》Capítulo 8

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Sus pupilas se clavan en las mías, como si esperara alguna reacción de mi parte. Aunque sea una, pero en lugar de eso me quedo callada. Muda, sin palabras. Suena dramático, porque admito que mucha importancia no tiene, pero cada acción tiene su consecuencia y si digo algo sé es que me pedirá explicaciones; las cuales no tengo.

O las cuales no quiero que sepa.

Mis ojos descienden lentamente, con algo de culpa y remordimiento. Sé que no es tonto, y prefiero ignorar la mirada ligera pero acusadora que me atraviesa como cuchillo.

— ¿Estás bien? — hay un astibo de timidez en su voz que no dejo pasar y sólo me dispongo a asentir.

Parecía esperar mi respuesta. Ya que su mirada verdosa se endulza al sonreírme de manera tierna, ahora, sus mejillas lisas y blancas tienen un carmesí teñido. Al igual que sus labios están un poco rojos, así que me pregunto; ¿mis mejillas ahora mismo estará como el color de sus labios?. El tiempo en que nos miramos parece irreal, infinito. No sé que es esto que siento, pero no quiero que aparte la mirada.

Y lo hizo.

— Tu mamá está llamándote, dice que hay bolsos que tienes que arreglar al igual que comida. ¿Segura de que estás bien?. ¿Te molestó lo que hice?.

Con mi mano derecha le hago un ademán para que no se preocupe, restándole importancia. No obstante, igual le agradezco internamente por haberme sacado de aquella escena tan tediosa y eufórica. Sonrió por el pequeño detalle de si algo me molesta o no.

— No, Castiel. Estoy bien. Yo... iré a arreglar los bolsos, nos iremos como en dos horas y no llevo nada guardado — expliqué sin muchas vueltas. Le miré a los ojos —. Deberías darte una ducha, puedes tomar las toallas de mi habitación si quieres.

Torció su gesto confundido, recuerdo que una vez me dijo que no entendía la necesidad de bañarse y le expliqué que cuando malos olores llegaran entendería. Era como si a un bebé le dieran dulce por primera vez cuando vio la ducha, y no pude evitar morir de ternura cuando toqué la puerta del baño y no quería salir de ahí. Aún cuando lo recuerdo un risa pequeña se me escapa, como ahora.

 Aún cuando lo recuerdo un risa pequeña se me escapa, como ahora

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— Te amo, mamá.

La enrollé con mis brazos en un abrazo nostálgico y fuerte. Toda mi vida hemos sido ella y yo, y el sólo pensar que no la veré por un tiempo me afecta seriamente hasta la médula. Pero tengo que hacerlo. Pero, sé que al fondo no todo tiene que  ver con que quiera ayudar al Ángel, también tiene que ver mi libertad.
Hace más de dos años que no veo nada más que montañas y nieve, quiero conocer. Disfrutar. Tener experiencias vividas por mí sin tener que imaginar lo que se sentía respirar con libertad.

— Prométeme que me llamarás cuando estés con tu padre. Por favor no olvides que el mundo es cruel. No te acerques a extraños y si por alguna razón quieres volver, sólo dime y haré lo posible por ir a buscarte. ¿De acuerdo?— me tomó de los hombros con mirada dura, pero soy consciente de que le afecta tanto como a mí. Asentí decidida—. Metí galletas en tu bolso y estoy segura de que acapararán el camino hacia Cold Hill. Cuídate mi niña.

Ángel©[Bill Skarsgård]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora