II

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Suelo hacer ejercicio todos los días en un parque no muy lejos de mi casa, preferentemente en las noches, ya que a oscuras, es más fresco en mi ciudad del desierto.

Llego a observar a varios chicos y chicas en el área, pero nunca interrumpo mis entrenamientos por nadie, estoy acostumbrada a cumplirlos, no soy ningún tipo de deportista pero siempre me gusta mejorar mi resistencia, además, no me gustan las platicas triviales.

Un día, mientras realizaba estiramientos, él apareció con un brazo enyesado y una correa en la otra mano bajando de un escarabajo, un hermoso vocho dorado, al instante, me pareció familiar, como si lo hubiera visto en otro lugar pero me fue imposible ubicarlo.

Entró al parque por la puerta enrejada que se encontraba a unos diez metros de mi, como si buscara algo o a alguien comenzó a mirar a su alrededor, entonces se dirigió hacia mi.

No le tomé importancia al momento, comencé a estirar mis piernas, bajé la mirada a mis pies y cuando me levanté, él ya estaba frente a mi, fue la primera vez que me sonrió, una curiosa media sonrisa.

- Disculpa que te interrumpa ¿podrías ayudarme? - me dijo soltando su atrevida sonrisa.

He de admitir que a pesar de mi conservada actitud hacia las personas, presento el don de amabilidad, algo que no he podido cambiar, pero en cuanto veo la oportunidad me aparto.

- haammm... no te preocupes, ¿que pasa? - respondí extrañada.

- Busco a mi perro, es un salchicha negro, ¿lo habrás visto por aquí?-

Eso explica la correa, pensé. Di un vistazo a mi alrededor y dije – lo siento pero no lo he visto-

En mi interior me dije "¿Es posible? Un hombre atractivo con un hermoso vocho y además un salchicha" La raza de perros que, a mi criterio, es la más tierna.

- ¿hace cuanto se perdió? -

Dio un suspiro -Desde ayer, de echo, no vivo lejos, quizás se encuentre a los alrededores -

Continué estirando ahora mis brazos, no permití que notara mi pequeño interés hacia él. Seguía mirando a sus alrededores, buscando, y se volvió hacia a mi – Se que es tondo, pero no creo poder concentrarme para encontrarlo, ¿podrías ayudarme? O creo que ya te interrumpí demasiado, verdad?- Soltó una risa nerviosa

- mmmm... - pensé durante unos segundos -Bien, no veo porque no- El parque no es muy grande, su circunferencia es de al menos unos dos kilómetros, así que no tardaríamos mucho en explorar el área.

Comenzamos a caminar por el camino de tierra, era raro, hacia tanto tiempo que no tenía compañía en las caminatas.

– jeje, que vergüenza tener que pedir ayuda, pero con el yeso me siento un idiota, no puedo hacer nada sin apoyo- Continué seria -¡Ho!, por cierto, que grosero soy, mi nombre es Erick, ¿cual es el tuyo?-

- Sam- Respondí a secas -Sam, interesante nombre, me gusta- sonrió.

También sonreí y quedé más en silencio, entre más evitara una conversación, más rápido se acabaría esto.

Ya estábamos por terminar de recorrer el área y aún no veíamos a su perro.

De la nada, me detuvo en seco - ¿Escuchas eso? - eran ladridos, podrían ser de cualquier otro perro.

-Reconozco esos ladridos ¡Es mi Neo!- Corrió en dirección al sonido y lo seguí.

-¿¡Neo!?, ¿¡Neo!?- él gritaba mientras corríamos

Y ahí estaba su Neo, un pequeño salchicha color negro, hermoso. Erick se hincó y lo abrazó, el perro no paraba de lamerlo.

Me dio alegría ver tan bella escena, y aunque solo serví de compañía, haberlo ayudado en su búsqueda me hizo sentir extrañamente bien.

Amistoso el pequeño Neo, ya que no dudó en acercarse para saludarme, lo acaricié y Erick le colocó la correa – Este perro es un travieso, muchas gracias por tu ayuda-

Le sonreí como respuesta.

Caminamos de regreso a la salida cerca de su escarabajo dorado.

Cruzamos la reja de la saluda - Bueno... es tarde, me voy – dije.

- Claro, son las 9pm, creo que te robe mucho tiempo, pero me alegra haberte conocido- Volvió a sonreír, "que chico tan feliz" pensé.

-No hay problema- contesté y di la media vuelta, de repente, me detuvo tomando mi brazo derecho, regresé la mirada hacia él.

- ¿Quieres que te lleve a casa? Es lo menos que podría hacer por ti – dijo con una extraña voz seductora, bajé la mirada a su mano que aún seguía deteniéndome y con la libre, lentamente lo aparté, sostuve mi mirada a la suya y respondí – No, gracias -

Sonrió como si algo le causara gracia – Eres una chica de pocas palabras y me gusta, quizás Neo y yo te volvamos a ver por aquí – dio media vuelta hacia su escarabajo.

Seguí mi camino hacia casa y solo escuché como encendía el auto.

A él no le pareció incomodo el silencio en nuestra compañía, de echo, creo que le agradó más que a mi...

Así comenzó lo nuestro, lo topaba "accidentalmente" en el parque, él conocía mi horario y en que parte estaría.

Al principio solo me veía desde la distancia recargado en su escarabajo, asegurándose de que yo me percatase de su presencia, otras veces se acercaba a saludar mientras realizaba mis estiramientos, era algo que me gustaba de él, en lugar de causarme miedo por su extraña obsesión de estar cerca de mi vista, me gustaba pensar que tenia un poco de mente enferma.

Solo los sábados y domingos descansábamos, aunque admito que extrañaba su rostro inexpresivo con el que me observaba desde la distancia.

Nuestras vidas personales eran secretas, los fines de semana dejaba salir mi verdadero yo...

Nuestra oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora