Después de comer, nos reunimos en la entrada de la cueva. Estaban muy nerviosos. Empezamos a andar.
- ¿Cuánto falta? – Macarena me tiró ligeramente del vestido.
- Está muy cerca... - le di un golpe en la mano con mi vara.
- Auch. – Macarena puso morritos y se masajeó la mano herida.
- Es más, ya estamos aquí – Catrail se frenó en seco, provocando una especie de domino humano. Un conocido y dulce olor a lavanda impregnó el aire.
- ¡Qué bien huele! – a Zenda le brillaban los ojos, maravillada.
- ¡Un lago! – exclamó Macarena asombrada. Ella era una de las mejores nadadoras del todo el colegio, adoraba el agua por todo lo demás.
Todos miraban atónitos el valle. Catrail y yo tuvimos que atraer su atención casi a gritos.
- Entonces es aquí dónde os escondíais, ¿eh? – dijo Luna con voz insinuante. Yo miré al otro lado, y Catrail disimuló agachándose a coger una lavanda.
- Esto está muy bien montado, tendréis que haber trabajado un montón. – Eros observaba arqueando sus cejas espesas la casita.
- Sobre todo yo. – Me chinchó Catrail burlonamente. Me aguanté el impulso de sacarle la lengua, pero murmuré un hechizo apuntando a Catrail.
- Ukucaphuka. – En ese momento se le bajaron los pantalones provocando una carcajada general mientras que él se subía los pantalones, azorado. – Mi venganza se ha cumplido. – Dije con voz teatral.
- ¡Oye, has sido tú! – Catrail me miró ofendido. - ¡Que mala eres!
- Ya lo sé.
- A ver si volvemos al tema oficial. – Zenda cambió de tema, apurada. – Vamos a colarnos en el ataque oficial al campamento, que tendrá lugar en una semana. Entrenaremos aquí en el tiempo libre, pero...
- ¿Cómo lograremos que no se den cuenta de nuestra ausencia? – interrumpió Luna, algo recelosa.
- De eso me encargo yo. – Eros sonrió con un ademán tranquilizador. – Sólo tengo que tirar algo de la cocina y Uxia irá corriendo hacia allí, como siempre.
- Si somos invisibles, ¿cómo sabremos donde están los demás? – Macarena puso un mohín. – No podremos comunicarnos entre nosotros...
- Ya he dado el hechizo de telepatía y sé un hechizo revelador, que te deja solo a ti ver cosas invisibles. – Presumí coqueta.
- Si alguien se choca con nosotros, ¿qué? ¡Se pondría a tantear y se estropearía todo! – Zenda estaba especialmente nerviosa. Ella solía ser una chica tranquila, pero en ese momento parecía histérica.
- Usemos el hechizo volador, el Volatise ese, y solo tendremos que volar alto. – Catrail miró al otro lado. – ¿Alguna crítica más? – Se estaba empezando a enfadar notablemente, realmente era un fastidio escuchar críticas y más críticas. Todos negamos con la cabeza, un poco asustados.
- ¡Bueno, pues perfecto! – dijo Eros intentando suavizar el ambiente, con una sonrisa forzada. – Por cierto, ¿no tenemos que volver?
-...- silencio... Todos a la vez - ¡CORRER!
Por supuesto llegamos por los pelos.
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Mi espejo
FantasySusana y sus dos amigas acaban por accidente en una especie de mundo. Estan tan a gusto que no estan seguras de querer volver. Volveran?