- ¿¡Tenéis un valle y no nos lo habéis dicho!?- exclamaron todos al unísono, pero con expresiones totalmente diferentes. Eros parecía extrañado, Zenda impresionada, Macarena ilusionada y Luna furiosa.
Para evitar un asesinato por parte de Luna, añadí rápidamente – Pensábamos decíroslo cuando el campamento buscase una segunda guarida. Así que alegraos.
- ¡Vamos allí! – Macarena daba saltitos, roja de ilusión.
- ¡Sí! – Zenda se unió a sus saltitos.
- Supongo que tendréis una cabaña para la lluvia, ¿verdad? – Eros nos miró inseguro.
- Por supuesto – Catrail sonrió orgulloso. – E incluso la hemos amueblado.
- ¿En serio? Fascinante...- él y Catrail se metieron en una conversación de aspectos técnicos de la que no entendí nada, así que miré con expresión culpable a Luna, que me miraba acusadora.
- ¿Por qué lo guardaste en secreto? Creía que confiabas en nosotras. – Sonaba realmente decepcionada, y al decir la última frase su voz amenazó con quebrar.
- ¡Claro que confió en todos vosotros! Es sólo que...- Por un momento me quedé en blanco. Luna tenía razón, nada me habría impedido contárselo... Improvisé – Es que el lugar, técnicamente, pertenecía a Catrail y no sabía si le habría gustado que os lo contara.
Luna me miró, y a pesar de decir que me creía, yo supe que no volveríamos a tratarnos como antes, pues su sonrisa casi constante, que aparecía cuando estaba con la gente que quería, había desaparecido, quizá para no volver.
De repente apareció Uxia, dando golpes a una cacerola. Al vernos, se enfadó.
- ¡Niños, a comer! ¿Desde cuándo lleváis aquí? ¡La comida se os va enfriar! – intentó dar un cacerolazo a Catrail, que lo esquivó.
- ¡Corred por vuestras vidas! – bromeó Eros, y echamos a correr.
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Mi espejo
FantasySusana y sus dos amigas acaban por accidente en una especie de mundo. Estan tan a gusto que no estan seguras de querer volver. Volveran?