Capítulo 3

91 13 0
                                    

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Katsumi descolocada. Esa nueva noticia, sobre todo lo que cargaba, no le permitía sentirse feliz de reencontrarse con el hermano que le había abandonado años atrás—, espera, ¿por qué eres mujer ahora? Tú...

—Yo no sé de lo que está hablando, señorita —dijo la supuesta dama de compañía sudando frío—, no soy Zura nii, ni alguien que usted haya conocido antes.

—Ay, por Dios, Kotaro Katsura, te conozco desde que nací. No hay manera de que no sepa quién eres, así que, por favor, deja el teatro.

Katsura suspiró rindiéndose, las ganas que tenía de abrazar a esa mocosa le quitaron los ánimos de negar lo innegable; y sonrió pensando en abrazarla, luego sonrió más amplio dándose cuenta de que ya la tenía entre sus brazos.

Katsumi, al sentir que ese hombre le abrazaba, se sintió confundida, pero cuando en su cabeza retumbó el latido del corazón de uno que ahora confiaba estaba vivo, lloró aferrada al kimono de su hermano vestido de mujer. O su ahora hermana, tal vez.

» ¿Por qué eres mujer? —repitió Katsumi su pregunta cuando al fin se tranquilizó, separándose del cuerpo de ese chico que adoraba con toda su vida.

—Es un disfraz —informó el cuestionado—. Necesitaba saber algunas cosas y me infiltré. Hay menos probabilidades de que me atrapen si están buscando una mujer, eso en caso de que algo salga mal, por supuesto.

—¿Investigabas sobre mí?

—En realidad, no. ¿Puedo saber qué haces aquí? Se supone que cuidaré a la hija de la casa, tú no eres hija de esta casa.

—Sí lo soy —declaró la chica dolorida—, luego de que te fuiste las cosas se pusieron mal, al final solo quedamos el abuelo y yo, y, desde hace unos años, soy solo yo siendo alguien que les sirva a ellos.

—El abuelo —musitó Katsura asombrado.

Cuando se fue no había pensado que alguno de ellos podría desaparecer, así que no estaba del todo preparado para escuchar semejante noticia.

—¿Hay algo mal con la casa?, ¿quieres ayuda para desmantelar lo que sea?

—No —dijo el azabache—, no desmantelamos nada, al menos no lo hago yo, yo solo busco y entrego información.

Eso era una clara mentira, una que la chica, que había perdido su oportunidad de salir bien librada de eso, no veía. Lo que su hermano hacía era algo que ella no conocía, y que el otro no le permitiría conocer.

—Entonces me lavaré la cara, Ezurako san, para que me acompañe a elegir mi atuendo para el encuentro de compromiso con Hijikata Toushiro.

Los ojos del líder de los Joi se abrieron enormes, su hermana le acababa de recordar algo que con la emoción perdió de vista.

—No puedes...

Katsura comenzó a hablar, pero Katsumi lo interrumpió.

—¿Qué?, ¿casarme con Hijikata Toushiro? El que no puede decir nada al respecto eres tú. Yo no soy más tu hermana, así que no tienes nada que opinar al respecto. No te olvides que fuiste tú quien me dejó fuera de su vida y se fue dejándome atrás.

Katsumi se levantó envalentonada con la ira que sentía. 

Todo había iniciado cuando él se fue, cada que las cosas se complicaron más ella le odió un poquito más y, ahora que declaraba que no era ella la razón de su entrada en esa casa, se sintió tan herida que buscó dejar claros esos límites que el mismo Katsura había puesto años atrás.


Continúa...

TENEMOS TRES PROBLEMASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora