8. Con alegría contra la estantería.

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Y la semana empezó de nuevo. Hope se sentía en una especie de nube de algodón, todo acolchada y rosa y suave y... Sep. Definitivamente. Estaba pilladísima por el joven actor de ojos azules, personalidad de niño e instinto de hombre.

Ella no era tonta, era plenamente consciente de que el rubio también se sentía atraído hacia ella y eso provocaba en Hope unas cosquillas en el bajo vientre que la hacían sonreír como si no hubiera un mañana.

El martes pasó del mismo modo que lo había hecho el lunes. La chica se obligaba a centrarse en su trabajo y se permitía soñar despierta en los descansos. El Sr. Jawlonsky, igual que el resto de la plantilla que trabajaba con la muchacha, se había percatado del cambio de aura de la chica pero como esto no perjudicaba a su trabajo (el cual era minucioso como siempre) ignoraba la felicidad que desprendían los poros de la pelirroja.

Ya era miércoles. Hope se planteaba mandar algún mensaje a Tom para pedirle otra cita aunque, teniendo en cuenta que la última la había pedido ella, tenía la esperanza de que fuera el rubio quien, esta vez, le pidiera salir.

Pensamientos se sobreponían en la mente de la chica mientras hacía equilibrios por uno de los largos pasillos del edificio cargada, como no, con un montón de carpetas que contenían copias y pruebas del script de la película de animación en la que estaba enfrascado el estudio donde hacía sus prácticas.

Entró en uno de los cuartos que se dejaban como sitio de almacenaje, una especie de archivo y vertedero de ideas no aceptadas pero que no se sabía si alguna vez tendrían salida.

Hope canturreaba para sí misma una melodía de una canción que había escuchado pero no sabía dónde. Estaba tan metida en su tarea de guardar cada carpeta en su correspondiente sitio que no se percató de que Tom, que había ido a grabar nuevas escenas de la película, la había visto entrar en aquella habitación y, ni corto ni perezoso, había entrado detrás de ella cerrando la puerta.

- Hey. - Dijo con su grave voz, provocando que Hope diera un respingo y casi tirara la carpeta que intentaba dejar en una repisa a la que claramente no llegaría ni saltando.

- ¡Tom! ¡Hola! ¿Qué haces aquí? - Se giró para mirarle brevemente y siguió intentando guardar aquella dichosa carpeta.

- He venido a grabar nuevas escenas... - Dijo él, divertido ante la cara de frustración de la chica. - ...ya me iba pero como te he visto entrar sola no he podido evitar... seguirte.

Y le quitó la carpeta de la mano para dejarla en la repisa que Hope intentaba alcanzar. Ese gesto encendió las mejillas de la chica ya que la dejaba literalmente entre los archivos y el cuerpo de Tom, el cual parecía no tener intención de moverse.

- Ya veo. - Murmuró Hope. - Gracias.

- Hope... - Susurró Tom agachándose un poco para quedar más cerca del oído de la chica.

- Tom.

- Hope, gírate. - Ordenó suavemente. - No te has dignado ni a mirarme.

Mentira, pero él no se había dado cuenta del repaso que le había dado ella nada más entrar.

- No sabía que tenía que hacerlo. - Respondió la chica mientras se giraba. Esperaba que así el ojiazul se separara un poco pero Tom no se movió ni un ápice.

- Sería un detalle porqué yo, desde que te he visto andando por el pasillo, he sido incapaz de quitarte los ojos de encima.

- Eso es cosa tuya. - Dijo Hope mirándolo fijamente a los ojos. ¿Estoy temblando? ¿No? Bien. Tengo más autocontrol de lo que pensaba.

Para nada. Es todo tu culpa. - Medio gruñó Tom, marcando bien el "tu". - Hope... - Dijo mientras ponía sus brazos a ambos lados de su cabeza, aprisionándola del todo. - ...¿qué me estás haciendo?

- Tom, ¿de qué estás hablando? - Pero Hope sabía muy bien a qué se refería el rubio. Y este, a su vez, era consciente del brillo en los ojos de la pelirroja, de sus pupilas dilatadas y su respiración acelerada. Aquella mujer con pelo de fuego había encendido algo en su interior que estaba causando estragos en lo más profundo de su ser.

- Yo creo que sí. - Tom se había acercado peligrosamente a ella. Sus narices se rozaban, sus respiraciones se entremezclaban y los ojos de uno estaban clavados en los del otro como si no les rodeara nada más.

Y en aquel momento, la mecha que los había encendido a ambos se acabó. Tom agarró la cintura de Hope y la atrajo hacia sus labios con ansias mientras ella se derretía y enredaba sus largos dedos en el cabello del ojiazul.

Era un beso intenso y apasionado, los labios de ella no dudaron en abrirse y dejar paso a la lengua del rubio, que se deleitaba al oír los suspiros entremezclados con gemidos que soltaba Hope.

Tom la agarró por el culo y la levantó. Ella entrelazó las piernas alrededor de la cintura del ojiazul quedando con la espalda apoyada contra los archivos.

Se separaban lo justo y necesario para tomar aire pues ninguno de los dos creía poder soportar estar más de un segundo sin besar los labios del otro.

- Tom... - Dijo Hope con la voz grave entre beso y beso. - ...la puerta... no está cerrada con llave... alguien podría...

Pero al rubio no podía importarle menos, metió sus manos por debajo de la camiseta de la pelirroja y sonrió satisfecho al oír cómo esta gemía su nombre suavemente pero con necesidad de más.

- Tom... - Tom iba a reventar (de felicidad, ¿qué habías pensado, pervertida?). No sabía lo mucho que urgía de Hope hasta aquel momento.

- Hope. Sal conmigo, ¿sí? - Le susurró él con la voz ronca. Se había separado a regañadientes pues sabía que si seguía así, no habría pensamiento racional capaz de hacerle parar.

Tom apoyó su cabeza en el hueco del cuello de la chica.

- ¿Saldrás conmigo, verdad? - Repitió mientras dejaba suaves y cálidos besos en el cuello de Hope. Sonrió extasiado al ver cómo ella temblaba aún pegada a su cuerpo.

- Eso no hacía falta ni que lo preguntaras. - Murmuró ella, acariciando con casi adoración el pelo del ojiazul. - Claro que saldré contigo.

- Hope, me has vuelto completamente loco. - Dijo Tom mordiendo suavemente el lóbulo de la oreja de la chica. Ella no pudo evitar dejar escapar un suspiro desde lo más profundo de su ser. - Me haces perder completamente los papeles. Dejo de ser racional a tu lado, Hope.

- Tom... - Dijo ella, saboreando el decir su nombre. Fue plenamente consciente de que al rubio también le gustó oírselo decir de aquella manera.

- ¿Sí, Hope? - Tom la miraba fijamente a los ojos, los cuales estaban empañados debido al deseo que en aquel momento recomía toda fibra se su ser.

- Volvámonos locos juntos.

¿Otra vez tú? - Tom Hiddleston.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora