Segundas oportunidades:
Libro 2.5
Mario y Alexa eran polos opuestos.
Ella nunca le dio más de una mirada.
Él, por el contrario, no podía apartar los ojos de ella.
El nerd, la chica popular... cliché, pero no por eso meno real, menos genuino. No f...
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You make it easy-Jason Aldean
Cuando la recogió en su casa, llenó el lugar con su esencia, esa que lo había vuelto loco al sentir tenuemente en su habitación. ¡Diablos! Pensó, sería un largo camino hasta el restaurante. Por el tráfico, tardaron al menos veinte minutos en llegar, donde Alexa no paró de hablar, cosa que lo hacía relajarse en su presencia y sonreír divertido.
Después de tener una agradable comida juntos, donde compartieron puntos de vista sobre diversos temas y rieron sin parar, decidieron que era momento de seguir con el proyecto.
La lluvia los alcanzó cuando ya casi llegaban, parecía que sería una de las fuertes pues apenas y se podía ver la calle. El día había estado bastante nublado pero no se esperaba lluvia hasta bien entrada la noche.
—No sé cómo puedes manejar así, yo ya hubiera entrado en pánico—comenta Alexa, viendo al chico hacerlo con maestría aunque con mucha precaución.
—Conozco bien esta zona, estamos por llegar, no te preocupes.
Como bien dijo, tardaron menos de cinco minutos en entrar al vecindario y las puertas de la cochera ya estaban abiertas cuando se acercaban a la casa.
Nunca esperaron que el tiempo, en vez se mejorar, empeorara. Para cuando llegó el abuelo de Mario por la noche, los truenos y relámpagos no dejaban de tronar, iluminando el cielo de una manera tétrica. La lluvia no se había detenido en todo el día, golpeando con fuerza.
—Buenas noches, muchachos—saluda, uniéndose a ellos en la cocina.
—Buenas noches, abuelo. Pensé que no llegabas a cenar, perdón por no esperarte—se disculpa.
—No te apures hijo, ahora me les uno que muero de hambre. No saben la travesía que tuve que pasar para llegar. La ciudad está llena de accidentes, gente imprudente que maneja como loca... ya sabes cómo es esto. Parece que esta lluvia no piensa detenerse.
—Justo de eso hablábamos. Estaba esperando que se detuviera un poco para poder irme, pero creo que tendré que hacerlo así antes que se haga más tarde—. Eran casi las nueve, habían terminado desde una hora atrás pero esperando que se detuviera un poco se les fue el tiempo. Sin embargo, pareciera que la chica iba a tener que irse así, no le quedaba de otra.
Con lo que odio manejar con lluvia, pensó.
—Hija es muy peligroso que salgas así. Las calles están inundadas y el tráfico es un caos—dice Juan Carlos con preocupación.
—Mi abuelo tiene razón, Ale. ¿Hay alguna posibilidad de que puedas quedarte? —Ofrece Mario, preocupado porque la chica pueda salir así.
—Puedo hablar con tus padres...—intercede el abuelo.
—Gracias, pero mis padres no están en la ciudad, me estoy quedando en casa de mis tíos. Le hablaré a mamá Tina haber que me dice... gracias por el ofrecimiento—murmura, un tanto apenada. No quisiera causar molestias pero de verdad no quería tener que manejar así.