[“El dolor más intenso no es el físico, es aquel que te roba la ilusión por la vida”]
La vida siempre fue injusta para Cuauhtémoc López, era sólo un recién nacido cuando su madre perdió la vida al tenerlo; las cosas desde entonces ya no parecían favorecerle y sin embargo, nunca se rindió, no perdió su sonrisa, tampoco sus ganas por vivir la vida. Vivió 8 años en una casa humilde en una vecindad en Toluca, su vida enfocada en un balón de fútbol y en millón de sueños por alcanzar y aún con varias carencias, Temo siempre se sintió millonario al saber que tenía a su familia. Su padre un día de suerte encontró la solución a todos sus problemas y también encontró de nueva cuenta el amor. La gente les decía que la suerte desde ese momento les seguiría para siempre, Temo pensó por años que eso era una mentira, pues, ¿qué hay de suerte en ser diferente en un mundo de supuestos iguales? Ser gay, entenderlo, asumirse así y por fin aceptarlo, fue todo un proceso de años para él, pero lo logró, se amo así mismo pero sí, antes de llegar a amarse a sí mismo, primero amo a alguien más, primero amo a Aristóteles Córcega. El día que Temo encontró a Aristóteles pensó que tal vez la suerte por fin le hizo justicia y después de amarlo, Temo pudo amarse por fin igual y con la misma fuerza con la que Ari lo llego a amar a él, Temo se sentía dichoso, era afortunado, con un corazón lleno, una persona para él, la persona, su persona.
Temo y Ari se amaban tanto y con tal fuerza que a toda persona a quien conocieran podía notarlo sin necesidad de preguntar, porque sus miradas eran tan fuertes que pecaban de reveladoras, sus sentimientos eran tan intensos que cambiaron la mentalidad de cada persona que conocieron y les rechazó, aprendieron a ser valientes juntos, porque ellos se convirtieron en la inspiración de tantas personas para ser igual que ellos. Ellos pensaban que al final, justo como Aristóteles le decía siempre a Temo, "el corazón nunca se equivoca" pero no fue así, el corazón sí se equivocó.
Temo pensó que al fin la suerte de la que todos presumían que tendría había llegado, por fin su vida se llenaría de colores para siempre y por fin después de tanto batallar, tendría toda la vida a su lado a aquel chico del pastel de chocolate que se paro a la puerta de su nuevo hogar en aquel misterioso día de suerte. Claro que toda la vida quizá para Temo era pedir demasiado, podría ser que estuvieran juntos hasta viejitos, ambos se lo plantearon en mil ocasiones, Aristóteles apostaba que llegarían hasta los 80 años, Temo juraba que él llegaría a los 75 y seguro Ari a los 90, lo decía porque a su parecer Ari tenía mejor condición física que él, pero en todo caso, la realidad era que Temo prefería morir antes que Aristóteles, porque él no imaginaba como podría seguir su vida sin él, pero la vida es así, aprendes, Temo tuvo que aprender a hacerlo.
Era una tarde como cualquier otra, Ari recogía a Temo de la preparatoria como siempre todas las tardes, ya que iban en distintos turnos y Ari cursaba por la mañana. La preparatoria de Oaxaca ya los tenía perfectamente ubicados como "Aristemo", los veían caminar de la mano, algunos nos miraban con desaprobación, otros los miraban como una aspiración a la libertad y otra parte los miraba con felicidad. Ari y Temo sabían que a donde sea que ellos fueran serían mirados, serían desaprobados o admirados, pero daba igual, porque estaban juntos. Ari comenzaba a tener cada vez más notoriedad en redes sociales, había alcanzado casi los 100 mil suscriptores y estaba listo para su futuro, la música lo llamaba, por meses el único foco más importante en su vida eran Temo, su madre, su hermano, su padre (después de tanto tiempo) y ahora, la música. Ari estaba listo, en cuanto se graduara, se iría con Temo a la ciudad de México, Temo a seguir sus sueños y Ari a buscar los suyos por aquellos rumbos, no importaba nada, siempre y cuando permanecieran juntos.
Esa tarde seguía luciendo como cualquier otra, esas miradas seguían pareciendo las mismas, pero no, esa tarde sería diferente y entre aquellas miradas que lucían iguales a las de todos los días, había una diferente, una inquietante, la mirada de aquel chico que les arrebató todo. Esa tarde, el corazón de Temo le decía que fueran al parque, Ari no tenía muchos ánimos, porque ya iba a oscurecer pronto, pero sólo le bastó un beso de Temo para convencerlo. Llegaron, era un parque algo solitario que en los últimos meses comenzaron a visitar seguido. Se quedaron ahí hasta que anochecio, era viernes así que no estaban preocupados, sin embargo, ya era hora de marcharse. Se levantaron del pasto, Ari tomo a Temo del rostro y lo besó, lo besó profundamente, lo besó como si el mundo se le fuera acabar ahí mismo, lo besó, lo besó y lo besó. Cuando se separaron, Temo se sorprendió, pero no preguntó las razones de su beso. Ari tenía un presentimiento, algo le dolía en el estómago, algo no andaba bien y besar a Temo fue un impulso de su subconsciente, algo le dijo que lo hiciera de esa forma, lo necesitaba. Ninguno pensó que sería la última vez que se besarian.

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¿Qué estás dispuesto a hacer? ; Aristemo
Adventure¿Hasta a dónde estarías dispuesto a llegar con tal de regresarle la oportunidad de vivir al amor de tu vida? Una herida irreparable vive en el corazón de Temo desde del día en que la vida de Aristóteles terminó. La lucha contra sí mismo y seguir ad...