Capítulo 8

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*Hades en múltimedia*

Aparco mi auto en la entrada del instituto y me bajo con mis lentes de sol Ray-Ban, mi corbata mal hecha y mi cabello hecho un desastre.

Me veo y me siento como si un camión me hubiera arroyado.

A lo lejos veo a Mike venir hacia mí.

—Diablos hermano-pone una mueca de horror—La fiesta estuvo ruda.

—No empieces Mike—saco un cigarro y él me coge otro de la cajetilla y lo pone entre sus labios—No fue mi noche—digo recordando lo estúpido que fuí y la resaca que llevo ahora.

—No me digas que volviste con Dae—dice prendiendo su cigarro.

—No imbécil—ruedo los ojos

A mis amigos no les cae bien Dae, dicen que no me aporta una mierda y que mi único consuelo es el buen sexo.

—Que susto me has pegado—pone su mano dramáticamente en su pecho.

—Sabes que volveremos ¿verdad?

—Oh vamos, deberías mirar opciones más geniales. Te diría que lo intentes con la chica rusa pero hermano, se ve inalcanzable.

Se me escapa un suspiro cansado.

—Lo es Mike... —le doy una larga calada a mi cigarro.

Nuestro momento de reflexión es interrumpido por el sonido del motor de un Audi R8.

Es Velika, quien aparca su auto al lado del mío en el estacionamiento y aunque estamos literal el uno al lado del otro cuando pasa por mi lado no me mira, no me roza, no me habla, simplemente no existo.

Quisiera decir que no me afectó pero la verdad fue que me hizo sentir tan culpable y apartado que inconscientemente fuí detrás de ella sin darle importancia a los gritos de Mike pidiendo una explicación.

La seguí por varios pasillos repletos de estudiantes y no me fue necesario apartar gente para no perderla de vista ya que ellos mismos abrían paso para ella. Se detuvo en su casillero.

—Hola—digo llegado a su lado. Ella voltea a verme pero lo que recibo a cambio es una mirada impenetrable y de suma calma—Escucha Velika yo fuí un idio...

—¡Hades!—me interrumpe una voz chillona.

Me giro y unos delgados brazos se enredan en mi cuello casi asfixiandome. Insistivamente pongo mis manos en su cintura.

—Dae... ¿qué haces?—la sorpresa que debe demostrar mi rostro debe ser enorme.

—Cariño, solo quería recordarte que ésta noche mi madre quiere que cenes en casa—dice ella alejándose un poco para verme a la cara.

—¿Ya no estás enojada acaso?-frunzo el ceño—¿Cuál cen...—estampa sus labios contra los míos en un beso casto.

No sé qué carajos pasa pero ni corto ni perezoso le sigo el beso aunque la siento un poco tensa y brusca, me muerde el labio más fuerte de lo normal varias veces... Unos segundos después Dae se separa bruscamente y se pasa el dorso de la mano por la boca como intentando limpiar todo rastro de mis labios.

¿Pero a esta loca qué carajos le pasa?

—¿Por qué estabas hablando con esa perra?—reclama y es ahí cuando recuerdo.

Oh no...

Me giro más rápido que un rayo esperando encontrar una sonricita maliciosa que anoche me advirtió sobre Dae y ahora que la besé podrá cumplir su palabra de matarla, pero a cambio de eso me encuentro de frente con un pasillo vacío.

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