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Felix se había dado cuenta de que Kim Seung Min le gustaba demasiado.
Y eso era un severo, grave problema que debía resolver si no quería salir herido.
Porque esa relación era falsa, no iría a ningún lado, y si llegaba a querer a Seungmin terminaría con el corazón roto y sin nadie que pudiera sostenerlo.
Pero había momentos donde a Felix no le importaba eso. Había momentos donde Felix estaba dispuesto a terminar con el corazón roto si eso significaba aprovechar cada segundo que le quedaba con Seungmin.
Cómo cuando Seungmin le sonrió por primera vez, sus labios se estiraban en una amplia sonrisa luego de que Felix hubiera hecho un comentario estúpido que ya no recordaba bien, porque la sonrisa de Seungmin era tan brillante que cualquiera se enamoraría al verlo.
O también cuando estaban saliendo de la Facultad de Arquitectura, y alguien pasó a empujarlo, entonces Seungmin lo tomó de la cintura y de la mano para impedir un golpe. La forma en la que lo sostuvo, el hecho de que luego no soltara su mano y corroborara si estaba bien, hizo que algo se sintiera bien en su interior.
O cuando Seungmin lo besó por primera vez.
Los labios de Seungmin eran suaves. Eran cálidos. Eran amables.
Seungmin había obtenido su primer beso, y Felix estaba feliz de que su primer beso fuera de Seungmin, aunque toda esa situación hubiera sido una farsa. Felix está dispuesto a darle todo a Seungmin si se lo pedía, aunque pareciera querer mantener la distancia.
Si Seungmin quería un pastelito de Felix, Felix le cocinaría todos los pastelitos del mundo.
Si Seungmin quería llevarlo a la cama, Felix iría bien dispuesto.
Bueno, quizás protestaría un poco. Sólo un poquito.
Estaba perdida, locamente enamorado de Seungmin, y eso dolía. Dolía cuando Seungmin lo miraba a los ojos, cuando Seungmin lo abrazaba por la cintura frente a todos.
A veces rezaba que todo eso no fuera una farsa.
—Felix, ¿Cómo está tu hermana? —preguntó esa mañana la mamá de Seungmin mientras su hijo iba a buscar su mochila.
Sonrió de lado, jugueteando con la cajita donde llevaba sus pastelitos.
Iba a contestar cuando Seungmin habló:
—¿Tienes una hermana?
Estaba de pie bajo el marco de la puerta con el ceño fruncido, su reciente cabello castaño cayendo sobre sus ojos.
A Felix le encantaba. Estaba seguro de que si su cabello estaba teñido hasta de color verde moco se vería lindo.
Talvez no tanto, pero a Felix le encantaría igual.
Se encogió de hombros, quitándole importancia.
—Vamos, cachorrito —extendió su mano, tomándosela, y se despidieron de la mamá de Seungmin.
Pero Seungmin seguía curioso.
—Nunca me has hablado de ella —protestó infantilmente.
Y Felix hizo lo necesario para herirlo, para alejarlo.
—No es necesario que lo hagas. No le voy a presentar a un novio falso —respondió como si nada.
Sin embargo, Felix vio la rápida mirada herida de Seungmin, y quiso tomarlo en brazos, llenarle el rostro de besos, decirle que lo quería, que quería estar a su lado para siempre.
Por supuesto que no lo hizo. Sólo siguió caminando mientras sentía que algo se rompía en su interior.
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