CAPÍTULO 4

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Ese día llegó destrozada a mi casa, mi madre al mirarme no pregunto lo que pasaba sólo fue hacia mi y me abrazo. No fui consiente cuanto lloré. Después de eso dormir hasta el día siguiente.

Desperté, lo primero que hice fue mirar la hora 7:16 a.m. justo a tiempo para alistarme e ir a clases, me levanté directo al baño y al mirarme al espejo no me reconocí, estaba hecha un lío y me veía faltal. Suspire, abrí la llave y me eché agua en toda la cara. Cerré los ojos un momento analizando todo lo que pasó. Embry me dijo cosas hirientes, cosas que jamás imagine que el pensará sobre mi, duele demasiado. Volví a mirarme al espejo.

—No dejes que esto sea más fuerte que tú.

Susurro para mi como una forma de hacerme sentir mejor.

Me metí a la ducha y mientras el agua caliente caía sobre mi me volví a derrumbar. Caí al piso mientras sollozaba, mis lamentos eran ahogados por el ruido que hacía el agua al caer sobre mi cuerpo y al piso. Mi corazón dolía demasiado, lo único que deseaba en ese momento era que parará el dolor. Mientras estaba ahí tirada en el piso llorando me jure a mi misma que no volvería a llorar por lo que pasó, debía ser fuerte y seguir con mi vida.
Aveces las personas salen de la vida en un instante y debemos saber afrontarlo, Embry decidió salir de la mía sin aviso pero eso no quiere decir que debo dejar que me consuma, sí era mi mejor amigo y uno de los más cercanos pero no dejaré que acabe conmigo.

[...]

—Buenos días nena.

Dice mi padre al verme entrar a la cocina, el estaba leyendo el periódico y mamá cocinaba detrás de el, ella gira y me mira para después poner un plato con hotcakes para mi. Encima tenían mermelada de fresa junto con algo de miel, mis favoritos.

—Luana, si no quieres ir al Instituto no hay problema.

Mamá fue quien me brindó un hombro para llorar ayer. No hablamos sobre lo que pasó pero anteriormente le había comentado sobre el distanciamiento de Embry hacia mi y los chicos, supongo que se hizo una idea de lo ocurrido.

—Estoy bien, puedo ir a clases.

Ella hace una clase de mueca queriendo decir lo inconforme con mi elección.
Papá me mira pero no pregunta nada, supongo que ella ya lo informó de lo ocurrido y también debe de estar preocupado por mi.
Comimos tranquilos y yo solo escuchaba la plática de ambos sobre el trabajo. Cuando por fin terminamos mamá recogió los platos y subió por su bolso para después irnos, hoy por suerte ella me llevará a clases.
Me dirijo a la entrada donde se encuentra mi abrigo junto a mi mochila, una ves restando lista la veo bajar y detrás de ella vienen mi padre.
Salimos todos juntos y justo antes de subirme al auto mi padre me detiene.

—Cariño, sabes que no puedo hacer nada para remediar lo que ocurrió pero puedo estar para ti siempre. Siempre estaré para ti mi niña.

Sonrió, el se acerca y me da un beso en la frente, sentir el apoyo incondicional de mis padres me hace sentirme mejor.

Subo al auto y enseguida mi madre lo arranca. Ella pone una estación de radio donde pasan las noticias y el clima, yo no prestaba atención sólo miraba el bosque.
Exactamente en 20 minutos habíamos llegado al estacionamiento del intituto de la reserva.
Desabrocho mi cinturón y tomo mi mochila.

—Si necesitas que venga antes por ti me llamas, ¿de acuerdo?

—Si mamá, lo haré.

La otra SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora