25._Concecuencias

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Los sueños que llenaron su mente al poder re-encontrarse con su amado fueron calmados. Como la calma que precede a la tormenta.

Una dulce vida con el a su lado, aquel deseo logró traer paz a su mente atormentada.

Fue horrible para el despertar. No abrió los ojos al tomar conciencia de que su sueño había acabado, se queda tan quieto como pudo.

Supo que Alexander estaba despierto, la presión al pie de a cama era fácil de sentir.

Cuando se digno a abrir los ojos y sin hacer nada que alertara a su compañero, lo observó, tan bien como podía desde su vista periférica.

Estaba ahí, sentado, no necesitaba verlo de frente para notar que estaba sumergido en sus pensamientos, con ese gesto tan serio que hacia temblar cada parte de el. Se habría quedado en aquella posición hasta que se fuera, pero ya había hecho sufrir demasiado a aquel que amaba más que a nada, así que se sentó con calma y no despegó su mirada de el.

Era el momento, sabía que ahora que todo estaba un poco más tranquilo vendrían los reproches, las preguntas de verdad y no podría evitarlo, no lo haría, ya no más.

—Thomas.—Le dio una pequeña mirada, era claro que se había perctado de sus movimientos.

Quizo decir su nombre, pero se quedó atorado en el nudo que se hizo en su garganta en un segundo.

—¿Por que nunca me dijiste nada?—Su cuerpo sintió el sudor frío recorrerle, aquel tono sonaba a que se habia preguntado eso muchas veces.

Apretó los labios, hundió sus dedos en la cobija y suspiro. Iba a ser difícil, pero de verdad deseaba dejar de huir.

—Fui un idiota.—Logro escuchar el resoplido de inconformidad de Alexander.—Me aferre a que no debía hacerlo, se que no debí, pero parecía el único camino. Ocultar todo, como si estuviera cómodo en el sufrimiento constante.

Hubo silencio, ambos aguantaban volver a los sollozos.

—No confías en mi, querías  deshacerte de mi.—Se levanto, estaba furioso y hasta aquel momento lo logró notar.

—¡No! Eso no es, escuchame, jamás he tenido idea de como expresarme bien y tuve miedo, tanto, que me hizo cometer error tras error.—Mientras hablaba se levantó y fue tras el, aferrándose a su brazo.—Por favor, se que he hecho algo horrible, que fui muy infantil, pero te juró que en estos días he cambiado mucho, tanto.

Alexander arrebató su brazo, con un movimiento tan brusco que le dolió un poco.—¡No te creó!

No sabia cuanto tiempo el inmigrante había esperado en silencio, sentado en la orilla de la cama, con sus pensamientos carcomiendo lentamente, aguardando a que despertara para poder decir lo que no había podido.

Thomas intento hablar, pero antes de que pudiera hacerlo otro grito golpeó sus oídos.

—¡¿Que hacia Lee con tu maldito collar?!—Revelo aquel hermoso relicario, que había estado oculto en el puño de Alexander.

Pasos suaves se acercaron a la habitación, nadie los escuchó, el par estaba tan inmerso en su discusión que no notaron la puerta siendo abierta con la mayor de las delicadezas.

—¡¿Lee lo sabía, pero yo no?!—Habria gritado mil cosas más, con insultos decorando cada frase que saliera de su boca, pero el mayor le tomó de las muñecas y le contestó.

—¡Me desmaye!—Tuvo que gritar, para que le dejara al menos un momento para hablar.—Me desmaye, tras tomar algunas pastillas y acabarme la copa, tuvo un horrible ataque de ansiedad. No recuerdo en que parte, pero cuando desperté había un hombre.

Su vista se fijo en el hombre en la puerta, Madison escuchaba atentamente con un rostro afligido.

—George, un amigo de Lee al parecer. Ambos estaban ahí y este hombre quería conseguir algo por "Haberme rescatado tras estar desmayado en la calle."—Dio un gran suspiro, para poder llenar por completo sus pulmones de aire.—¡Y yo le di algo de dinero! ¡Y luego le pedi un par de favores a Lee! ¡Y me estuve quedando con ellos un tiempo! ¡Y Lee me hablaba sobre como te encontrabas! No sabia que tenia el collar, ¡Crei que lo habia perdido cuando me desmaye! —Hablaba rápido, trabándose en varias partes y su respiración era agitada por las lágrimas que volvían a salir.

Pero Alexander no estaba contento con eso.

—¡Eso no cambia que me lo ocultaste!—Estaba tan enfadado que apretó los collares de nuevo en su palma.

—¡Lo siento!—De dezplomo en el piso, sus manos se enredaron en sus mechones y los jalaron con fuerza.—Intente decírtelo.—Sollozaba, ya no tenía fuerzas para gritar.—Pero no podía, si lo intentaba, mi voz no salía, no podía, perdoname por ser una basura.

Volvió a llorar con todas sus fuerzas, pero Madison corrió a el, empujando un poco a Alexander, y lo abrazo. No diría nada, no quería pelear a diferencia de los otros dos, sólo detuvo las manos del mayor de seguir tirando de su pelo y lo guió para que llorara contra su hombro.

Entre todo eso, Alexander se fue de ahí. No podía seguir en aquella habitación, estaba a punto de explotar aún más de lo que ya lo había hecho.

El infierno en su pecho dolia más con cada grito de dolor que escuchaba en su camino a irse de ahí. Conocía ese tipo de sentimiento, el estar llorando tan fuerte e intensamente que el aire no llegaba a tus pulmones bien y apenas podias respirar, que todo colapsaba, que  todo explotaba y tu mente se destrozaba.

[Hamilton] Cuando Vuelvas (Jamilton con Ham histórico y Jefferson Musical)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora