¿Qué estás dispuesto a hacer? ; Aristemo

16. Frío.

["Sobre este muro frío me han dejado con la sombra ceñida a la garganta, donde oprime sus brotes de tormenta a un canto vivo hasta quebrarse en ascuas"]

2020 

El agua estaba helada y el cuarto de baño era aún más frío que de costumbre; la sensación de profunda soledad que lo albergaba no era el mejor acompañante.

—¿sabes cuál es el problema?— dijo mientras acomulaba una a una sus lágrimas y sentía toda el agua de la bañera penetrarse entre sus poros  —que realmente no sé cómo vivir sin ti— suspiró y sintió una última lágrima recorrer su rostro para terminar uniéndose con el resto dentro de la gran tina —sabes que esto es lo que quiero...es momento de estar juntos otra vez...—  susurró y cerró lo ojos, mientras que su respiración se volvió intranquila.

Sabía que iba a hacerlo, no había vuelta atrás...o al menos eso creyó.

[...]

—Aristóteles, todo aquí tiene una explicación.

—¿Ah sí? ¿Cuál es?— se oía potencialmente más alterado.

Cuauhtémoc suspiró y se llevó una de sus manos a la cabeza, rasco su cabello y cerró los ojos un instante para pensar qué tan perjudicial sería decirle toda la verdad con puntos y comas de lo que sucedió; en realidad, esa era la única alternativa. Por lo menos estaba seguro de que si Ari sabía la verdad, podría perdonar todo pero el problema estaba en cómo probar que lo que iba a decirle era verdad.

—Escucha, puedo explicarte todo lo que está pasando pero necesito que creas en lo que voy a decirte, porque es una locura.

—Es que no sé, hasta ahora te he creído todo lo que has dicho y siento que sólo me has estado mintiendo— el único toque de sensibilidad que podía oírse en su voz era a causa de su calmado llanto, pero todo lo demás era pura molestia contenida.

—Por favor— pidió una vez más, pero Aristóteles estaba renuente a escuchar, realmente se sentía muy decepcionado y ni siquiera estaba realmente seguro de la razón concreta.

—¿Qué pretendes? ¿Por qué tienes cosas exactamente iguales a las mías?— fue la primera pregunta que lanzó —¿para eso te quedabas con mis cuadernos? seguro para copiar mi letra y...—  trataba de seguir pero mientras más hablaba, más caía en cuenta para sí mismo lo que él pensaba que estaba pasando  —y las fotos ¿qué significa eso? Yo no recuerdo haberme tomado ninguna de ellas, mucho menos recuerdo haber tenido el mismo tatuaje que tú tienes...— le soltó.

—Ya lo sé, son muchas cosas pero todo tiene una explicación lógica— tomó un respiro y Aristóteles permaneció en silencio —yo no mande a replicar ninguna de tus cosas...esas son tus cosas...—  dijo entonces.

—¿Qué?— soltó con incredulidad  —mi teclado es éste, Cuauhtémoc— señaló su teclado sobre la cama  —hiciste una copia fiel, al igual que la libreta de mis canciones...mi collar ¿qué pretendes?

—Nada, te lo juro... es que todas esas cosas son tuyas pero...son de otro tiempo.

—¿De otro tiempo?— lo miró directo a los ojos con más molestia —ni siquiera sabes qué inventar ¿verdad?

—Te estoy diciendo la verdad y si me dejas explicarte todo te puedo asegurar que cada cosa tiene sentido— pero por más que intentaba, Aristóteles seguía sin dejarlo concretar sus ideas.

—Y los papeles... ¿Por qué dicen que naciste en 2003? eso es mentira...

—Eso es verdad.