Sam
Si señores, es Ryan.
No se equivocaron, pues a la vida no se le había ocurrido traer otra persona para fastidiar mi día.
Era cosa mía, o ¿estaba mucho más guapo?
Concéntrate Sam, recoge las malditas hojas.
Desconecte la mirada de sus ojos, pues llevábamos minutos sin desviar la mirada. No dije nada, solo me agaché y empecé a coger todo mi desordenado trabajo. Al instante vi como Ryan también se agachaba y por primera vez tuvo la decencia de ayudarme.
Mi mirada se dirigió a sus brazos, que se contraían y marcaban sus músculos al coger caga hoja del suelo, su torso que se veía tan bien definido. Ese maldito cabello que se veía tan suave al tacto.
SAMMM!! Deja de mirarlo como una psicópata, me regañe a mí misma de lo ridícula que estaba siendo.
-Esta vez, de verdad lo siento, esto parece importante. No era mi intención – empezó a hablar Ryan, activando el latido de mi corazón al escuchar su voz. Odiaba las reacciones que tomaba mi cuerpo en presencia de él.
Alcé la mirada para responderle mil cosas, pero me quede muda al ver su rostro tan cerca del mío, estábamos a centímetros, no aguantaba verlo a los ojos, eran tan negros, tan brillantes. Eran perfectos. Me iba a volver loca si seguía sonriendo de esa manera, esta vez esa sonrisa era sincera, creo que se estaba disculpando de verdad.
Me puse roja al notar que aún no le decía nada, y solo lo estaba mirando directamente a los ojos.
Los nervios llegaron al instante, le quité las hojas que llevaba en las manos, me puse de pie y empecé a hablar.
-Déjalo, la vida solo quiere que pasemos chocando para fastidiarme – ¿a dónde carajos se había ido la valentía con que le hablaba?, odiaba esta timidez que llevaba dentro.
-No estaría mal que fuera más seguido – acabaron de presenciar como regresaba el arrogante de siempre, aunque había algo extraño en su mirada. Decidí ignorarlo.
-Ojalá nunca más te vea – le dije aun nerviosa y saliendo de ahí, intentando creerme lo que acababa de decir
Pero igual que la vez pasada me agarro del brazo, y volvieron esas cosquillas. Me solté rápido, pues odiaba esa sensación, no quería que él me provocara eso.
-Me podrías decir tu apellido – me pidió confundiéndome totalmente. ¿Para qué quería saber eso?
-Evans – salí rápido de ahí, no quería colapsar en nervios. Le dije mi apellido solo para librarme rápido de él.
Al girar al pasillo vi a lo lejos a Ethan. Maldito, a la hora que viene a aparecer. Me dirigí rápido a su banca. Solo me senté y me quedé viendo mi trabajo desordenado.
Todavía estaba asimilando lo que acababa de pasar con Ryan, necesito olvidar el negro de sus ojos, o iba a terminar enloqueciendo.
-Parece que hubieras visto un fantasma – me dijo Ethan pasando su mano por mi cara, me había quedado estática viendo mi trabajo.
Reaccioné al instante, sacudí mi cabeza y mandé a volar todos esos pensamientos que se estaban formando en mi cabeza.
-Acabo de tropezarme con un imbécil, y mi trabajo salió por los aires. Ahora necesito que me ayudes a organizarlo. Por suerte enumere las hojas.
- ¿Quién era? Porque viniste con la cara pálida.
Era obvio que la sangre se me había ido a los pies. Odiaba que me haya puesto nerviosa. Odiaba esos ojos negros.
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Lee Mi Alma
Teen Fiction-Eres un imbecil de los peores -Tu una ciega que no ve lo que sienten por ti -Solo dilo!!!- sentia mis mejillas rojas de la rabia -Amo cuando te sonrojas de la rabia Solo pude sentir como sus labios tan duaves se posaban en los mios.