23. Ngh. [+18].

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Hope tomó el control y siguió besando a Tom hasta que lo acorraló contra una de las mesas que había pegadas a la pared. Normalmente era Tom quien controlaba la situación y la pelirroja se dejaba llevar, pero se habían cambiado las tornas debido a que el rubio se sentía tremendamente culpable y no era capaz de imponerse sobre la chica en ese momento, pero en cambio Hope se había crecido y el rencor que le había estado guardando toda la semana se había convertido en deseo y lujuria.

En cada caricia y cada beso el ojiazul le estaba diciendo que lo sentía y que no quería que hubieran acabado así, le estaba transmitiendo lo feliz y vivo que lo había hecho sentir y lo miserable y culpable que se sentía por haberla hecho llorar y haberle roto el corazón, cuando él también se estaba enamorando de la chica de pelo de fuego.

Hope los giró separándose por la falta de aire, volvía a sonreír aunque no sabía por qué y quería ocultarlo. Coló las manos por debajo del jersey de Tom, recorriendo cada centímetro de su piel, recordando cómo era y memorizándolo para no olvidarlo. El rubio volvió a atacar la boca de la chica y se pegó más a ella eliminando cualquier ápice de aire que corriera entre ambos, haciéndole notar cuanto la había echado de menos y cuanto la necesitaba en ese momento. La pelirroja bajó las manos hasta el cinturón de Tom y lo desabrochó junto con el botón y la bragueta.

- Odio que lleves pantalones. - dijo Tom entre beso y beso y beso intentando imitar a Hope.

- Como si no me los hubieras quitado ya antes.

Y en un momento con ayuda de ella dejó los pantalones y el tanga de encaje tirados en el suelo. Tom se quitó el jersey poniéndolo sobre la mesa y alzó a Hope para ponerla sobre el jersey. No sabía que había pasado por esa mesa ni cuánto tiempo llevaba allí.

- ¿Estás segura de esto?

- ¿Tienes un condón?

- No, pero tranquila, yo controlo. - Dijo Tom besando el cuello de Hope.

La de niños que habrán nacido por esa maldita frase.

Tom frenó en seco mirándola horrorizado.

- ¿Estás segura?

- Quiero que me lo hagas aquí y ahora. Ya habrá tiempo de arrepentirse.

Y como si de un accionador se tratara esa frase, Tom volvió a besar a Hope, que le bajó los pantalones y los bóxers, enredando las piernas en su cintura y de una vez entró en ella. Ambos gimieron reprimiéndolo lo máximo que pudieron. Tom empezó a acelerar las embestidas, abrazando a Hope, aferrándose el uno al otro. Ninguno quería que ese momento acabara, no querían salir de su burbuja y volver a la realidad porqué ambos sabían que cuando salieran de allí no iban a volver a verse, ni a tocarse, ni a besarse más y era demasiado doloroso.

Tom siguió con las embestidas, aumentando el ritmo cada vez que la pelirroja se lo pedía, colando las manos por debajo de la camiseta de Hope, acariciándole suavemente el pecho con el pulgar por encima de la fina tela del sujetador y aferrándose a sus caderas para facilitarse el acceso, hasta que ambos llegaron al clímax y con ello el orgasmo, ahogando los gemidos en los labios del otro, intercambiando respiraciones.

Se miraron a los ojos y la poca felicidad que habían sentido esos minutos se habían esfumado, dejándoles un gran vació en su interior.  La burbuja les había reventado en la cara y ahora tocaba volver al mundo real aunque fuera lo más doloroso.

- ¿Cuándo te vas? - preguntó Hope mientras se ponía los pantalones.

- El lunes. - Respondió Tom abrochándose los suyos. - Hope lo siento, debí habértelo dicho, pero tenía miedo y fui egoísta. Soy un imbécil.

- Sí, lo eres, pero no pasa nada, esto iba a acabar pasando tarde o temprano, así que... no importa, mejor que haya sido ahora. Lo nuestro era imposible desde el primer día, estaba destinado a fracasar y aún así nos lanzamos arriesgándonos a salir mal parados. Así que la culpa no es solo tuya, debí haberlo sabido.

