My Doll - DaeJae

T r a v i e s o

DaeHyun toda la noche da vueltas en la cama por rechinidos que se escuchan en sus sueños o en la realidad, ya no sabe pero le son molestos.

A las 7:30 de la mañana despierta un día más de invierno.
Se da un baño en la tina para quitar la sensación de ojos pegados, pues no ha dormido bien.
Se arregla de forma natural y posteriormente baja.

Al entrar a la cocina, ve mucha azúcar tirada en el suelo. Mira a la ventana y no está abierta como para que el aire sea causante de.

Al terminar de recoger con la escoba, prepara su café igual que todas las mañanas.

Sus oídos perciben el rechinar de los tablones de madera como si alguien más estuviera caminando en alguna habitación.
No le causaría intriga, es algo normal siendo una casa con mayor estructura de madera pero vive solo y eso no es normal.

Echa un vistazo desde la puerta de la cocina hacia el pasillo que da a la bodega... Ya todo es silencioso.
Da el primer paso para ir a ver, quizá sea...

El ruido del reloj indicando el cambio de hora lo hace brincar de susto, tanto, que lleva la mano a su pecho.

— Casi me da un infarto, tonto reloj — cae en cuenta de la hora que es — ... ¡Demonios!

A prisa deja la taza en el fregadero.
Ya debe marcharse o llegará tarde.

Agarra el saco elegante perfectamente hecho para el frío y sale de casa.

Camina con velocidad hasta la estación del tren, toma el primero que pasa para viajar solo 4 estaciones.
Es su rutina de la semana.
Mientras ve el paisaje urbano, la intriga lo come por dentro, pues olvidó echar un vistazo con tiempo a la bodega para saber si lo que hizo en la noche ha funcionado.

Lo dudo, de ser así el muñeco podría caminar hacía mí e incluso hablarme y no vi nada, solo escuché ruidos que pueden tener otra explicación — dice para sí —. Además, esas cosas no pueden suceder.

Llega a su destino.
Entra a la agencia, checa y va a su lugar de trabajo. No suele saludar a nadie a menos de que se acerquen primero.

— Buen día, DaeHyun — su compañera Suzy ha llegado, ella trabaja en el lugar junto a él. Sube a la mesa del escritorio mientras lee una hoja.— ¿Viste que tu padre lo ha vuelto a hacer?

Se refiere a las ventas del mes entre varias compañías.

— Sí.

— Son muñecos muy buenos, ¿Nunca le pediste uno?

— No.

— A mí me encantaría tener uno porque son tamaño real — deja ir un suspiro cargado de anhelo — sería como un novio — suelta un chasquido de labios —, lástima que con mi sueldo no puedo pagar ni siquiera un calcetín de esos muñecos.

— No son la gran cosa.

Ella baja de la mesa.

— Claro que lo son, deberías valorar más el trabajo de tus padres.

Todos sus compañeros le comentan, preguntan y hablan sobre esos muñecos al grado de fastidiar.
Valora el trabajo de sus papás porque gracias a eso no la ha pasado mal en las crisis anteriores. Sin embargo, quisiera que le preguntaran sobre su persona y no sobre los pedazos de plástico o de sus padres.

Empieza con sus actividades sin seguir haciéndole caso a su guapa compañera.

Estar en la agencia es algo que disfruta. Su puesto es acomodar todas las notas del periódico que traen los investigadores y reporteros, crea el formato, otra área las autoriza y manda a imprimir miles de copias para toda la ciudad.