DOUZE

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₁₁„₁₂|₀₃|₁₉

CHOCOLATE
|ᴊ ᴏ s ʜ ᴜ ᴀ|

Ella había aceptado, pero en todo el camino no había dicho ni una palabra.
     Después de pensárselo varías veces dedujo que Cresie lo quería demasiado para hacerle aquello, conseguir que la odiara para que no le doliera su repentina desaparición. Sonaba descabellado y carente de sentido, pero era lo que él creía.
     Estaban en el mismo café de la vez anterior. Su hermana estaba al fondo teniendo una tranquila cita con un chico castaño que parecía ser tan tímido como para comer su postre con pena. Lo bueno era que no los había visto a entrar o se acercaría como la vez anterior.
     Esta vez Cresie pidió un chocolate, pero frío. Joshua no había visto a alguien tomar algo con hielo cuando el clima está fresco, tal vez ella sí estaba loca después de todo, o deseaba provocarse una neumonía.
     —Mañana ya no estaré aquí.
     Eso lo había tomado por sorpresa, no esperaba que ella se fuera tan pronto.
     —Lo sé —mintió.
     —Me gustaría que no fuera así, pero tiene que ser.
     —¿Quieres que te acompañe al aeropuerto?
     Miró a Cresie. Miró su larga y espesa cabellera recogida en una trenza gruesa, miró sus ojos marrones y las ojeras oscuras debajo de ellos, miró sus labios pálidos...
     —¿Tengo algo en la cara? —preguntó Cresie al cabo de un rato.
     Joshua debió mirarla más tiempo del debido.
     —Ah... En realidad... Sí.
     No se había dado cuenta de que tenía espuma de chocolate por encima de los labios. Él tomó una servilleta para limpiarla, pero ella se la quitó y lo hizo sola.
     —Debiste decirme —dijo mientras se limpiaba los labios—. Y no, no me acompañes en el aeropuerto. No intentes detener el vuelo, eso parecería una película romántica y... Eso sonó raro.
     Se interrumpió, pero Joshua ya había imaginado toda la escena y no pudo evitar enternecerse, pero no podía detener un vuelo ni mucho menos armar un escándalo en público, menos cuando estaban al pendiente de sus movimientos.
     —En realidad tienes razón. Sería romántico.
     —Sí, pero no con nosotros.
     —¿Por qué no?
     —Porque no.
     Claro que podía ser posible, aunque era demasiado adelantado para ellos. El día de la biblioteca era lejano. El día en que se sentó a escribir después de varios meses había sido hace mucho tiempo... Y las cartas estaban aún en el bolsillo de su chaqueta, no quería entregarlas, pero si ella se iba entonces quería que tuviera un bonito recuerdo de él y tal vez en un futuro se volvieran a ver.
     —Olvidé darte las cartas que te prometí.
     —No te preocupes, puedes quedártelas.
     —Quiero que las tengas.
     De su bolsillo sacó unas cuantas hojas dobladas en cuadrados y amarradas con un listón amarillo que había encontrado. Las dejó sobre la mesa y ella las tomó.
     —Gracias... Las leeré llegando a casa.
     Las guardó en su bolsillo. Joshua miró que ya se había acabado todo el chocolate y eso significaba que estaba a punto de querer irse.
     —Disculpa mi actitud con Johan —dijo Joshua tratando de avivar la situación.
     —Sabes que fue mi culpa aunque todavía no había terminado de explicarle las cosas cuando él solo me besó así que pienso que le gusto o algo.
     —¿Y él te gusta?
     Eso sí le interesaba. Ella soltó una ligera carcajada y negó de inmediato.
     —No, porque me gusta alguien más.
     Había muchos chicos guapos en el campus de ciencias, Joshua veía a muchos de ellos conseguir chicas a montones y recibir montañas de cartas en San Valentín, principalmente era deportistas o ganadores de algún premio importante en matemáticas o simplemente tenían un físico musculoso muy atractivo para ellas. Joshua no tenía ninguna de esas cosas, pero sabía cantar y tocar el piano, Cresie lo había visto, ¿pero aquello era suficiente?
     —¿Por qué esa chica te llamó cariño?
     Olive era amiga de Esther y desde hacía cinco años trataba de llamar la atención de Joshua de mil maneras distintas, pero a veces era muy apegada y quería ir a todas partes con él, cosa que le molestaba demasiado. Cuando Joshua estaba rodeado de chicas ella siempre llegaba y le decía cariño o le acariciaba el cuello, otra cosa que le molestaba porque era demasiado sensible en esa zona. Pero la chica no era tan mala después de todo, siempre estaba dispuesta a escuchar, abrazar y besar a diestra y siniestra.
     —Conozco a Olive desde hace cinco años y me dice cariño... de cariño —mintió porque en realidad estaba claro que la chica estaba sobre-enamorada de él—. También es mi vecina y una de las mejores amigas de mi hermana.
     —Entonces no seas tan duro con ella, la apartaste demasiado brusco.
     Si en otra cosa era bueno se trataba de cambiar de parecer con las personas y por eso sus amigos le decían que a veces era el mismo diablo en persona.
     —Lamento lo que hice, a veces soy muy impulsiva, por favor no me odies.
     —No te odio, Cresie.
     En otro tiempo habría dicho que lo hacía, pero estando con ella en ese momento se le había olvidado el coraje.
     —Creo que el impulsivo fui yo. No debí arrojarme contra ese chico.
     —Eso solo puede significar una cosa —¿Qué?—: eres demasiado celoso.
     —No soy celoso —contestó a la defensiva aunque era verdad.
     —¿Lo ves? —dijo sonriendo—. Eres celoso... Me hubiera gustado conocerte más, pero me temo que ya es tarde y debo irme.
     Los últimos momentos con ella se aproximaban y el pensaba en qué hacer o qué decirle para convencerla de volverla a ver. En ese lapso de tiempo ella pagó la cuenta y él le reprochó, pero el pago ya estaba hecho.
     —En cuanto llegue a casa leeré tus cartas —dijo en el umbral de la puerta, él ya había salido y la miraba desde dos escalones abajo quedando a la misma altura—. Gracias por ser mi único amigo en Jersey, siempre te voy a recordar.
     Ella iba a bajar, pero él no quiso moverse.
     —En realidad me gustaría que supieras que escribí esas cartas imaginando cómo serías o cómo te llamabas, así que todas las cosas ahí escritas pueden ser muy diferentes de la realidad, pe-pero no quiero decir que no puedas ser así sino m-me refiero a que así te ves a mis ojos y lo del cabello por-por favor no te rías, en realidad me parece hermoso y...
     Ella lo detuvo poniendo su dedo índice en sus labios.
     —Tranquilo niño, no lo hagas más difícil o no querré irme... En realidad no quisiera irme.
     —¡Entonces no te vayas!
     —Tengo que irme.
     —¿No puedes quedarte?
     ¿No podían tener más tiempo? ¿Por qué no se mudaba a Jersey? Seguramente tendría familia esperándola del otro lado del mundo y no sería tan fácil...
     Ella volvió a poner su dedo en sus labios.
     —No hables, solo siente.
     —¿Eh? ¿Sentir qué?
     Ella parecía darle una caricia a sus labios, una caricia suave y lenta que le hizo experimentar cosquillas en todo el cuerpo. ¿Qué estaba haciendo? ¿Acaso tenía algo en los labios?
     Antes de que él pudiera responderse esas preguntas sintió algo más que una caricia. Sintió los labios de ella rozar los suyos con suavidad. Él cerró los ojos cuando sintió más presión en ellos, un hormigueo en ellos que no había experimentado con anterioridad..., pero ella se apartó.
     Joshua abrió los ojos confundido, ¿dónde estaba el beso apasionado? Cresie se apartaba para bajar las escaleras y quedar unos centímetros más abajo que él. Evitaba mirarlo desviando su vista al suelo o a cualquier otro lugar que no fuera él.
     —Eso...
     —Debo irme ahora —dijo.
     —Pero...
     —No puedo quedarme, lo siento y no me odies.
     —¿Cómo voy a odiarte? —preguntó, pero ella no contestó, su mirada se dirigía al cielo nublado como si rogara algo—. ¿Estás bien?
     —Estoy bien.
     Pero Joshua no le creyó.


ʙᴏɴᴊᴏᴜʀ ! ɢʀᴀᴄɪᴀs ᴘᴏʀ ʟᴇᴇʀ ᴇʟ ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ, ᴀɢʀᴀᴅᴇᴄᴇʀíᴀ ǫᴜᴇ ᴍᴇ ᴅɪᴇʀᴀs ᴜɴ ᴠᴏᴛᴏ ʏ ᴜɴ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀɪᴏ ᴘᴀʀᴀ ǫᴜᴇ ᴇsᴛᴏ sᴀʟɢᴀ ᴀ ғʟᴏᴛᴇ ʏ ᴛᴇɴɢᴀ ɢᴀɴᴀs ᴅᴇ sᴇɢᴜɪʀ ᴇsᴄʀɪʙɪᴇɴᴅᴏ 💕
  

Eyes Like The Sea (Joshua Shea)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora