》Capítulo 15

2K 206 57
                                    

Me quedé perpleja.

De repente ya no pensaba nada. Sólo podía percibir una extraña confusión por todo mi ser. Le miré, como se me fue posible desde donde estaba. Sus cejas estaban ligeramente contraídas, haciendo algunas arrugas en el medio de éstas. Ya que yo me encontraba abrazándolo por detrás de los hombros, presentí como los mismos estaban tensos al igual que los míos. Quería darle una respuestas o siquiera una lógica.

Pero no la tenía.

— ¿Q-Qué?. Hablas de... ¿u-un demonio? — tartamudeé. Sintiendo como mi garganta se secó de inmediato —. Pero, Castiel; tú eres un Ángel. Eso no tiene sentido.

Mi voz era de total sorpresa y miedo. Sentí mis manos sudar e intenté quitar algo de sudor restregando las palmas en mi pantalón de pijama. Mi pecho subía lentamente y aún así el aire no llegaba en su totalidad a mis pulmones. ¿Demonio?. Si algo le temo en esta vida; son a esos entes malignos. Son oscuros, incesantes, inquietos. Lo peor de éste mundo. Nadie ha podido comprender el grado de maldad que poseen. Son los expertos en el engaño. Y con lo que me acaba de decir, me hace dudar de todo. De su inocencia. De su amabilidad. De la manera en que me hizo sentir. Del... supuesto cariño que parece tenerme. Y ahora no queda nada más que inquietud junto con una insertidumbre de no saber qué mierda es a quien estoy observando.

Mi nariz rozaba su cuello, al igual que mi respiración. Hizo un movimiento con sus manos y sujetó mis brazos, para que dejara de abrazarlo. Viró aún sentado, quedando al frente de mí. Él mismo había roto la promesa. Ahora, un espacio prudente estaba entre nosotros. No obstante, yo no intenté abrazarle de nuevo. Estaba tan molesta y asustada al mismo tiempo.

— No siempre fui un Ángel — comenzó, bajando la vista unos centímetros. Y sólo con eso la poca resistencia motora en mí colapsó. Mi gesto se torció —. Viví con el príncipe de la oscuridad allá abajo. No me gusta decir su nombre — pareció sentirse realmente asqueado al nombrarlo —. Le serví fervientemente durante casi milénios. Hice cosas... horribles, que ni siquiera imaginas. M-Mi tarea era-

Su garganta, al igual que la mía, pareció no poder más y calló enseguida. Lucía dolido. Atormentado. Creo que en este preciso instante por su mente están pasando todas esas "cosas horribles" que hizo. Luego, subió su vista verdosa hacia mí. Y sentí una opresión en mi pecho, como si una mano me empujase hacia atrás para quedar más lejos de él. Sólo que no había ninguna mano ahí. Tuve que sostenerme con mi mano para no caer de espaldas a la cama debido a la presión que hacía mi pecho.

Castiel hizo que yo me alejara de él como si de magia se tratase.

— ¿Cuál era tu tarea? — negó aún mirándome. Intenté que mi voz sonara más suave y no tan desesperada como en realidad lo estaba. Solté un respingo estresado—. Habla de una vez.

— Venir aquí a la tierra y tener escenas carnales con mujeres, era más bien un violador. Para así procrear en sus vientres monstruos, llamados hijos de ése ser oscuro — habló tan rápido que tuvo que tomar aire. Sus mejillas estaban enrojecidas y sus ojos cristalinos. Por cómo lo dijo, parece estar tan arrepentido que su voz se quiebra. Y el terror a sus palabras me causa escalofríos. Sé que el ser oscuro al que nombra, es el Ángel que traicionó a Dios por la codicia — los humanos le llaman más como: asesinos, psicópatas, pedófilos. Pero más que eso, las personas que hacen mal en este mundo, para mí; es porque en realidad son los demonios aquí en la tierra. Soy quien los procreó.

》Mi nombre de demonio era Auctor Mali. Es creador de maldad, en latín. Un ser tan despreciable, tan sasiado de sangre que si lo vieras desearías simplemente olvidarlo — sus ojos ahora estaban abajo. Y yo, sólo estaba ahí, escuchándolo en silencio —. Pero siempre hubo algo en mí que me hacía dudar de ciertas cosas. Muchas veces, mis pensamientos me jugaban en contra. Era como si... como si algo bueno estuviese en mí. Hasta que un día aquí en la tierra, vi a una niña en una cesta. Su rostro era tan pálido y sus manos... — sonrió débilmente al recordar —eran tan pequeñas. Toda ella cabía en mi mano. Era tan hermosa. Y yo tenía que llevármela conmigo, era una de mis tantas tareas. Sus padres habían hecho un pacto con el Diablo y el pago era el alma de esa niña. Pero... no pude hacerlo. ¿Cómo algo tan pequeño y frágil tenía que pagar por algo que hicieron sus padres?.

Ángel©[Bill Skarsgård]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora