Capítulo 18

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- ¡Silencio! ¡Por mucho que insistáis, aún no vamos a atacar el campamento! - Aledis movió frenéticamente la cabeza, haciendo que su largo y hermoso cabello le diera en la cara a Zigor, que se apartó. – ¡Sois demasiado jóvenes y no estamos preparados para tener bajas tan pronto! ¡No es noooo! –iba a seguir gritándonos, pero Mirt la hizo callar con un hechizo.

- No os dejamos porque sois niños y aun no sois fuertes en la pelea. Entrenad unos meses y entonces si podréis. – Se puso serio. – ¡No admito réplica alguna!

A pesar de nuestros murmullos enfurecidos, no cambiaron de idea. Al salir tras un silencioso, la normalmente seria y silenciosa Zenda pegó un grito de frustración mientras que se ponía roja de furia.

- ¡Aaaagh! ¡¿Por qué son más tercos que una mula!? ¡Yo llevo desde los 8 años entrenando, y tengo ahora catorce! ¡Catrail, que lleva entrenando desde que llegó aquí, o Eros, que lleva media vida entrenando, podríamos luchar! - cerró la boca al sentir dolor de garganta.

- Ya...- fruncí el entrecejo y me mordí el labio, cosa que solía hacer en situaciones estresantes. - Entiendo que a mí o a Luna o a Macarena no nos dejen luchar, pero a vosotros ya es demasiado. Podría convencerlos a todos con el hechizo de hipnotismo, pero el Maestro se las sabe todas.

- ¿Y si nos colamos con un hechizo de invisibilidad en la batalla, y al llegar nos volvemos visibles? -la estridente voz de Luna interrumpió nuestros pensamientos. Mientras hablaba, gesticulaba de manera exagerada, como siempre. Todos me miraron esperanzados.

- Uhmmm, es una idea perfecta, pero... - Eros suspiró con una mueca. – Siempre me quedo mirando los entrenamientos de los magos, me resultan fascinantes, por lo que sé que no darán ese hechizo hasta dentro de un mes.

-Jooooope, por una buena idea que surgía...- Macarena resopló. De repente se oyó una risita traviesa. Catrail reía con poco disimulo.

-Tienes razón, Eros, pero...- Catrail sonrió ampliamente. - Susana va muy adelantada, y sé que dará el hechizo mañana. –Todos me miraron asombrados mientras que yo le fulminaba con la mirada.

- ¡Pero no es seguro que pase eso! No formemos demasiadas esperanzas, o sino la desilusión será de aúpa. – Intenté razonar con poco éxito, pues me miraban como si fuera su ángel salvador o algo por el estilo.

- ¡Perfecto! ¡Podremos colarnos! – gritó Zenda y Luna empezó un extraño baile de la victoria, pero paró a ver nuestras caras asombradas.

-Jejeje, perdón. - Luna se sonrojó. Para cambiar de tema, añadió – Necesitaremos un lugar para reunirnos y hablar más detalladamente sobre el tema.

Catrail y yo nos miramos, indecisos. Me sonrojé al pensar que podrían malinterpretar eso que tuviéramos un rincón secreto, Dalia. Catrail debió pensar lo mismo, porque me miró angustiado. Los demás estaban demasiado ocupados pensando y no se dieron cuenta de nuestro apuro.

- Chicos, me he dejado el hacha en el ''aula''. Susana, acompáñame, por favor. - Catrail interrumpió los pensamientos de los demás, con una expresión de calma aparente, pero el tic de la ceja le traicionaba.

-De acuerdo, os esperamos. -Eros le miró con curiosidad. Asentí y fuimos al aula. Una vez allí, empezó un silencio incómodo.

- Bueno, pues... ¿Qué hacemos? – Me quité el pelo de la cara. – Lo malinterpretaran seguro segurísimo, pero tienen razón en lo del valle. Ay ay ay...- me volví a morder el labio.

- Contémoselo, y digamos que era solo para entrenar con más espacio. – Catrail disipó mis dudas.

-Vale, volvamos.

-Espera, que lo del hacha es verdad – me eché a reír mientras que él cogía el hacha.


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