Capítulo 20

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Después de comer, nos reunimos en la entrada de la cueva. Estaban muy nerviosos. Empezamos a andar.

- ¿Cuánto falta? – Macarena me tiró ligeramente del vestido.

- Está muy cerca... - le di un golpe en la mano con mi vara.

- Auch. – Macarena puso morritos y se masajeó la mano herida.

- Es más, ya estamos aquí – Catrail se frenó en seco, provocando una especie de domino humano. Un conocido y dulce olor a lavanda impregnó el aire.

- ¡Qué bien huele! – a Zenda le brillaban los ojos, maravillada.

- ¡Un lago! – exclamó Macarena asombrada. Ella era una de las mejores nadadoras del todo el colegio, adoraba el agua por todo lo demás.

Todos miraban atónitos el valle. Catrail y yo tuvimos que atraer su atención casi a gritos.

- Entonces es aquí dónde os escondíais, ¿eh? – dijo Luna con voz insinuante. Yo miré al otro lado, y Catrail disimuló agachándose a coger una lavanda.

- Esto está muy bien montado, tendréis que haber trabajado un montón. – Eros observaba arqueando sus cejas espesas la casita.

- Sobre todo yo. – Me chinchó Catrail burlonamente. Me aguanté el impulso de sacarle la lengua, pero murmuré un hechizo apuntando a Catrail.

- Ukucaphuka. – En ese momento se le bajaron los pantalones provocando una carcajada general mientras que él se subía los pantalones, azorado. – Mi venganza se ha cumplido. – Dije con voz teatral.

- ¡Oye, has sido tú! – Catrail me miró ofendido. - ¡Que mala eres!

- Ya lo sé.

- A ver si volvemos al tema oficial. – Zenda cambió de tema, apurada. – Vamos a colarnos en el ataque oficial al campamento, que tendrá lugar en una semana. Entrenaremos aquí en el tiempo libre, pero...

- ¿Cómo lograremos que no se den cuenta de nuestra ausencia? – interrumpió Luna, algo recelosa.

- De eso me encargo yo. – Eros sonrió con un ademán tranquilizador. – Sólo tengo que tirar algo de la cocina y Uxia irá corriendo hacia allí, como siempre.

- Si somos invisibles, ¿cómo sabremos donde están los demás? – Macarena puso un mohín. – No podremos comunicarnos entre nosotros...

- Ya he dado el hechizo de telepatía y sé un hechizo revelador, que te deja solo a ti ver cosas invisibles. – Presumí coqueta.

- Si alguien se choca con nosotros, ¿qué? ¡Se pondría a tantear y se estropearía todo! – Zenda estaba especialmente nerviosa. Ella solía ser una chica tranquila, pero en ese momento parecía histérica.

- Usemos el hechizo volador, el Volatise ese, y solo tendremos que volar alto. – Catrail miró al otro lado. – ¿Alguna crítica más? – Se estaba empezando a enfadar notablemente, realmente era un fastidio escuchar críticas y más críticas. Todos negamos con la cabeza, un poco asustados.

- ¡Bueno, pues perfecto! – dijo Eros intentando suavizar el ambiente, con una sonrisa forzada. – Por cierto, ¿no tenemos que volver?

-...- silencio... Todos a la vez - ¡CORRER!

Por supuesto llegamos por los pelos.

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