también, de quien se rumorea que fue el único hombre capaz de plantarle cara a un joven dictador llamado Yaya Jammeh y decirle lo que pensaba sin temor, aunque poco después murió.


DOS PAÍSES Y UN AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora