Capitulo 8

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Andrei POV

Sebastían tomó mi mano con firmeza cuando avanzamos hasta donde se encontraba Oscar, lo saludé con un abrazo y mi acompañante hizo lo mismo, felicitándolo por anticipado

- No sabía que.. Wow, ustedes se ven bien juntos- dijo Oscar con el ceño fruncido levemente, sonreí porque la mayoría de las personas en ese lugar, sabían que de todos los invitados, el menos probable en llegar acompañado era yo, Sebastían sonrió y se encogió de hombros dando las gracias antes de tirar de mí hacia un lado, solté una risa sin poder evitarlo

- Dioses.. Andrei, en serio todos están mirando raro hacia nosotros.. Cuando me contaste de qué iba todo, no pensé que sería a éste extremo.. Y además.. No sé si es cosa mía pero.. Como que más de alguien quiere golpearme, intuyo el miedo desde lejos- dijo en voz baja haciendo una mueca, evité echarme a reír porque si, la verdad yo tampoco pensé que todo fuera así de extremo.

- Perdón que interrumpa..- mordí mis comisuras por dentro al oír su voz, Sebastián apretó mi mano en la suya y nos volteamos con naturalidad, quise regocijarme al ver a Hernán con el mentón en alto, alternando la mirada entre nosotros con el gesto molesto aunque condescendiente- Andrei necesito hablar contigo.. Ahora

- No lo creo, mi madre está por llegar y no arruinaré éste momento por tu culpa.. Ya lo haremos luego- dije enarcando una ceja, Sebastián soltó mi mano suavemente y acarició mi mejilla ignorando la presencia de Hernán, le sonreí en respuesta

- Deberías ir a posicionarte.. Entras antes que la novia, ¿No?.. Te ves perfecto- Sebastián arregló mi pequeño corbatín y me guardó los lentes dentro de su chaqueta antes de guiñarme un ojo, aún cuando se perdió entre la gente yo sonreía porque era un payaso de primera, cada vez me caía mejor

- ¿Podrías cerrar la boca?, no queremos que la tía camine por la poza que estás dejando con tus babas- dijo mi mejor amigo llamando mi atención de nuevo, observarlo era recordar lo de anoche, la sonrisa se fue de mi rostro de inmediato, en parte porque aún tenía coraje con él, en parte porque no podía sostenerle demasiado la mirada con lo hermoso que se veía- Escucha, yo...

- Te dije que ahora no, Hernán..- alcancé a decir antes de que las personas fuera de la iglesia comenzaran a correr en dirección al interior, miré sobre mi hombro que el auto que traía a mamá venía llegando, Oscar pasó por nuestro lado y corrió a tomar su posición también, Hernán me miró y con un movimiento de mi cabeza le indiqué que nos moviéramos, Felipe estaba en la entrada esperando por la novia mientras nosotros nos posicionábamos también, mi mejor amigo y yo eramos los que antecedían la entrada de la novia, no tirábamos flores ni nada como los damos de honor, simplemente debíamos caminar hasta el altar y esperar junto a Oscar que mi madre llegara a su lado

-¿Estás nervioso?-preguntó mi amigo, le observé un momento asintiendo porque había mucha gente y de ahora en más tenía que literalmente cuidar mis pasos, cualquier cosa en falso que hiciera mi nerviosismo por mí, sería un ridículo eterno- Tranquilo, respira y solo mira al frente.. Estoy a tu lado- susurró, le sonreí a penas asintiendo y volví mi vista al frente alisando mi chaqueta; en cuanto la marcha nupcial comenzó a sonar, conté hasta tres en mi mente y comencé a avanzar, un paso a la vez y con calma, sonreí aún cuando sentía que el sudor haría aparición en cualquier momento, Hernán se veía relajado a mi lado y odiaba aquello, en mi interior yo temblaba como gelatina- Respira y sonríe.. No pasa nada- murmuró mientras con un asentimiento de cabeza saludaba a ambos lados de las bancas, me aguanté reír porque le había dicho que no hiciera aquellos gestos, seguía viéndose como un viejo de los cincuenta.

Nos posicionamos a cada lado de Oscar y por primera vez pude ver a mi madre en todo su esplendor, su vestido blanco invierno era hermoso, venía del brazo de mi hermano mayor mientras Felipe y Nicole traían el velo tomado entre los dedos, cuidando que no perdiera la elegancia, sentí un apretón en mi brazo desviando la mirada, Hernán me guiñó un ojo y yo evité hacer cualquier movimiento más que una sonrisa leve y educada, sentía los ojos puestos en ella, en nosotros, paseé la vista por las primeras filas, Sebastían estaba sacando fotografías por un costado mientras mis familiares más cercanos usaban los primeros puestos, entre las cabezas distinguí la de alguien un poco más alto que yo, evité rodar los ojos y decir una maldición porque decían que era malo decir malas palabras en la casa de Dios; mamá llegó a nuestro lado y besó mi mejilla y la de Hernán antes de tomar la mano de Oscar, mi mejor amigo y yo tomamos asiento en silencio uno junto al otro.

Lecciones InesperadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora