Louis
Mi nombre es Louis Tomlinson.
No estoy aquí por la razón que crees.
El bar está oscuro con el humo de las tres de la mañana, los sueños rotos y las ebrias incoherencias casi tangibles. Holgazaneo en una esquina, las sombras manteniéndome mayormente escondido de los idiotas cayendo en discusión unos con otros sobre cuál chica le pertenece a quien. Toqueteo el borde de un claro trago de vodka. Cuando lo termino, cosquillea vagamente.
No siento nada No soy nada. Pero esta noche estoy un poco harto de la nada, así que me levanto, un profundo dolor brotando en varios de mis músculos. He estado practicando demasiado, lo sé. Pero no hay nadie que me diga que me detenga. Hay un particularmente estúpido neandertal en la mesa más cercana a mí. Dice algo obsceno a sus amigos, quienes lo golpean torpemente en la espalda. Todos están ebrios. He tenido demasiadas bebidas, pero a diferencia de ellos, me hace más perspicaz. Electrificado. Listo para dejarlo salir: algo que nunca puedo hacer cuando estoy sobrio. Camino pasando la mesa de los neandertales, a propósito dejando que mi codo golpee su hombro.
—¿Qué joder fue eso? —gruñe. Girándose obtengo una vista completa del tatuaje de víbora curvándose sobre su horrible quijada.Sus amigos se ríen, oliendo la pelea. Este tipo es más ancho que yo, pero no más alto. Él es un pico. Yo soy un sable. —Lo siento —digo en voz baja—. Soy menos cuidadoso alrededor de perdedores. Captan la esencia inmediatamente; mi lado de chico rico floreciendo. Es obvio en la manera que me comporto, la expresión arrogante que he tomado de mi padre. No trato de esconderlo. Los hace querer herirme más. Y eso es exactamente lo que estoy buscando. —Oye, tú pedazo de mierda —El neandertal se levanta, empujando la mesa y tirando el trago de alguien más. Nadie se queja. Es su líder—. ¿Listo para tener tu bella cara partida por la mitad? Mi boca se tuerce en una rara sonrisa. —Estoy listo para que lo intentes. Su primer puño viene como un camión, pero lento. Lo esquivo, sonriendo a la sorpresa tonta en su rostro. Me pregunto cuántos dientes ha quebrado con ese golpe antes. Pero no los míos. Sus amigos ahora están gritando, pero los ignoro. Mi cuerpo está zumbando con ira animal. Esta es la única vez que me permito sentir. Lo golpeo en el momento en el que se agacha un instante, y quiero prolongar esto. Lo golpeo una vez en el pecho y otra en el hombro, suficiente para herirlo, suficiente para hacerlo enojar. —Hijo de puta. —Tira un salvaje derechazo. Esta vez lo dejo golpearme, pero aprieto mis abdominales así que el dolor, cuando llega, es sólo un tonto ardor. Aun así, lo disfruto. El dolor es diferente cuando viene de afuera. Es mejor. Sus amigos idiotas gritan su aprobación. Las chicas me están mirando con una mezcla de deseo y miedo, una expresión con la cual estoy muy familiarizado. Y de repente, estoy cansado de esto. Cansado de ellos. Esto no me va a salvar. Lo finalizo con esmero, dándole una serie de golpes rápidos a su pecho y después golpeándolo en la sien. Hace una casi ridícula cantidad de ruidos cuando cae al suelo. Estará durmiendo por un rato, y no por los tragos.
Sus amigos están silencio. Se han dado cuenta que soy más que un chico rico en el bar equivocado.Están asustados de mí. Entonces, no son completamente estúpidos. Pero totalmente patéticos. Curvo mi labio, pateo a un lado una botella rota de cerveza, y pongo la capucha sobre mi cabeza antes de dirigirme a la noche.
Harry
-La mañana despues-
La mañana después Cuando salgo de la terminal del aeropuerto, Zayn está esperando por mí. Él luce casi igual que como lo recuerdo: casi ridículamente apuesto, su cara fian y sonriente, su piel un poco más oscura que antes. Por la luz del sol de Florida, supongo. Lanzo mi equipaje de mano al suelo y salto a sus brazos. Él me agarra y me da vueltas, riendo. —¡Tu cabello! —Canta él tan pronto como me baja—. ¿Quien te trato a tu pelo para rizos? Curvo las puntas de lo que una vez fue mi lacio cabello castaño, ahora con rizos achocolatados. ―Cállate. Mi vieja compañera de cuarto lo hizo para mí, ¿de acuerdo? Nuevo cabello para una nueva vida. Eso es lo que ella dijo. ―Te ves hermoso, Harry. —Un destello de sinceridad cruza su cara, que usualmente es desviada con alguna broma. Hay calidez allí, y casi me alejo de la vergüenza, porque significa que la bomba que él dejó caer sobre mí el día antes irse hace dos años sigue siendo verdadera: “Estoy enamorado de ti, Harry.” Un par de chicos me están mirando con celos. Deben pensar que él es mi novio. Pero no lo es, porque soy Harry Styles, y Harry Styles no tiene novios. Agarramos mis maletas de la recogida de equipaje, Zayn logrando un punto al no gruñir con el esfuerzo aunque sé que pesan toneladas. Juntos, nos apresuramos a la brillante luz del sol de Florida. —¡Palmeras! —Protejo mis ojos y señalo—. Zayn, ¡esas son palmeras! —Eres un tonto. —Pone mis maletas en su auto, que ha dejado en la zona de bajada, a pesar de que no se supone que lo haga—. Solo tú puedes emocionarte sobre unos árboles. Una oleada de estúpida alegría me llena y lo abrazo otra vez, casi tirándolo sobre su Toyota. —Tú sabes, incluso cuando me aceptaron no se sentía real. Pero en realidad estamos yendo a la misma universidad ahora. ¡Será igual que en la secundaria! —Sí, excepto que en la escuela secundaria no podíamos beber o ir a las discotecas. Legalmente, de todos modos. —Me da un vistazo de esa sonrisa lobuna suya—. Entra. Voy a darte el gran recorrido por el campus. La Universidad Rothschild sólo está a veinte minutos del aeropuerto, y Zayn conduce rápido, con la radio a todo volumen y las ventanillas bajas. Su musculoso brazo —ha estado haciendo ejercicio—, está enganchado a un lado de la ventana. Me giro hacia mi ventanilla y me inclino afuera dentro del aire corriendo, tan lejos que Zayn se ríe. Han pasado dos años desde que realmente lo vi, aparte de unos pocos días dispersos durante los descansos. Dos años desde que él consiguió ser aceptado en la prestigiosa Universidad Rothschild, y de que yo fui al estado de Nueva Jersey, así sería capaz de vigilar a mi mamá, quien necesitaba ser observada desde que mi padre escoria-de-la-tierra se fue cuando yo tenía cinco años. Pero ella prometió que estaría bien sin mí. Dijo que necesitaba comenzar mi propia vida. Cuando llegamos al campus, la primera cosa que noto es que está justo al lado del agua. La playa está brillando, una larga franja de arena perfecta que brilla intensamente en el calor con unos pocos estudiantes tendidos sobre toallas. El agua es azul cristalino. Quiero meterme directamente, pero Zayn se detiene en el estacionamiento y alinea mis maletas en la acera. —Estás en Chatterley Hall, ¿verdad? —Señala el edificio más cercano al agua, y mi corazón da un salto. Se ve bastante nuevo, con un montón de ventanas que dan al mar. —Suertudo. Su aire acondicionado es el mejor en la escuela. Prepárate para que duerma en tu habitación cada día por el resto del semestre. —Tengo un compañero de cuarto —le recuerdo, agarrando la bolsa más pequeña, que es la única que me deja para cargar. Me río de él jadeando con mis tres gigantescas maletas—. Quien estoy completamente seguro que va a ser hermoso e inteligente y perfecto y que pasaré todo el semestre entero tratando de no morir de celos. —Todos los chicos aquí son generalmente hermosos e inteligentes y perfectos. He investigado muy a fondo. Sonríe, y lo golpeo ligeramente en el brazo. —Pervertido. Tendré que proteger a mi nuevo compañero de cuarto si vas a molestarme por mi aire acondicionado todo el tiempo. Se burla. —Los chicos nunca quieren ser protegidos de mí. Le pego una vez más, por si acaso.