4. La sombra de Tom.

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El sonido de una taza estrellándose contra el suelo los sacó de golpe de su ensoñación. Hope dio un respingo en su asiento e instintivamente buscó el origen de aquel estruendoso sonido. Uno de los camareros había tropezado cerca de la pareja y la taza vacía que llevaba se le había resbalado con la mala suerte que al caer al suelo se estrelló en decenas de pedazos de porcelana.

El pobre muchacho, azorado, se agachó rápidamente a recoger los cachos más grades mientras otra camarera iba a por una escoba y un recogedor. Hope, que se había percatado de que un fragmento estaba cerca de su pie, se agachó a cogerlo.

- ¡Señorita no hace falta! ¡Yo me ocupo! Disculpe las molestias. - Dijo el joven y aparentemente inexperto camarero.

Demasiado tarde, Hope ya había cogido aquel pedazo con tal mala pata que se hizo un leve corte en la yema del dedo índice. Era un corte pequeño pero que inevitablemente dejó escapar una gota de sangre.

Dejó caer el trozo de taza y el camarero lo barrió rápidamente sin darse cuenta del pequeño incidente.

La chica se metió el dedo en la boca para lamer la diminuta pero urente herida al tiempo que se reincorporaba. Al alzar la vista, aún con el dedo entre sus labios, no pudo evitar que los colores se le subieran a la cara al percatarse de la mirada fija que Tom le dirigía, con los ojos azules muy abiertos y un ligero rubor en sus mejillas.

El gesto de Hope había hecho que la mente del rubio divagara hacia pensamientos que le provocaron una erección. ¿En serio Tom, sé que llevas soltero tiempo pero... tanto?

- ¿Sabes? No hay prisa, tenemos todo el día. Quedémonos un rato más hablando. - Dijo Tom sentándose de nuevo en su silla y cruzando disimuladamente las piernas.

Pero Hope no era una niña inocente y se percató del "pequeño" (no tanto) incidente. En un intento de disimularle la vergüenza al ojiazul, se acercó la taza de café a los labios para dar un trago, mas sin embargo, la risa que había intentado ocultar se sobreimpuso y estalló en una sonora carcajada que casi hizo que se atragantara con la bebida mientras el rubio reía, muerto de la vergüenza, deseando volverse uno con la silla y desaparecer.

- Lo siento, no quería reírme en tu cara, pero me lo has dejado a huevo. - Una sonrisa ladina apareció en el rostro de Hope, haciendo que esta vez fuera Tom quien soltara una sonora carcajada.

- Oh, ya veo. Con qué esas tenemos, ¿no? - Respondió él inclinándose hacia delante para mirar fijamente a los ojos de la chica.

- No soy yo quien tiene problemas de control. - Protestó Hope riendo, inclinándose también hacia delante para quedar más cerca del rubio.

- Esto, lo has provocado tú, con tu gesto. - Dijo Tom en un medio susurro sonriendo.

- Bueno, me gusta jugar de vez en cuando. Y está claro que a ti también. - Ambos tenían en sus rostros una sonrisa pícara a la cual siguió una gran carcajada. - Te juro que yo no soy así. - Dijo ella medio ahogándose por las risas.

- ¿Me creerías si te dijera que yo tampoco? - Respondió él riendo pero azorado.

Ella alzó una ceja divertida, fingió que meditaba la respuesta y estalló de nuevo en carcajadas mientras negaba con la cabeza.

- Lo siento, eh. - Habló Hope una vez logró controlar la risa. - Es sólo que a los actores... a los famosos en general, vaya, se os tiene mitificados y luego pasan estas cosas y... Madre mía, debes de haberlo pasado fatal. ¿Necesitas... - Ahí venía la risa de nuevo. - ...ir al baño o algo? - Y más carcajadas descontroladas. Sus mejillas enrojecieron así como lo hizo ligeramente la nariz, de sus ojos brotaban lágrimas, su pelo se había alborotado y de tanto reír respiraba agitadamente.

- En realidad... - Dijo Tom riendo y más acalorado que antes. - Creo que sí. - Se tapó la cara con las manos.

- Adelante, aquí te espero. Eres una caja de sorpresas. - Hope no se había reído tanto en su vida como aquella tarde.

El rubio se levantó, usando la chaqueta para taparse las vergüenzas (nunca mejor dicho) y se dirigió a los baños con paso apresurado.

La muchacha no se lo creía, toda aquella situación parecía sacada de una comedia, era surrealista a más no poder. Se secó las lágrimas por última vez y se percató de que el ojiazul no se había acabado su bebida.

Dudó, realmente lo hizo, poco tiempo sí, pero lo pensó y pese a todo se encogió de hombros y se acabó el contenido de la taza de su acompañante, que ya se estaba enfriando. Anda mira, como el dueño. ¡Calla Hope! ¡Calla!

Justo cuando dejaba la taza vacía en su sitio con una sonrisa satisfecha, Tom se sentó de nuevo en su sitio y alzó una ceja divertido al ver a Hope relamiéndose los labios.

- ¿Estaba bueno, eh? - Le dijo él.

- Ha sido... sorprendentemente dulce. - Respondió la chica sonriendo hasta que se le achinaron los ojos. El rubio se retorció las manos debajo de la mesa aguantando un suspiro. - Oye. - Dijo ella sacándolo de su ensoñación. - Lo siento pero se me ha venido el tiempo encima, me tengo que ir. Habrá que dejar la excursión para otro día, ¿te parece?

Hicieron en quince minutos lo que podrían haber hecho en dos, pero a ninguno les molestó lo más mínimo y al terminar aquella extraña, divertida y fascinante velada, tanto el teléfono de Hope como el de Tom tenían un número nuevo entre sus contactos.

¿Otra vez tú? - Tom Hiddleston.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora