Capítulo 4. Parte 2

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—Hermoso lugar—cortó el silencio
—¿No crees?

Me quedé un momento sin responder, era la primera vez que escuchaba su voz la cual era muy suave, casi como una melodía.

Decidí rápidamente que ésta era mí oportunidad para averiguar lo que queria saber de esa chica, pues antes de que se estropeara todo ese era mi plan así que trataria de ser amistoso y charlar normal, pues a fin de cuentas ella solita vino a mí.

—Así es—respondí con voz firme—es un buen espacio para pensar teniendo en cuenta el lugar en el que estamos.

Seguí mirandola atento y ví como una sonrisita algo amarga apareció en sus provocativos labios.

—¿Problemas en el paraíso?—preguntó.

Se fue acercando lentamente y junto con ella mis nervios iban aumentando, la temperatura iba en ascenso a medida que se acercaba y para cuando llegó a mí lado sentí mi cuerpo tan caliente que decidí sacarme el saco que ya me habia puesto. El por qué de eso realmente no lo sabia, así que solo lo relacioné con mis nervios.

—No es precisamente el paraíso—respondí tratando de que no viera mi nerviosismo.

Llegó a mí lado en la barandilla y percibí su aura... era magnética.

—¿Acaso la estas pasando mal?—preguntó con la mirada al frente.

—¿Acaso no se me nota?

—De hecho sí—afirmó—así que dime ¿rallaron tu auto? ¿se te acabaron los cigarrillos? ¿te ha dejado tu novia? o ¿perdiste tu último partido de fútboll?

Me quedé en silencio unos momentos, pensando en lo estúpido que se oía eso.

—La penúltima—admití—pero realmente no sabes lo estúpidos que son los problemas adolecentes hasta que los escuchas de otra boca.

Ví una sonrisa asomarse en sus labios, aún seguía mirando al frente así que solo pude ver su extraordinario perfil.

—Debo darte la razón—chasqueó la lengua y continuó sonriendo—pero algo me dice que no eres solo problemas adolecentes.

Levanté una ceja.

—¿Por qué lo piensas?

—Llámale intuición—dijo y por fin se dió la vuelta quedando enfrente mío lo que me permitió admirarla bien de cerca.

Me dejó sin aliento, parecia un ángel y si todo sobre ella no me inquietara tanto como lo hace definitivamente creería en mi loca imaginación que eso es lo que es.

Aclaré mi garganta y encontrando mi voz de nuevo, hablé.

—¿Qué te dice tu intuición?

Ladeó la cabeza y me miró como pensando en algo.

—Me dice que estas frustrado desde hace mucho.

—Mmm...—fingí pensarmelo. Sabia muy bien que vivía frustrado desde una corta edad pero me indignó la idea de que ella supiera eso y además queria hacerme el interesante—Tal vez un poco.

Arqueó una de sus bonitas cejas.

—¿Un poco dices?—preguntó. Solo me encogí de hombros a modo de respuesta—hay muchas formas de liberar el estrés ¿lo sabes, no?

La miré atento.

—Claro que lo sé, yo tengo la mía propia.

—El sexo nunca es suficiente—respondió de una manera demasiado rápida.

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