Capítulo Nº16:

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—Megan, no puedo hacerlo… —Dijo corriéndome con delicadeza hacia un lado para sentarse.

Mejor era mirar hacia un lado y no emitir tan solo una palabra. Me sentina incómoda frente a su reacción.

—Sabes que te quiero y que me gustas mucho ¿Verdad? —Susurró detrás de mí.

Giré mi rostro en cámara lenta, como si estuviese dentro de una película y nuestras miradas finalizarían un reencuentro.

Solo acentué con mi cabeza y volví a agachar mi rostro.

—Entonces, no me hagas daño. Sé que aún amas a Nicholas, solo estás lastimada y no quiero ser el premio consuelo. —Dijo al mismo tiempo en que levantaba mi rostro con su mano en mi mentón.

Nuestras miradas al conectarse formaron un ambiente de ternura. No séqué era lo que sucedía dentro de mí, pero abundaba la primavera dentro de mi corazón.

— ¿Por qué crees que te respondía cuando me besabas? —Susurré.

Me miró confundido y luego se encogió de hombros.

— ¿Es que no entiendes? —Arqueé una ceja, estaba desesperada por alguna respuesta de su parte.

—Megan, te besaba a la fuerza. —Me excusó.

—Solo al principio —Busqué sus ojos.

—Será mejor que lleguemos luego a casa. Te quiero y no deseo que cometas un error del cual te arrepientas o que me reproches de por vida que me aproveché de ti gracias al estado en que estabas —Al termino de sus palabras besó mi frente y se desplazó hasta los asientos delanteros.

Me dejó sumida en billones de pensamientos, era increíble. Siempre me quiso tener en sus brazos… y aceptaré, desde lo más profundo de mi corazón, que más de una vez quise tenerlo.

Volvió a poner el auto en marcha, sabía lo cansado que estaba y que sería peligroso que condujera de noche por una larga carretera y sin nadie que lo mantenga despierto.

Me crucé hasta el asiento del copiloto y encendí la radio dejándola a un buen volumen para mantenernos a ambos despiertos.

— ¿No vas a dormir? —Lo escuche preguntar, yo mantenía mi vista fije hacia el frente.

—Alguien te tiene que mantener despierto, es peligroso que manejes cansado, de noche y sin algo que te mantenga alerta —Dije seria y fría.

Aún no lo miraba, no quería hacerlo. Lo necesitaba y él se negaba.

En un momento sentí su tibia mano en mi pierna, acariciándola con ternura.

—No te enfades, por favor —Me miró por dos segundos, suplicante.

—No lo estoy, solo que… nada, no interesa —Seguí mirando en línea recta.

Él sabía bien que era lo que me sucedía y yo esperaba a que me comprendiera.

El camino se hizo largo y cada vez que mis ojos pedían a gritos cerrarse, hacía el intento para no hacerlo, pues Joe necesitaba mi ayuda.

Finalmente nuestro trayecto se detuvo cuando llegamos a un pueblito. Unas cuantas vueltas por los pasajes y pronto estuvimos en una hermosa casa, no de gran tamaño, pero bastante acogedora.

Joe me designó una hermosa pieza, bastante elegante puedo decir y él se metió en otra. Como nuestra estadía no tenía tiempo definido no me tomaría la molestia de desempacar. Solo dejé la maleta sobre un mueble y busqué la ropa adecuada para la ocasión; Dormir.

Me metí entre las sábanas de la amplia cama y antes de caer en un profundo sueño, me quedé despierta mirando hacia la ventana.

Sentía ese frío de no tener a mí amado a mi lado, lo extrañaba y más recordar la imagen de ese veloz beso… fueron razones para que mis ojos se cubrieran en lágrimas.

Estaba sola en la noche, en un lugar que no conocía y con alguien que me quería tanto para no cometer una locura conmigo… realmente estaba todo mal.

Comencé a sollozar y de a poco iba mojando la almohada con mis lágrimas. Apreté con fuerzas las sábanas y pronto escuché el crujir de la puerta.

—Megan… ¿Qué sucede? —Lo escuché preocupado y en unos instantes estaba detrás de mí estirado a mi lado.

—No es nada, enserio, no te preocupes —Cambié mi tono de voz por uno más firme y luego sequé una lágrima.

—A ver… —Susurró y me hizo girar con delicadeza para mirarme.

Mis ojos, mi rostro me delataron enseguida.

—Megan… ¿Por qué…? Vamos, no llores —Secó mis lágrimas con su dedo pulgar.

—No entiendes, además… ya te dije, no es nada importante —Susurré y sonreí, no quería preocuparlo.

—Ven, siéntate —Dijo ayudándome a sentarme a su lado.

Me acomodé y lo miré.

Sabes que no tienes porqué llorar, es un completo imbécil, eres fuerte, hermosa, extrovertida, dulce… eres todo lo que alguien quiere a su lado. El no pudo apreciar ni si quiera algo de aquello. —Me miró con ternura y besó mi frente.

—Yo… quería darte las gracias, enserio… fuiste quien me abrió los ojos, te quiero y mucho —Lo abrasé.

No dijo nada, solo acarició mi espalda y dejó que escuchara como su corazón latía intensamente.

Volví a tomar la posición anterior y lo miré a los ojos.

—Lo siento —Susurró.

— ¿Ah? —Arqueé una ceja.

— ¿Puedo… besarte? —Lo escuché con timidez. ¿Desde cuándo?

Solo acentué con la cabeza.

Cerré mis ojos y enseguida sentí su respiración sobre mis labios. Finalmente sus labios contra los míos. ¿Por qué lo disfrutaba tanto? Esto no debía ser así.

Enredé mis dedos en su fino cabello e hice una fuerte presión entre ambos. Dejé caer mi cuerpo hacia atrás y él rápidamente se posicionó sobre mí.

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