Capitulo 11

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Harry

 Esa noche, sueño con él.

Está de pie en el borde de un acantilado. El cielo se enturbia, oscuro y tumultuoso, las nubes casi negras.

Relámpagos destellan a través de ellas. No me está mirando, pero puedo ver los ángulos de su espalda desnuda, la forma en que el viento azota su pelo. —¡Louis! —grito, pero no me escucha. Y entonces él cae. Impresión y horror se calvan en mi pecho. Corro hacia el borde, llamándolo, y miro hacia abajo, pero en ninguna parte se ve a Louis en las revueltas aguas, en las olas rompiendo blancas y espumosas contra las afiladas rocas… Si me sumerjo tras él, seguramente voy a morir… Pero no puedo dejarlo… Me giro, con la intención de correr hacia la orilla y meterme en el agua, pero soy detenido por una oscura figura. Es Louis. Sus ojos ya no son azules,ahora son negros. Y está sonriendo. —Louis.. —Sollozo—. Pensé que estabas… —Lo estoy —dice fríamente—. He estado muerto por dentro durante años. —No —susurro—. No lo estás. Tú…

—Traté de advertirte. Pero no escuchaste. Y ahora no hay vuelta atrás. —Da un paso hacia adelante, su cara pálida y angulosa. Mis pies están pegados a la tierra, y por primera vez, el miedo se arrastra lentamente hacia arriba por mi espalda. Me alcanza, y la primera cosa que pienso es que va a acariciar mi cara, pero entonces sus manos se cierran alrededor de mi garganta. Repentinamente, no hay aire en el mundo. —Te dije que era peligroso. —Dolor se escucha en su voz. Jadeo por aire, pero sus dedos se aprietan alrededor de mi cuello. Mi pecho se siente como si fuera a explotar—. ¿No lo entiendes? Ahora que tengo que dejarte entrar, morirás debido a mí. Quiero decirle que está equivocado, pero apenas estoy consciente ahora. Él me levanta de mis pies. —Así que bien podría matarte primero. Me despierto de golpe, completamente desorientado, mis manos en mi garganta. Pero no hay nadie ahogándome. Estoy respirando bien. Lentamente, mis latidos vuelven a la normalidad, y recuerdo dónde estoy. La habitación de Louis. Bueno, su apartamento en el campus. Estoy enterrado en su cama —que es un completo lujo comparada con la mía, dura como piedra— tamaño matrimonio, con lo que estoy bastante seguro es un colchón de plumas. Qué estúpido sueño. Está oscuro, la única luz que hay se filtra a través de las cortinas de las ventanas. Me doy cuenta de un dolor sordo entre mis gluteos y me sonrío, cerrando mis ojos y tratando de revivir lo que pasó en la playa. Incluso sólo pensar en eso me hace hormiguear. Casi quiero despertar a Louis para hacerlo de nuevo. Me doy la vuelta para robar un vistazo de él, dormido en el otro lado de la cama. Y entonces me doy cuenta de que algo está mal. Él está durmiendo, pero está rígido, retorcido en las sábanas. Su cuerpo está empapado con sudor, y puedo ver el dolor en su cara incluso con la pobre iluminación. —¿Louis? —susurro. —No —escupe él a través de sus dientes apretados—. No el. Por favor… —Deja escapar un grito ahogado. Está teniendo una pesadilla. Rápidamente me acerco y agarro su hombro, sacudiéndolo. Su piel está húmeda. —¡Louis!, ¡despierta!

Después de un momento, sus ojos se abren de golpe. Me mira sin reconocerme, su expresión ciega. Eso envía un cuchillo a través de mi corazón. Instintivamente lo abrazo, sintiendo sus latidos palpitar a lo largo de su cuerpo. —Está bien, sólo era un sueño. Lo siento relajarse contra mí, apenas. —Todavía estás aquí —dice en voz baja. —Por supuesto que sigo aquí. ¿A dónde iría? —digo, tratando de mantener un tono ligero—. ¿Estás bien? Él coloca una mano en su frente, inhalando profundamente para recuperarse. —Estoy bien. Lamento haberte despertado. —No, estaba despierto porque… —No hay forma de que le diga sobre ese sueño. Conociéndolo, probablemente se sentirá culpable por lo que hizo en su propio sueño—. Estaba pensando en lo que hicimos en la playa. Fue increíble. Supongo que había esperado que doliera más, pero… —¿Qué quieres decir con que habías esperado que doliera más? —Él se sienta y enciende la lámpara que está a su lado. La luz dorada cae sobre su pecho, que todavía está empapado de sudor—. Harry, ¿eres virgen? —Bueno, ya no más —señalo. Él gime y se deja caer contra su almohada, cerrando sus ojos. Frunzo el ceño—. No es gran cosa. No soy de la clase de persona de “no sexo antes de casarse”. —Si lo hubiera sabido, hubiera sido más… gentil. —Arrastra un brazo sobre sus ojos y endurece sus dientes—. Dime que no te lastimé. —¡No lo hiciste! Soy un cobarde respecto al dolor, ¿de acuerdo? Si hubiera dolido, lo habrías sabido. Habría chillado. —Si recuerdo correctamente, hubo algunos chillidos involucrados. —Una nota de travesura se arrastra por su voz. Le pego en el brazo, sonrojado. —Esa fue tu culpa, no mía. —Entonces me di cuenta—. Espera, ¿esa fue una broma? ¿Acabas de hacer una broma? ¿El sentido de humor de mala reputación de Louis Tomnlinson? —No te emociones tanto. No es algo que me molesto en hacer con frecuencia. —Extiende sus brazos sobre su cabeza, bostezando. Veo un vistazo de cansancio en sus ojos, un cansancio que por fin entiendo, si él tiene pesadillas como esta cada noche. Lo empujo de nuevo. —No estoy seguro sobre eso. Tal vez sólo necesitas un poco de excelente sexo para convertirte en un comediante.

Torrencial - Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora