Capítulo 4. Acercamiento al Hechicero Supremo

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Silencio absoluto, la biblioteca estaba repleta de —además de libros— incómodas miradas.

El Hechicero Supremo hacía lectura de un libro en latín, no era del todo de su agrado pero era algo que debía leer.

Mientras tanto, su invitado le miraba fijamente. Fruncía sus labios sin saber qué más pronunciar.

El invitado se hacía llamar Everett Ross, era un agente de la CIA que ahora se dedicaba en asuntos del reino de Wakanda. Nadie con precisión sabía porqué, pero era sabido que el rey T'Challa le dio asilo y un gran puesto al lado de la princesa, Shuri.

¿Qué hacía ahí, en el Sanctum Sanctorum? Mandatos de Wakanda...y la curiosidad de Shuri.

Llevaban minutos sin hablar pues Doctor Strange no respondería ninguna irritante pregunta. Sin embargo, Ross no era alguien que se rendía fácilmente, así que se quedó ahí esperando, viendo a cada momento el reloj de su mano.

—¿Ya es tiempo de que te vayas? —habló Strange, aún sumido en la lectura, pero percatándose de todo. Tras él se encontraba su capa de levitación.

—Um, no —Ross humedeció sus labios, frunciéndolos también—. De igual manera, no es como que vaya a decirme los secretos de S.H.I.E.L.D —añadió con una sonrisa vacilante, mirando incrédulo al hechicero.

Strange cruzó sus piernas y bajó el libro hasta su pecho, regresando la mirada, pero seria, recta e intachable.

—Ah, no, no es para tanto. Sin embargo, no es que vaya a contarle a un no-creyente lo que sucede dentro de la dimensión oscura, mucho menos con esa clase de preguntas tan mal planteadas —explicó Doctor Strange, notando cómo Everett Ross mordía sus labios y asentía.

—Usted sabe que...

—¿Será como un expediente heróico perteneciente al reino de Wakanda? —irrumpió Stephen, viendo cómo Ross suspiraba en rendición—. Para nada, agente Ross. Yo trabajo solo.

—Sí, claro —dijo Everett, asintiendo continuamente. Strange le miraba con los ojos entre cerrados—. Al menos, eso no es lo que...

Entonces, Wong se vio interrumpiendo la discusión entre el hechicero y el mandado por Wakanda.

—Maestro, le llaman en la puerta —dijo Wong al instante en que la puerta fue abierta.

—¿Otro de los tuyos? —preguntó Strange a Ross, quien se dedicó a sonreír sin poder creer la poca confianza que Doctor Strange tenía en él.

—Más bien, uno de los tuyos, doc —corrigió Tony Stark, abriendo aún más la puerta de la biblioteca.

Wong comenzó a alarmarse porque no pudo darse cuenta que Stark se adentró sin más, mientras que Strange rodó sus ojos en molestia.

—Stark, ¿no hubiera sido mejor avisar? —le propuso Strange, dirigiéndose a él totalmente.

Tony sonreía como si algo bien hiciera.

—Bueno, creo que debo irme —dijo Ross, poniéndose de pie y acomodándose la ropa ante la nueva visita.

—Me parece que vas tarde —le contestó Strange, aún con el tenso ambiente desarrollado con anterioridad.

No obstante, Tony no lo miraba de esa manera. Más bien, el científico en robótica pensó que algo realmente importante había irrumpido.

—Gracias por su tiempo y, su preocupación —mencionó Everett Ross, recibiendo una mirada del hechicero que se limitaba a no decir nada—. Con permiso —añadió justo antes de pasar entre Tony y Wong quienes se hicieron a un lado para dejarlo salir.

Tony no le quitó la mirada de encima a Everett Ross, incluso, lo analizó de pies a cabeza. Mientras que, Strange, se colocaba de pie para dirigirse abiertamente al billonario.

—¿Él...? —Tony trató de pronunciar a penas la visita indeseable de Wakanda salió de la habitación y se adentraba a la misma. Wong se quedó en el marco de la puerta.

—¿Él qué? —preguntó Doctor Strange enseguida, sin tomarle tanta importancia a lo que acababa de pasar; cosa muy distinta a Stark—. Wong, ¿podrías dejarnos a solas?

—Sí —asintió de inmediato, cerrando la puerta de la biblioteca.

Entonces, Stephen miró con el ceño fruncido a su nueva visita, quien no paraba de tener el semblante de suma curiosidad y confusión.

—Ya sabes —señaló aunque Ross no se presenciaba más ahí.

—No sé de qué me estás hablando, Stark —contestó el hechicero, colocándose cabizbajo a su vez trataba de evitar una risa. Le parecía realmente tierna la reacción del hombre de acero.

—El indigno —dijo finalmente Tony, enchuecando sus labios ante tanta negativa respuesta.

—Oh, no, no. Por supuesto que no —negó una vez más tan rápido pudo recordae la charla anterior, incluso negaba con su cabeza—. Everett Ross no es más que —alzó la mirada, notando que Tony le sonreía. Entre cerró sus ojos al no comprender porqué—... ¿Qué?

—Yo creo que esa cabecita blanca te gusta —dijo Tony, refiriéndose a Ross. Sonreía en demasía, emanando burla y apoyo moral de una manera amistosa—. Digo, no es que sea un entrometido pero —Ahora Tony señalaba a Stephen cuyo hechicero se dedicaba a fruncir el ceño disgustado—, ese tal Everett Ross no parece alguien que te merezca.

—Stark, ¿a qué se debe tu visita? —evadió el tema construido por el mismo Tony Stark. Cansándose de esas supuestas afirmaciones.

—A ver, doc. Déjame ayudarte —Movilizó sus manos, gesticulando. Strange le veía atento y cómo no—. Podría darte mis consejos, que no es por presumir pero, sirven demasiado —decía Tony.

—¿Por qué quieres ayudar a algo ajeno a ti? —cuestionó Strange.

—Porque somos amigos y, hermanos del increíble vello facial —Fue la respuesta de Iron Man, acompañado de una gran amplia sonrisa.

Doctor Strange se le quedó viendo, trataba de comprender las razones de su contrario. Sobre todo, porque Tony aún creía que él está enamorado del insignificante Everett Ross. El enamoramiento giraba alrededor del inventor.

—Entonces, si tan amigos somos —resonó aquella palabra que, muy bien recibida ni tanto—, acompáñame —añadió y enseguida tronó los dedos. Una simple señal para su capa de levitación, indicó que —una vez más— le enrollara. Y le siguiera—. Debes saber lo que puedes y no puedes hacer aquí. Como llegar sin avisar —dijo Strange mientras se encaminaba hasta la puerta de la biblioteca con Tony envuelto en la capa tras él.

—¿Es que no hay confianza entre amigos? —se opuso de inmediato. Stark se sentía tan avergonzado justo ahora, pero qué iba a hacer, pues si así era la manera en que demostraría su heterosexualidad, así iba a ser.

—En el Sanctum Sanctorum hay reglas —concluyó Doctor Strange. Su contrario rodó los ojos.

Comenzaría, entonces, una gran aventura mágica para el invencible Iron Man.

I'M NOT GAY! | IRONSTRANGE, MARVEL (YAOI) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora