Ángel©[Bill Skarsgård]

》Prólogo

La verdadera luz está

En donde la oscuridad más reina

Cold Mountain.

Cold Mountain no era más que una extraña fusión entre el pasado y el olvido. Intentar describirlo en un párrafo pequeño es tan imposible como intentar dibujar los colores del alma. En donde sólo un grupo pequeño de personas llenaban sus bolsillos con dinero cuando ya no había nada más qué llenar, y en donde llenaban sus almas cuando estaban más que llenas. Cold Mountain era como una máquina del tiempo defectuosa, sólo que no podías regresar al presente.

Estaba estancada. Estancada como las decisiones que tomó un adolescente predilecto creyendo que ya era adulto. No había nada nuevo, nada ocurría, todo era de antes.

Así es Cold Mountain, el pueblo en donde vivo. Y en donde, desgraciadamente, los deslices no podían ocurrir; ya que se consideraba un desequilibrio a lo rutinal que se vivía. Yo soy un desliz, que despierta más allá de la curiosidad humana.

Veo fantasmas. Y, aunque nada de eso me moleste debido a que me siento más cómoda con las personas que ya no están, sigo siendo la grieta de la pared, la abolladura del auto; Daella Channel era un estorbo para la sociedad de su pueblo.

Malas decisiones. Defectos. Muchas facetas. Amores no correspondidos. Problemas familiares. Adicciones. Sí. Como una adolescente normal, pero con el pequeño detalle de mi don.

Olvidemos eso, olvidemos mi gran defecto y concentrémonos en el "puede pasar". No soy alguien que busca amor, corrigo: no era alguien que buscaba amor. Pero aún así lo conseguí. Después de tanto tiempo y de pensar, me enamoré desde el primer día en que lo vi y hasta ahora me doy cuenta. Su sonrisa torcida. Sus ojos inocentes que me miraban como si fuesen lo único que tenía en su mundo.

Haniel fue mi todo y yo fui todo de él. Le entregué lo mejor que se le puede dar a una persona; cada pieza de mí. Cada fragmento, sin importar que estuviesen rotos. Porque el verdadero amor nace cuando estás rota y prefieres fingir que todo está bien sólo por la felicidad del otro.

¿Puedes cerrar los ojos e imaginar que puedes observar el viento?. ¿Contar todas las estrellas sin importar que cada minuto aparece una nueva?.

Lo mejor de las cosas imposibles es poder creer que son posibles. De eso se trata.

No importa que tan imposible fue que él fuese un Ángel y yo una simple chica que se escondía en una peluca.

Sólo que... esto es lo que pasa cuando te enamoras de la persona equivocada; te condenas a la perdición y el auspicio. Esperando a que de la nada te salven, cuando en realidad tú misma te colocas la soga al cuello.

Haniel era ese mal que debía ser destruido pero que te obligaba a amarlo al mismo tiempo.

[Escribí esta historia cuando tenía 14 años, leer bajo tu propia responsabilidad]