Secuestré a un Idol || HopeV [PT2] CONCLUIDA.

Capítulo 23

"Un impulso es la tendencia que los seres humanos
experimentamos aunque sea una vez en la vida y que implica el actuar movido por alguna emoción sin pensarlo previamente."

YoonGi saboreó por un segundo aquellos labios suaves y esponjosos, y tuvo que utilizar toda la fuerza de voluntad que tenía para separar el contacto. Jimin, por su parte no había movido si quiera un músculo, aquél beso lo había tomado completamente por sorpresa.

—Lo siento. —YoonGi bajó la mirada, abrió la puerta y sin voltear, caminó derecho hasta el ascensor de la entrada. Se quedó por un momento refugiándose allí, intentando recomponerse. Su corazón latía con fuerza, no podía dejar de pensar en aquellos dulces labios que acababa de probar, temía que aquel beso trajese consecuencias, no tenía claros sus sentimientos y no comprendía el por qué había sentido aquél fuerte impulso por besarlo. Lastimosamente, el haber actuado sin pensar, ahora le estaba rindiendo cuentas, aunque decir que estaba arrepentido, era una gran mentira, porque no lo estaba en absoluto, de hecho en ese mismo instante sentía deseos de besarlo otra vez.

Jimin estuvo varios minutos mirando un punto fijo y rozándose los labios con la yema de sus dedos, ¿aquello había sucedido realmente?, se odiaba por no haber reaccionado a tiempo, temía que YoonGi pensara que no había sido correspondido, aun podía sentir el beso quemándole la piel.
Tanteó en el asiento de atrás el abrigo de YoonGi y se aferró a él tal como lo había hecho hacía un instante, cerró los ojos y se llenó de ese dulce pero masculino aroma que tanto lo enloquecía.

《Min YoonGi,  ¿cómo juegas de esta manera con mi pobre corazón?》, dijo en susurros antes de marcharse.

TaeHyung abrió los ojos muy temprano por la mañana y aún no habiéndose despertado por completo, tanteó su teléfono sobre la mesa de luz y marcó el número de HoSeok.

Sonó varias veces hasta que escuchó una voz somnolienta pronunciando su nombre, seguido de un sonoro bostezo.

— ¿TaeHyung?, ¿estás bien?, ¿por qué llamas tan temprano?

—No es tan… —El castaño chequeó su reloj despertador y vio que marcaban las seis de la mañana. Tal vez hubiese sido mejor chequear la hora antes.

—Lo siento, ¿quieres que llame luego?

—No, no podría volverme a dormir.

—Otra vez, lo siento. Llamaba para aclararte lo sucedido anoche. Estoy consiente de que aquella situación debió haber sido algo confusa.

—Lo fue, pero decidí confiar en ti y darte tu espacio.

—Gracias por ello, prometo aclarártelo todo, pero no quiero hacerlo por teléfono.