Capítulo Nº14:

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—Megan, de verdad esto no es lo que tú piensas… —Dijo rápido y lo interrumpí.

— ¿No encontraste otra frase mejor? Esa es muy repetida. ¡Todos dicen lo mismo!

Todos me escucharon sollozar.

—Megan, yo besé a Nick. No es su culpa —Lo defendió apenada. Miley.

—Claro y él te devolvía el beso muy cómodo —Protesté al mismo tiempo que una lágrima comenzaba a deslizarse por mis mejillas— No quiero volver a verte nunca más en la vida Nicholas. Te odio —Expresé mirándolo con rabia.

—Megan… —Sollozó.

No quería escuchar más, haber visto la escena pasada hace unos segundos había dicho mucho de él; un cretino que no valía ni si quiera un centavo. Todas esas palabras que me dijo alguna vez… ahora no valían nada. ¿Esto era lo que quería? ¿Separarme de él? Muy buen trabajo, lo logró.

Volteé antes de explotar verdaderamente en el llanto que ahogaba mi interior. Comencé a correr a toda velocidad, todo lo que mis piernas lo permitieran.

— ¡Megan, espérame! —Lo escuché decir detrás de mí, muy a lo lejos. Claro, como si aún tendría tiempo que desperdiciar en él.

Al llegar a mi piso, jadeante, cansada y apareciendo levemente en mi cuerpo el sudor producto al veloz trayecto corrí una vez más a mi cuarto, tomé la maleta y sin darme el lujo de ordenar cada prenda de vestir las lancé en ella.

—Maldito imbécil —Farfullé, sollocé entre dientes.

Comenzaron a golpear la puerta con gran violencia.

—Megan por favor… dame la oportunidad de escucharme una vez más —Lo escuché decir con dificultad desde el exterior.

Esto es lo que él mismo se ganó, no necesito sus estúpidas palabras. Como dije; sería solo un gasto de tiempo.

Pasado un largo tiempo y haber percibido que los insistentes golpes en la puerta habían desaparecido, tomé mi celular y marqué un número de un amigo.

— Hola… —Comencé a sollozar— no… no estoy con Nick… ¿Te molesta si te pido un favor?... si, si… ¿Podrías llevarme de regreso?... tienes razón, me buscaría en casa… bien… ok, tú decides… ¿Dónde nos vemos?... ¿Cómo?... entiendo… a las 8… te espero.

Corté la llamada y dejé caer mi pesado cuerpo en el acolchado, necesitaba desahogarme un poco, llorar me vendría bien.

Mis ojos se cerraron vencidos por el llanto y pronto desperté por unos suaves golpes en la puerta. Levanté mi muñeca izquierda a la medida que mis ojos observaran el reloj, como lo supuse, eran las ocho.

Caminé agotada con mi maleta hacia la puerta.

— ¿Quién es? —Vaya… ¿De dónde saqué esa voz firme?

— Soy yo, abre… iremos a algún lado —Dijeron calmado desde el otro lado.

Con cuidado abrí el rectángulo de madera barnizado y miré por un borde a la persona que me esperaba. Era él.

— Vamos, Nicholas podría volver —Con delicadeza me tomó de un brazo y me empujó hacia el exterior de la suite.

—De verdad gracias… —Susurré.

—Tranquila, estarás bien. Eres fuerte. —Besó mi frente.

Sonreí queriéndole hacerle sentir que lograba reconfortarme por un momento.

Con mucho cuidado bajamos hasta el estacionamiento, me hizo subir en los asientos traseros y él se subió pronto al de conductor.

Emprendimos un viaje en silencio, él sabía muy bien que mis ánimos de entablar una conversación eran nulos.

—Duerme… —Lo escuché decir cuando la noche había caído— Te hará bien por un momento —Lo observé sonreír por el espejo retrovisor. Muy galán por cierto.

—Creo que… tienes razón —Sonreí.

Me estiré en los asientos y me tapé con unas sábanas que mi acompañante había dejado a mano en el vehículo por cualquier caso de emergencia. Que preciso.

No sécuántas horas habré dormido, desperté al sentir que el motor se detenía, luego la puerta del conductor abrirse y cerrarse, provocando que entrara el aire fresco en el tibio ambiente del vehículo y pronto… alto… ese sonido… ¿Es mar?

Abrí mis ojos y lentamente me fui sentando en el asiento. Correcto, estábamos estacionados casi a la orilla del mar.

Mi conductor estaba apoyado en el frente del auto dándome la espalda, su cabello danzaba en la brisa marina y abrasaba sus brazos una y otra vez.

Cubrí mi cuerpo en la frazada y salí del auto, el sonido de la puerta cerrándose llamó su atención.

— ¿Qué hacemos aquí? —Me apoyé en el auto a su lado.

—Me gusta este lugar… aún estamos en camino a la casa de mis tíos, podrías alojarte por unos días hasta que Nick pierda la esperanza —Sonrió.

Sonreí desanimada, su nombre lograba un gran nudo en mi garganta, él lo notó.

—Vamos, sabes que Nick no vale la pena. No derrames lágrimas por alguien que no lo haría por ti —Suspiró y rodeó mi espalda con un fuerte abrazo.

Me sentía tan cómoda en sus brazos, todo esto que estaba pasando… lograba que sintiera falta de afecto y ahora cualquier muestra de cariño llamaría mi atención.

Besó mi cabello y sonrió perfectamente.

—Gracias por traerme aquí, el mar de noche es muy… relajante —Sonreí.

—No hay de qué, es mi lugar preferido… estaba de paso y sabiendo que el sueño me vencía sería bueno que nos detuviéramos aquí y siguiéramos nuestro trayecto mañana ¿Qué te parece?

—Es perfecto —Me acomodé en su pecho.

El palpitar de su corazón era como una melodía… una extraña y dulce melodía.

Cerré mis ojos y suspiré.

Levanté mi rostro y ahí estaba, como siempre con una mirada que irradiaba confianza.

Sentí escalofríos en mi cuerpo, pero tampoco nerviosismo. Tenía muy cerca de mis labios ese suave aliento a menta, esos rojos y delineados labios cerca de los míos.

Cerré mis ojos y pronto sentí una presión en mis labios… eran los suyos capturándolos con tranquilidad y ternura. Nunca había hecho algo parecido con él. 

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