ONZE

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₁₁„₁₂|₀₃|₁₉

CARIÑO
|ᴄ ʀ ᴇ s ɪ ᴇ|

No encontraba la manera de matar su culpabilidad. Lo había lastimado, había conseguido que la odiara. Aunque al principio sonaba muy bien, ahora ya no. ¿Por qué siempre era así con las personas? Las lastimaba, después se iba, y cuando se arrepentía ya era tarde.
     Lo que la aliviaba era que todo había terminado, ya no tendría que volver a verlo, ni a él ni a nadie. Muchos la juzgarían y pensarían que se trataba por el error del intercambio, pero eso no estaba ni cerca de ser cierto. La idea se le había cruzado por la cabeza cientos de veces que ya no le aterraba como la primera vez. Estaba decidida a hacerlo y no iba a decirle a nadie. Lo mejor era mantenerlo en secreto. No era capaz de llamarlo por su nombre, pero sin duda era un acto escandaloso.
     Ya era de noche y había regresado sana y salva de su pequeña misión imposible. Cerró la puerta detrás de sí y suspiró con pesadez, luego sonrió. Con cuidado dejó la mochila en el suelo y se quitó la capucha. Nunca se había visualizado de ladrona, pero ahora lo era y le sorprendía la facilidad con la que había logrado entrar al preciado armario que supuestamente era el más cuidado de todo el campus. Incluso dejó una nota pegada en la puerta que explicaba a detalle cómo había entrado y salido sin ser vista y que debían aumentar la seguridad para evitar que algún otro estudiante hiciera lo mismo que ella, también les pidió que sustituyeran la entrada convencional por una especial con huella digital autorizada, como en su otra escuela.
     Se quitó la sudadera que era tres tallas más grande que ella y la dejó caer encima de la mochila, a lado de ella ya estaban todas las maletas hechas, lo único que aún estaba era el colchón inflable sobre la base de cama que incluía el apartamento. Dentro de poco se iría así que no había prisa para desinflarlo.
     Antes de querer empezar con los últimos preparativos, se cambió para salir por última vez a la tienda por unas cuantas cosas dulces y la mayor cantidad de frituras. Pensaba comérselas en una sentada, al fin y al cabo, gracias a su madre tenía un metabolismo bueno.
     Caminó unas cuantas cuadras hacia abajo y encontró una calle transitada llena de faroles con luz ámbar. La noche era fresca, pero se aproximaban tiempos calurosos según las noticias del clima.
     Miró a un grupo escandaloso de chicos que aparentaban tener veinte años, pero se deshizo de la idea al recordar lo mal que había calculado la edad de Joshua así que les puso unos dieciséis años. La gente europea siempre aparentaba más edad, según ella.
     Eran tres chicos y dos chicas, una era muy morena y la otra tenía la cabellera roja como fuego. Parecía que alguno había dicho algo gracioso porque se reían sin parar. Esos chicos parecían estar disfrutando de esa salida, eran amigos de años y seguramente estarían enamorados. Algo que Cresie desearía poder tener.
     A veces era rara la manera en que veía a las personas, las analizaba de pies a cabeza y los demás pensaban que estaba haciendo mal de ojo, pero solo imaginaba lo diferentes que eran sus vidas con la de ella. Así que como de costumbre, permaneció mirando aquel grupo de chicos. La chica pelirroja, que tenía una voz aguda, había dejado de reír para voltear hacia atrás y llamar a alguien.
     —Joshua, ven cariño. No te quedes atrás.
     Cresie sintió un nudo en la garganta. Había dos cosas que no le gustaban en aquella frase; Joshua y cariño. Aunque posiblemente se trataba de otro Joshua, había miles en el mundo que se llamaban igual así que no podía alarmarse. Pero sí se trataba del Joshua que ella conocía. Iba atrasado pateando piedras detrás de sus amigos. Entonces Cresie pudo ver la magnitud de su pequeña estrategia para alejarlo; el chico se veía enfadado, pero también taciturno y parecía que llevaba vario rato así.
     La chica pelirroja se le acercó y lo tomó del brazo para incluirlo al grupo, pero él le quitó la mano.
     —Ahora no, Olive.
     Olive se apartó dolida, los demás habían visto cómo la había apartado y lo miraban en silencio. Joshua ni siquiera se inmutó, pero miró al resto de la calle hasta que su mirada se detuvo en Cresie.
     Ella lo miró unos segundos antes de meterse dentro de la tienda de la que debería de haber salido ya con las compras. No miró atrás y fue buena elección, la campanilla de la puerta volvió a sonar detrás de ella. Cresie caminó de prisa hacia los refrigeradores sabiendo que alguien la seguía y ese alguien estaba furioso. Se detuvo cuando llegó a un callejón sin salida. Quería actuar lo más natural posible así que abrió la puerta del refrigerador, pero una mano se interpuso y la volvió a cerrar. Era la mano de un chico alto.
     Cresie se dio vuelta, casi en cámara lenta y vio a Joshua delante de ella con la mano derecha sobre la puerta de cristal. Ella era mucho más pequeña que él así que se sintió acorralada y por unos segundos tuvo miedo de una mala reacción como golpearlo.
     —¿Sí? —dijo Cresie.
     Joshua no le contestó y el dependiente de la tienda ya estaba al pendiente en el pasillo.
     —Niño, me estás asustando y te puedo golpear.
     Joshua se apartó y suspiró cabizbajo como si se acabara de arrepentir de su actitud.
     —¿Qué ocurre? —preguntó ella tratando de sacarle una palabra, pero se quedó esperando al igual que el dependiente—. ¿Te sientes bien?
     Joshua refunfuñó y rodó los ojos.
     —¿Era necesario preguntar eso?
     —Estás actuando de una manera muy extraña —contestó Cresie sabiendo muy bien por qué Joshua se comportaba así—. ¿Te sientes bien?
     —¿Te estás burlando o en verdad eres...?
     No hacía falta completar la frase. A Cresie no le importaba cómo le querían decir, menos si venía de Joshua, pensaba que era verdad.
     —¿Idiota? ¿Loca? No te preocupes, no soy ninguna de las dos cosas. Ya te expliqué porqué lo hice... Aunque sí estoy algo loca y no me importa.
     Joshua sonrió de lado y eso bastó para confundirla bastante.
     —¿Podemos salir un rato? —preguntó.
     Cresie iba a reírse con fuerza, ¿quién querría salir con una chica como ella? Cresie lo dudó unos momentos, era su último día por la zona así que se despediría de él como persona normal, aunque no quería hacerlo porque se había encariñado con ese niño que estaba en frente, esperando salir con ella después de comportarse de una manera muy hiriente.

ʙᴏɴᴊᴏᴜʀ ! ɢʀᴀᴄɪᴀs ᴘᴏʀ ʟᴇᴇʀ ᴇʟ ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ, ᴀɢʀᴀᴅᴇᴄᴇʀíᴀ ǫᴜᴇ ᴍᴇ ᴅɪᴇʀᴀs ᴜɴ ᴠᴏᴛᴏ ʏ ᴜɴ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀɪᴏ ᴘᴀʀᴀ ǫᴜᴇ ᴇsᴛᴏ sᴀʟɢᴀ ᴀ ғʟᴏᴛᴇ ʏ ᴛᴇɴɢᴀ ɢᴀɴᴀs ᴅᴇ sᴇɢᴜɪʀ ᴇsᴄʀɪʙɪᴇɴᴅᴏ 💕
  

Eyes Like The Sea (Joshua Shea)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora