Capítulo 9

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Me despedí de Catrail y fui a recoger la capucha. Al llegar me di cuenta de que las chicas debían de haber ido antes a la habitación vacía, pues solo estaba mi capucha visible en la mesa, ya lista. Cuando iba a cogerla, alguien me cogió del hombro. Pegué un respingo y me giré. Era Mirt.

-Perdón si te he asustado, no era mi intención. Coge la capucha y te impartiré tu primera clase de magia. - dice a modo de disculpa.

-Pues sí que es cómodo- dije poniéndome la capucha. Él empezó a caminar hacia la habitación donde yo había hecho las pruebas- ¿Y qué me enseñarás?

- Todo lo que sé, pero llámame Maestro o Hechicero Jefe, una de las dos cosas. - respondió.

-De acuerdo, Maestro.

Entramos en la cueva, donde vi a gente de como máximo 20 años, por ahí. Aledis enseñaba a Luna y a una chica poco mayor que ella. Macarena y un muchacho de 16 años aproximadamente eran enseñada por un señor de complexión fuerte y, aunque barbilampiño, llevaba una pelambrera café hasta el pecho y capucha de toro negro, era bastante guapo. Vi a Catrail entrenando solo.

-Siéntate, alumna. –esperó a que me sentase- Dame un momento tu vara, me gustaría comprobar si está en orden. –se la di y la examinó. – Todo en orden- me la devuelve. - Levántate y di: - Volatise-. Posiblemente no te salga a la primera...

-Volatise... ¡AY! - había empezado a levitar rodeada de un aura verde, chocándome contra el techo. Todos pararon de entrenar y se me quedaron mirando divertidos. - ¿Cómo bajo, Maestro? – Al agacharme descendí bastante, pero seguí flotando a 20 centímetros del suelo.

-Ponte de puntillas y bajarás del todo- dijo el Maestro aguantándose la risa.

Logré bajar y empecé a reírme yo también. Poco a poco todos volvieron a entrenar.

- ¿Y qué hago ahora, Maestro?

- Como te ha salido a la primera te pondré algo más difícil- se queda pensativo. – Di Transformube.

-Transformube – las dos últimas sílabas de transformaron en un chillido. Me miré las manos: tenía alas- ¿Y ahora qué, Maestro? – chillé. - ¿En qué me he transformado?

- En un murciélago con la membrana verde oscuro, pero si no es una transformación perfecta. - dijo el Maestro algo sorprendido. – Si dices Reverso volverás a ser tu misma. Sirve también para todo tipo de transformaciones de seres vivos.

-Reverso- me destransformé. - Era fácil, la verdad.

- Aprendes rápido... Te digo un último hechizo y luego practica en el tiempo libre- dice el Maestro. – Di Lucirus.

- Lucirus...-De mi vara salió un circulo luminoso, que me cegó momentáneamente. Miré a los de mi alrededor, pero nadie lo veía, solo Mirt y yo, aunque me di cuenta que Catrail no había apartado la vista y ahora entrecerraba los ojos, como si algo le molestase. - ¿Los demás no lo ven?

-No, solo los magos, brujas y criaturas mágicas. Se apaga con un chasquido con los dedos –dijo el Maestro. - Bueno, ahora tenéis el tiempo libre. Toma, te servirá para apuntar. -Me dio un cuaderno de cuero negro viejo y una pluma con un botecito de tinta.

Se oyó un murmullo de alegría y yo chasqué los dedos, e inmediatamente desapareció la luz. Macarena y Luna se acercaron a mí sonrientes mientras que yo guardaba en un bolsillo del vestido el librito.

- ¿Quién era tu profe, Macarena? Mi compañera, Zenda, esa de pelo castaño oscuro, muy largo, con esa capucha de osezno, no estaba segura de su nombre. - Dijo Luna inquisitiva.

- Se llama Zigor...- contestó ella. - Y mi compañero es Eros.

- ¿El chico de pelo café y ojazos verdes? – pregunté yo. – Eros proviene del dios Cupido, ¿sabéis?

- Sí, ese. Como me parece que no volveremos jamás a tu casa, he quedado con él. Deseadme suerte. - Se alejó. Luna no dijo nada, solamente se despidió con un gesto y se fue, dejándome sola en la habitación.


Mi espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora