Pasó un mes sin que nada mostrara que volveríamos a la Tierra. Había hablado con Macarena y Luna, pero ellas habían perdido todo el interés en volver a casa. Macarena era hija única y no se llevaba bien con sus padres, divorciados. Encima había conseguido tener a Eros de novio. Luna era adoptada y su hermanastro la pegaba en vez en cuando. Yo era feliz con mi familia, era la mayor de 6 hermanos, pero no quería perder aquel mundo que había encontrado.
Había acabado con Catrail la cabaña en Dalia y era realmente acogedor. Mi Maestro me había enseñado muchísimo y yo disfrutaba creando cosas de la nada y mis hechizos eran más potentes de lo esperado gracias a las clases extra que le pedí a Mirt, cosa que hizo que fuera muy adelantada. Pero... Tanto entrenar, tanta rebelión... Pero no hacíamos nada.
Me levanté como un día cualquiera, pero mi aura (que se había desarrollado en las últimas semanas) mágica se notaba distinta. No le di importancia, había hecho lo mismo otras veces, cuando había algún problema sin importancia. La ultima alteración había sido una indigestión.
Me di cuenta que los adultos hablaban entre sí, serios. Me senté con Catrail.
- Hola – me saludó - ¿Te has dado cuenta de cómo se comportan los mayores?
- Sí, es raro... ¿Se ha muerto alguien? – pregunté con un intento de bromeo.
- No. – Sus ojos brillaron al decir - ¿Te imaginas que ya nos dejaran atacar a Slenquer?
- Ya te gustaría. Pero por fin podríamos luchar. – en ese momento vino Eros solo.
- Hola...- le saludamos.
- ¿Os habéis fijado en los maestros? – Estaba muy emocionado. – Les he oído decir...- Se interrumpió al ver que Macarena, Zenda y Luna venían nerviosas.
- ¿Habéis visto a los adultos? – Les hicimos un gesto de que se sentasen con nosotros.
- Precisamente estábamos hablando de eso antes de que nos invadierais – comentó Catrail.
- Qué decías, Eros, ¿qué has oído? – pregunté curiosa. Todos le miraron esperando respuesta.
- Pues que los maestros han encontrado un campamento de monstruos de Slenquer y quizá haya la posibilidad de que dejen luchar a los aprendices, es decir, nosotros.
Nos quedamos mirándole y nos aguantamos grito de júbilo.
- ¡Fantástico! – exclamó Zenda. Los demás asentimos.
- ¿Pero no es peligroso? Son monstruos y podíamos acabar heridos...- dijo Macarena prudentemente.
- Sí, pero eso lo hace más emocionante – contestó Luna con todo desparpajo. Macarena estaba escandalizada y le iba a contestar, pero se lo pensó mejor.
- Por cierto, me parece que hay que ir a entrenar. – cambió de tema Catrail, levantándose. Nos fuimos todos a entrenar, comentando la noticia.
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Mi espejo
FantasySusana y sus dos amigas acaban por accidente en una especie de mundo. Estan tan a gusto que no estan seguras de querer volver. Volveran?