- Vayamos dando un paseo. - Sugirió Tom, que se había percatado que Hope estaba tiritando a causa del frío.
La chica se levantó y empezó a pasear junto a él. Se dirigieron hacia el puente de Westminster, Hope se estaba dejando guiar por Tom pues él se conocía Londres como la palma de su mano y ella apenas había recorrido cuatro calles.
- A ver... ¿Laurel?
- Nope. Tienes tres oportunidades, y ya has gastado una. - Dijo Hope vacilante.
- Ey no cuenta, no sabía que tenía oportunidades. - Protestó el rubio intentando parecer enfadado. - Hagámoslo de otra manera, si a la tercera no acierto me das una pista.
- No vas a aceptar un no por respuesta, ¿verdad? - Respondió Hope esbozando una sonrisa mientras miraba esos intensos ojos azules. Tom rió a modo de confirmación. - Está bien, lo haremos a tu modo.
Pasaron por al lado del Big Ben, al cual Hope miró de reojo con resentimiento, y empezaron a cruzar por el puente de Westminster. Tom no paraba de mirarla, le fascinaba como contemplaba la ciudad asombrada desde el puente.
- ¿Dime al menos de dónde eres? - Insistió Tom.
- Dudo que eso te dé una pista de mi nombre. Es totalmente ajeno a de dónde soy. - Respondió Hope riéndose, dando por perdido ese café. Tom la miró con los ojos grandes y Hope no pudo resistirse.
- Soy de Barcelona.
- ¿Anna?
Hope negó con la cabeza.
- Te queda una oportunidad.
Estaban ya casi al final del puente cuando Tom paró en seco y se quedó mirándola pensativo, con la mano derecha tocando su barbilla, como si quisiera leerle la mente.
- Lo tengo. - Dijo como si acabase de descubrir algo importante.
- Sorpréndeme. - Respondió Hope escéptica.
- Te llamas... Hope.
¿Cómo lo habrá sabido?
Siguieron caminando, para cruzar la calle, mientras Hope seguía atónita.
- Bueno, ¿he acertado? - Dijo Tom mirando a la chica a los ojos, mientras abría vacilante la puerta de la cafetería.
- Sí... ¿pero... cómo lo has...?
- Te he dicho que tenía una corazonada. - Respondió el rubio victorioso, y haciendo un gesto con la mano para que Hope pasara.
Se pusieron en la cola para pedir, Tom tenía una sonrisa de oreja a oreja mientras que Hope seguía pensativa, dándole vueltas a cómo habría averiguado su nombre.
- No es muy común ¿sabes? - dijo Hope llamando la atención de Tom. Él se quedó dudoso un momento. - Mi nombre. No es muy común.
- ¡Siguiente por favor! - se escuchó a la camarera que estaba en la barra. Tom se giró para hacerle el pedido a la chica. - Hola, ¿qué desean?
- Yo quiero un té con leche y, ¿tú qué quieres?
- Un mocca descafeinado, por favor.
La chica lo apuntó todo en el ordenador e hizo el pedido, luego le extendió el ticket a Tom. Mientras pagaba, un chico se acercó a la barra con una bandeja y dos tazas, Hope la cogió y se dirigieron a una mesa que estaba un poco más apartada de las demás. La mesa era cuadrada, de color negra y pequeña y los asientos eran dos butacas enormes de color gris de apariencia muy cómoda. Se sentaron y Hope cogió su taza con las dos manos con tal de calentárselas.
- Así que eres española. - Comenzó Tom hablando. - <Yo sé hablar un poquito español. Entiendo más que hablo.> Mi español es muy malo, lo siento. - Dijo Tom entre risas, por el lamentable acento que había puesto.
- Que va, ¿dónde lo aprendiste? - preguntó Hope dando un sorbo a su café.
- <Eeeh... mm... hace quince años en el colegio.>
- Vaya, para haberlo estudiado en el colegio lo hablas bastante bien. Pero puedes seguir hablando en inglés, que no quiero que te hernies el cerebro. - dijo Hope entre risas, lo que provocó que Tom también se riera.
- ¿Y tú cómo aprendiste inglés? He oido que en España no es que sea muy común que la gente sepa hablar inglés.
- Bueno, mi padre y toda su familia son irlandeses, así que pasé prácticamente los dos primeros años de mi vida allí y luego, una vez empecé el colegio, pasaba todos los veranos en casa de mis abuelos. Hasta que... bueno... dejé de ir. - Un halo de nostalgia se reflejó en la cara de Hope, que fijó la mirada en el suelo.
Tom se dio cuenta e intentó cambiar de tema.
- ¿Y cuánto tiempo llevas en Londres?
- Pues apenas diez días, no me ha dado tiempo a ver casi nada la verdad. Hoy quería ver el Big Ben, pero está tapado. Lo mío es tener suerte.
- ¿No has visto nada más? - preguntó Tom sorprendido.
- Nope.
- Voy a arreglar eso ahora mismo.
Tom se levantó corriendo de su butaca, cogió su abrigo y estiró la mano ofreciéndosela a Hope. Ella se quedó un poco parada, pero extendió el brazo y le dio la mano. Se quedaron unos instantes mirándose a los ojos. Sólo se escuchaba el fuerte latido de sus corazones.
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¿Otra vez tú? - Tom Hiddleston.
Fiksi Penggemar¿Qué pasaría si tuvieras la oportunidad de cumplir tu sueño? ¿Y si por el camino también encuentras al hombre de tus sueños? Hope Travers, una chica de 20 años, que está empezando a vivir su vida, descubre que no todos los cuentos son de hadas y que...