Capitulo 16

30 2 1
                                    

La simulación habia acabado y mis ansias de matar quedaron a la deriva.

—¡Por qué no me dejaste matarlo!

Enid se echó hacia atrás y tragó seco.

—No era necesario, lo hiciste muy bien—se extendió una ligera sonrisa por su rostro—no todos lo logran a la primera.

No pude evitar una sonrisa arrogante.

—De hecho aprendo más que rápido.—guiñé un ojo.

—Eres tan humilde—exclamó con sarcasmo—creo que has pasado mucho tiempo con mi hermana.

—¡He!—me quejé—¿me estás comparando con esa brujita?

Enid rió ante mi reclamo lo cual hizo que sus mejillas se tiñeran de un lijero  color rosa y sin poder evitarlo me quedé mirandola fijamente, claramente la intimidé pues cuando se percató de mi fija mirada se removió inquieta y carraspeó.

—Creo que debemos seguir con la lección...

Sin embargo no aparté la mirada, por alguna razón que aún no descubría esta chica parecia ser tan inocente que difícilmente te darías cuenta que hay algo de obscuridad en su ser, pues aunque parezca un ángel, su proceder es todo lo contrario, literal.

—Está bien—contesté sin desviar la mirada aún—¿qué prosigue maestra?

Evitando a toda costa mi penetrante mirada tomó el gordo libro en sus manos nuevamente y se concentró en él.

—Bien—ojeó algunas paginas—ahora quiero enseñarte a esconder tus emociones.

—¿Puedes verlas?—pregunté arqueando una ceja.

Dirigió su mirada a mí y vi un destello divertido en ella antes de responder

—Oh sí, sí que puedo hacerlo y de hecho preferiría no hacerlo.

Realmente yo pensaba que mis emociones no se podían ver pues no habia visto las de Enid o las de Velika o las de algún Neph y no pude dejar de pensar en lo estúpido que me he de haber visto todo este tiempo.

—No lo puedo creer—dije pasando el dorso de mi mano por mi frente en signo de frustración—¿por qué carajos nadie me lo dijo?

—Te lo estoy diciendo ahora—respondió con una pequeña risilla—en todo caso culpa a tu falsa maestra.

—¡En verdad que la odio!

—Eres tan malcriado—respondió haciendome rodar los ojos—acercate, te enseñaré.

Aún sentado me acerqué y me puse justo enfrente de ella, bastante cerca a decir verdad y aunque no se quejó pude sentir su nerviosismo el cual me divertía.

—Está bien si no lo logras a la primera—dijo

—Ya sabes que aprendo muy rápido—dije con voz arrogante.

—Sí ajá—dijo con sarcasmo—lo que debes hacer es cerrar los ojos y encontrar tus emociones una por una, concentrate en una a la vez, ímagina como es, de qué color es, dale una forma y sientela.

Sin chistar, cerré los ojos y me concentré en la primera emoción que se me vino a la mente: lujuria.

—La tengo—avisé.

—Muy bien—oí la voz de mi maestra—ahora quiero que trates de cerrar tú mente a esa emoción, trata de empujarla a lo más hondo de tu mente y ímagina que la dejas con llave, bloqueala.

Me ímagine que mi lujuria era un lindo sosten color rojo, y lo lleve a una caja fuerte en un lugar muy oscuro.

—Ya—abrí mis ojos de manera rápida ansioso por ver si funcionó.—¿y bien?

Velika Donde viven las historias. Descúbrelo ahora