- No espero que me perdones, sé que lo hice mal. - Dijo Tom cabizbajo rascándose la nuca.

- Tranquilo no hay nada que perdonar. Sin rencores.

Tom alzó la vista sorprendido clavando su mirada en ella. Se acercó unos pasos para abrazarla pero Hope se echó hacia atrás casi en un acto reflejo, estaba claro que ella no quería apartarse de él y dejarlo ir, quería volver a casa con él y seguir como estaban hacía unas semanas, pero su cerebro, por suerte, actuó antes que su corazón, para no tener nada más que lamentar ese día.

Pero el rubio se acercó más, lentamente, acercando sus bocas, Hope dejó salir un suspiro de tristeza desde lo más profundo de su ser.

- Me tengo que ir ya. - Dijo girando la cabeza y abriendo la puerta detrás suyo.

- Claro. No quiero que te echen la bronca por mi culpa.

- Que te vaya bien en Nueva Zelanda Tom. Te deseo lo mejor, de verdad. - dijo Hope intentando poner su mejor sonrisa, sin embargo le salió una triste.

Tom asintió y sonrió incapaz de decir nada y vio cómo, una vez más, aquella chica besada por el fuego se iba. La estaba dejando marchar, perdiéndola, y todo por su culpa. ¿Cómo iba a vivir ahora sin aquella chica? ¿Cómo iba a despertarse por las mañanas sabiendo que ella no estaría entre sus brazos brillando como la estrella más hermosa del firmamento? ¿Cómo iba a poder irse a la otra punta del mundo sabiendo que ni si quiera tendría un mensaje suyo cada noche explicándole su día y los planes para asesinar a su jefe?

Dos meses había tardado en enamorarse y conseguir todo cuanto quería y dos segundos le bastaron para destrozarlo.

Hope, cuando salió del almacén, intentó guardar la calma y sobretodo no ponerse a llorar en medio del pasillo con sus compañeros yendo arriba y abajo. Si algo no soportaba era la gente que no podía apartar sus problemas personales de la vida laboral y se ponía a llorar haciendo que todo el mundo fuera detrás. Así que contó hasta cincuenta, porque hasta diez no le fueron suficientes, y respiró calmadamente.

Iba andando cabizbaja por el pasillo de vuelta al departamento de arte cuando una compañera, con la que había congeniado bastante bien, la asaltó con su alegría natural y arcoíris e unicornios alrededor.

- Hey, ¿qué tal va todo pequeña florecilla? - Preguntó Diane mientras andaba como Heidi al lado de Hope.

- Mejorable, la verdad. - Respondió de forma sombría Hope.

- ¿Qué pasa? Parece que tienes mal de amores.

- No quiero hablar del tema Diane, pero te agradezco la preocupación.

A pesar de que Diane era algo mayor que ella y estaba en un cargo bastante superior, se llevaban muy bien y sentía que era con la única que realmente se podía desahogar con todo ese tema que la atormentaba en ese momento, pero no le apetecía hablarlo. Solo quería que el día acabase de una vez para volver a casa, ponerse la sudadera que le robó a Tom y atiborrarse a helado de chocolate mientras veía películas románticas, que nunca la habían hecho llorar, hasta ese momento.

No sabía cómo podría seguir adelante sin tenerle a su lado, lo primero que viera al despertarse con sus buenos días y lo último por la noche antes de dormir después de una sesión intensa del mejor sexo de su vida. Iba a ser difícil (sobre todo por lo último) pero tenía que hacerlo, olvidarse de él y seguir con su carrera y su sueño, aunque significara perder a la persona de la que estaba enamorada y posiblemente el amor de su vida.



¡¡Hola!! Nos está doliendo mucho separarlos de esta manera y lo estamos sufriendo más que ellos, pero no podemos tenerlos felices y en la cama practicando para hacer niños todo el día. ¡Esperamos que os esté gustando, dejad vuestros comentarios con vuestras opiniones y no olvidéis votar!

¿Otra vez tú? - Tom Hiddleston.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora