Capítulo 21

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- Bueno, empecemos. El hechizo de hoy es de invisibilidad. – al escuchar eso, miré con incredulidad a Catrail, que sonrió de manera burlona. Mirt carraspeó y le volví a mirar. – Este es más complicado, pues incluso a los magos muy expertos les cuesta un mínimo de esfuerzo. Es Nadivasebli.

-Nadi... ¿qué? – Mirt bufó y repitió el hechizo. Intenté memorizarlo – Nadivasibli, digo, Nadivasebli. –de repente me sentí más débil.

Al querer levantarme, vi que mis manos estaban semitransparentes, o sea que no me había salido bien del todo. Mirt miró en silencio como me tambaleaba. Decidí repetir el hechizo.

- Na... Nadivasebli – me desplomé en el suelo, agotada, pero esta vez estaba invisible del todo. Mirt sonrió y dejó en el suelo una poción rosa fosforescente.

- Bébetela y recuperarás fuerzas. - Me la bebí: su sabor era parecido a la Coca-Cola. Fue como si me electrocutasen, es más, me di cuenta que mi pelo estaba de punta del todo tras beber eso. – El pelo recuperará su aspecto en 2 minutos. – dijo Mirt al oír mi exclamación ahogada.

- ¿Y ahora como vuelvo a hacerme visible? – pregunté, pegando saltitos. Estaba llena de energía, hiperactiva. Los demás solo oían golpes contra el suelo. Mirt miró incómodo en mi dirección y empezó a rebuscar en sus bolsillos.

- El hechizo parará en una hora.

- ¿¡Qué!? – grité asustada-sorprendida. La mayoría de la gente me ignoró, pero mi ''pandilla'' miró a Mirt sorprendida. - ¡¿Y ahora qué hago?!

- Si quieres frenar el efecto antes de tiempo, bebe agua fresca. – Mirt me ofreció una cantimplora vieja.

Me la bebí de un trago y aparecí al instante, pero con el pelo aún de punta. Muchos se rieron al verme. Pero pocos segundos después de aparecer, mi pelo se volvió a quedar lacio de repente, tapándome la cara. Se rieron aún más mientras que yo me colocaba el cabello apurada.

- Visto lo visto. Seguimos con los hechizos. – Mirt se paró a pensar unos segundos. – Hmmmm... Probemos con el hechizo protector... Sí, por qué no... El hechizo protector es dificilillo pero útil, así que... Es Tutela Murum. Pero – cogió su propia vara- te lanzaré un embrujo y tu deberás pararlo.

- De acuerdo – dije con un deje de temor en mi voz. Pensé rápidamente cuál embrujo me iba a lanzar, pues sus hechizos eran lógicamente más poderosos que los míos. Vi como él levantaba su vara y exclamaba algo, acaparando la atención de todos los grupos, que se nos quedaron mirando. Inmediatamente grité el hechizo. – ¡Tutela Murum!

Demasiado tarde, noté como su maldición me rozaba justo donde antes yo había tenido mi brazo. Mi Maestro gritó otra vez. Esa vez no tuve tanta suerte. Escuché unas risas, pero las ignoré. Mis mofletes se volvieron cada vez más rojos e hinchados, o sea hasta que no susurré el contraembrujo no pararon de crecer. Al ver que yo ya volvía a estar preparada, Mirt volvió a exclamar otro hechizo, que sólo se desvió unos centímetros en vez de rebotar contra mi encantamiento. Lo volví a esquivar, y al lanzar otra vez el hechizo protector, esa vez sí rebotó y Mirt lo esquivó por los pelos. Pegué un grito de victoria, causando algunas risas más por parte de los espectadores.

- Bueno, el entrenamiento de hoy ha terminado. ¡A cenar! – Mirt sonrió y yo me apunté el hechizo, preocupada. Si casi no me tenía en pie tras un único encantamiento de invisibilidad, no iba a poder lanzarlo 6 veces...

Mi espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora