》Capítulo 3

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Lo último que escuché fue: Ángel de la muerte

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Lo último que escuché fue: Ángel de la muerte. Y, es lógica gracias al nombre que lleva, pensé que los ángeles de la muerte eran más terroríficos. Con rostros pálidos, sonrisas macabras y humo negro. Pero Castiel no parecía uno de esos seres, su rostro estaba lleno de ternura e inocencia. ¿Cómo alguien así podría quitarle la vida a un ser humano?.

— ¿Duele? —  me miró confuso al no entender de qué hablaba — ¿Morir duele? — repetí.

— No. Quizás la agonía sí duele, pero el momento exacto de morir, en el último suspiro; todo cambia. La agonía es el precio de la paz, que en este caso es la muerte — me explicó caminando a mi lado, rozando mínimamente mi brazo. Pero aún así, sólo sentí nada más que frío —. Nos encargamos de que el sufrimiento pare, y que la persona tenga la mayor tranquilidad que le sea posible. Ésa es la verdadera muerte.

Lo observé unos segundos, pensando en lo que acababa de decir. Y si era como él lo explicaba — no creo que sea mentira porque es quien se encarga de quitar la vida —, entonces, morir no suena tan mal. En el mundo hay responsabilidades, la mía es trabajar, estudiar, comer, ayudar a las almas perdidas. ¿Pero quién me ayuda a mí?, ¿quién me pregunta cómo estoy sin siquiera decirle: me siento mal?. No soy depresiva, pero hay cosas en la vida que son injustas.

Morir. Morir es el sinónimo de vivir de verdad. Estar en paz, tranquilo. Ver como el mundo sigue sin ti pero tú sigues en el mundo como un feliz fantasma. Espiando a los demás, eso sí es divertido. No, en realidad soy extraña.

— No me has explicado por qué buscamos a una persona mayor.

— Claro, bueno... no estoy del todo en este plano. Mi condición fue tomar o alimentarme del alma de un joven, así podré estar como un ser humano normal y viviré lo que al joven le restaba de vida — se le salió una pequeña sonrisa al notar mi asqueada mueca —. Por ejemplo, si un chico debía vivir veinte años más, si yo tomo su alma podré quedarme veinte años como humano. Pero estoy seguro de que no estaré mucho tiempo en la tierra así que...

— Tomarás el alma de una persona mayor porque no le queda mucho tiempo — terminé por él. Y asintió a la par conmigo —. Comprendo. Pensándolo bien, deberías conocer las costumbres y cosas... ¿humanezcas?. Así no estarás tan perdido. Te enseñaré si quieres.

— ¿Lo harías enserio? — agité mi cabeza asintiendo amigablemente. Sus labios dejaron de ser una línea recta para convertirse en una sonrisa ladina mientras me miraba con auspicia —. Gracias. Tú debiste ser un ángel.

— ¿Existen ángeles mujeres? — intenté evadir eso tan lindo que había dicho.

— Son las elegidas. Cada una de ellas tiene a un ángel asignado para ser su par. Como ves, me tocó a mí — se señaló así mismo. Me dediqué a bajar la mirada hacia mis zapatos —. Son Arcangelinas, quizás seas una; lo siento aquí.

Señaló su corazón y sonreí con ternura. Creo que ni él se da cuenta de lo tierno que es. Pero no, no me creo tan especial. Las elegidas, creo yo, deben ser chicas que dotadas de humildad y amabilidad. Yo no es que sea una mala persona, pero cuando lo quiero ser lo soy. No mido mis palabras y, siendo sincera, hay un lado de mí que nadie conoce. He sentido envidia y malicia. Odio y rencor. Mi orgullo me permite dejar de hablarle a una persona por siempre.

Ángel©[Bill Skarsgård]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora