Al día siguiente desperté por una linda melodía proveniente desde el exterior de la casa. Abrí mis ojos con lentitud y me percibí recostada sobre el tibio y desnudo pecho de Joe.
La ventana seguía entreabierta y pude notar como pasaban pequeñas aves de un lado a otro, entonando esa melodía que me había quitado el sueño.
Levanté solo un poco mi rostro para poder darme cuenta de si Joe aún dormía… y así era, sus ojos estaban cerrados, la expresión de su rostro era tan pacífica… me entregaba calma y ternura, incluso parecía que sonreía levemente.
Supuse que ya era tarde, se escuchaba el motor de autos ir y venir, al igual que los grandes autobuses y cosas por el estilo.
Comencé con cortos besos sobre su suave piel y sin darme cuenta de que ya había despertado, seguí con mi quehacer, pues sentía como sus manos subían y bajaban por mi espalda.
Llegué a sus labios y comencé a devorarlos con desesperación, tomó de mi cuerpo y me giró para quedar sobre mí.
Esos húmedos y pacíficos besos sobre mi cuello me dejaban sin aire. Tomé mis manos y las llevó a cada lado de mi rostro. Ahora sabía que empezaba a jugar tortuosamente con mi anatomía.
Mi pecho ya estaba agitado y Joe aún seguía besando mi cuello.
—Buenos días —Susurró al levantarse un poco y mirarme.
—Buenos días —Sonreí y acaricié su mejilla. Volví a besar sus labios.
Antes de hablar suspiró y me analizó.
—Eres hermosa —Se recostó sobre mi pecho.
Suspiré y cerré los ojos.
Pronto nos vestimos y nos encaminamos a la cocina para preparar un apetitoso desayuno.
—Malas noticias —Me miró serio luego de revisar ciertos muebles y el refrigerador.
— ¿Qué sucede? —El tono de su voz me transmitió cierta frialdad.
—No hay… alimentos —Me miró desesperado.
Me acerqué a él, tomé su rostro entre mis manos y besé sus labios.
—Tranquilo, sobreviviré —Sonreí.
—Es que… —Me miró nervioso y guardó silencio.
El silencio completó su frase, su querido estómago comenzó a gruñir… lo delató por completo, tenía hambre.
—Joe… tienes hambre —Sonreí.
—Un poco —Agachó su rostro y se sonrojó. Mordió su labio inferior.
Me alejé de él y busqué las llaves de su auto.
—Ten —Se las lancé mientras me observaba sin entender.
— ¿Qué planeas?
—Iremos por provisiones —Reí.
Y así fue, salimos de la casa y nos pusimos en marcha al supermercado que estuviese más cerca.
Joe tomó un carrito y comenzó a lanzar todo tipo de alimentos. Estaríamos solo un par de días, no necesitábamos tanto… ok, es hombre y supuse que debería tener gran apetito.
Antes de llenar el carro, Joe se me acercó, tomó de mi cintura y me subió en este.
— ¿Qué diablos haces? —Pregunté riendo.
— ¿Nunca te has subido a uno y correr por los pasillos? —Sonrió travieso.
—Creo que si, a los 5 años. Solía aburrirme cuando venía con mamá —Reí.
—Volverás a tener cinco —Río.
Tomó del carrito y comenzó a correr, siendo aún muy temprano no había muchas personas que intervinieran en la carrera de Joe.
— ¡Joe! ¡Ya basta! —Reí sentándome en el carrito encogiendo mis piernas gracias al poco espacio— ¡Terminarán echándonos de aquí! —Sentía que en cualquier momento chocaría contra un estante de alimentos y terminaría hundida en latas de sardinas.
¡Tranquila! ¡Solo disfrútalo! —Seguía riendo entretenido.
Comencé a reír sin sentido, se sentía bien ser uno mismo y no temer de lo que los demás dijeran.
Antes de encontrarnos con un guardia de seguridad, me bajó del carrito, terminó de llenarlo y salimos del supermercado.
Al llegar, bajamos del auto, sacamos la mercadería en pocas bolsas y caminamos hasta la puerta. Joe muy tranquilo le quitó el seguro y la dejó entreabierta, pero alto… no entró, prefirió tomar mi rostro con una mano y besarme apasionadamente en los labios. Empujé la puerta y entramos sin dejar de besarnos antes de que alguien nos viera.
Tiré las bolsas en un lugar equis para despejar mis manos y enredar mis dedos en su sedoso cabello.
Cerró la puerta con el pie y caminó empujándome hasta lograr chocar con una pared.
—Genial, siempre desee ver como besabas Megan —Escuchamos decir a lo lejos.
Enseguida nos separamos, como si nos hubiese separado gracias a un rayo.
Ahí estaba él…. Sentado en un sillón, sus manos metidas en los pantalones.
—Nick… —Susurré.
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Crazy
Teen FictionNick y Megan son novios desde hace tiempo. Nick la convenció de hacer un viaje, mintiéndo Megan a sus padres cuando salen una noche. Crazy es un punto en el que ellos dos confiarían sus vidas... ¿Pero es lo más seguro? Joe... un nombre que laguna...