Nuestra oscuridad

IV

Seguía en el copiloto del vocho, no podía sacarme la sensación obtenida unos momentos antes, esa tensión entre los dos, la cual nunca había existido. Ted jamás me pareció atractivo sexualmente, si, era guapo, pero no el tipo de hombre que me gustaba.

Continuamos el camino, volví en si y me di cuenta que no nos dirigíamos a mi casa

-¿A donde me llevas?- pregunté confundida, pero él continuó con la vista al frente, así que decidí esperar.

Después de unos minutos, llegamos a una casa de un piso, se abrió la cochera y entramos, en ese momento mi curiosidad era inmensa, ¿Porque me traería aquí?, era obvio que era su casa.

Cerró la cochera, abrió la guantera y colocó su celular dentro, dirigió su mirada hacia a mi

– Deja tu celular-

Me quedé extrañada, pero lo hice, la cerró con llave, abrió la puerta del conductor

-Sígueme- Salió del auto. Di un vistazo a mi alrededor, todo oscuro, abrí la puerta y salí, lo seguí a la entrada de la casa, solo se lograba ver una luz roja tenue hacia dentro.

Entramos a la habitación, de color guinda y luz cálida, lo cual me pareció muy cómodo

-Siéntate- Se dirigió a otra habitación. Me quedé perpleja por la decoración de la habitación, tenía repisas con diferentes figuras, entre ellas se encontraban unos cuantos tipos de cráneos, figuras de cabras con enormes cuernos y animales mutados, cuadros de pinturas tan oscuras, parecían fotografías tomadas desde dentro de un túnel, mostrando la luz del final solamente, pero si ponías atención podrías encontrar figuras de formas raras en la oscuridad, los describiría como monstruos.

Algunas otras figuras se encontraban en un librero, donde además tenía una gran variedad de libros, tenía autores como Lovecraft y Edgar Allan Poe, fueron los primeros que vi antes de que él regresara.

-Dije que te sentaras- Recalcó y obedecí inmediatamente, me senté en un enorme sillón negro aterciopelado con base de madera oscura.

-Toma, pensé que te gustaría esto- me ofreció una copa, pero no una copa de vidrio, era de estilo medieval, él tenía otra igual

- ¿Qué es?-

-Prueba primero- lo acerqué a mi nariz para percibir su aroma, era vino, lo probé y era el vino mas exquisito que había probado en toda mi vida, solo dulce e hidratante con el toque agrio y no pude evitar saborearlo en mi boca con los ojos cerrados, cuando los abrí lo primero que vi fue a él mirándome con su sonrisa venenosa y sin quitarme los ojos de encima le dio un sorbo a su copa.

-Tu rostro me lo dijo todo, te gustó- afirmó

-¿y porque me trajiste aquí?- Continué admirando mis alrededores

-Aún no lo sé, nunca he traído a nadie, eres la primer persona, claro, además de mi, que cruza esa puerta- "Que extraño" pensé

-Entonces, esta es tu casa...- dije pensativa mientras afirmaba con mi cabeza

-Así es, mi refujio, pero esta habitación es la primera de muchas, si te parece extraña, las siguientes quizás te asusten- me miraba aún fijamente y daba un segundo sorbo a su copa.

"¿Más extrañas que esta habitación?" No se si él jugaba con migo, pero en ningún momento me dio miedo esa primera vista de su hogar, al contrario, me causó una gran satisfacción todo lo que lograba observar.

-¿Acaso parezco asustada?- conteste retadora.

-No me esperaba menos de ti, entonces... si te conozco- dejó su copa a un lado, se levantó y extendió su mano derecha hacia mi, y ahí soltó su veneno

-acompañame-