22. Aceptame.

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[“Aceptame por quien soy, no por quien quieres que sea”]

2018

La mañana siguiente, Aristóteles permaneció con una sonrisa en el rostro, además de continuar sonrojado. Buscaba estar abrazado a Temo todo el tiempo y no miraba demasiado su rostro, quizá por vergüenza. No podía olvidar aún lo que la noche anterior había representado para él. No estaba dispuesto a soltar el recuerdo de la sensación de placer acompañada por la belleza desnuda de su novio en su mente

Cuauhtémoc procuraba mirarle con ternura, regalarle cortos besos entre ocasiones. Sólo había pasado una noche y apenas era de día, estaban seguros que aquel juego duraría por el resto del tiempo que permanecieran juntos.

—¡Lo de ayer fue increíble!— finalmente Aristóteles se decidió a hablar al respecto, mientras acomodaba la pijama que Temo le prestó en el cesto de la ropa sucia.

—Lo sé, fue muy especial—  mencionó Temo con una sonrisa cálida, que Aristóteles correspondió.

—Gracias por ese momento, ¿tahi?— continuaba inseguro al respecto del apodo, porque cuando lo decía le recordaba al cachorro, así que preferiría omitirlo —mejor Temo...

—Está bien—  rió Cuauhtémoc  —no me agradezcas por el momento, me encantó estar contigo de esa forma.

—Algún día... ¿lo haremos?

—Supongo que sí, pero por ahora paso a paso.

Ambos asintieron y sonrieron. Ya habían perdido la cuenta de cuántas sonrisas y cuántas miradas coquetas habían compartido desde entonces.

—Sabes, parte de la promesa de estar juntos es ser valiente—  agregó Aristóteles  —esta vez quiero hacer las cosas diferentes, quiero tener la valentía de decirle a mi familia que soy gay y enfrentarlos, quiero que acepten que estamos juntos.

Cuauhtémoc sonrió, pero se tensó al mismo tiempo y Aristóteles podía notarlo.

—¿Qué pasa?—  no pudo evitar preguntar  —¿no te gusta la idea de que sepan? creí que eso querías...

—No es eso—  se apresuró a contestar —Claro que quiero que lo sepan, pero no es sólo que acepten que eres gay, sino que nuestra relación es más complicada que sólo ser dos hombres.

—¿Por qué?

—Porque soy mayor que tú...es más, ni siquiera estoy seguro si lo que pasó ayer es legarl—  susurró preocupado.

—No me tocaste...—  se acercó hasta Temo y sujetó sus manos  —no eres tan grande, sólo me llevas cuatro años, Temo.

—Lo sé, pero también conoces a tu familia y en el pasado...nos la pusieron difícil. Ahora además de aceptar que estás con un hombre, aceptar que estás con uno que es mayor de edad...

—Ya sé que pensando así suena feo pero la verdad es que no me importa—  agregó  —he vivido por la aprobación de mi familia, porque noten que existo, que me tomen en cuenta y nunca lo han hecho— Cuauhtémoc prestó atención a su novio, mirando un brillo inquieto en sus ojos   —he aprendido mucho desde entonces, desde el último rechazo... Ya no más, ya no me importa si no me aceptan, si no me quieren...deberan quererme tal cual soy, tienen que hacerlo y si no, entonces ya buscaré donde lo hagan...—  suspiró pesado y Temo pensaba que interrumpir en el momento no sería la mejor de las ideas  —el día en que nos conocimos le dejé una nota a mis padres, diciéndoles que me iba de la casa y que buscaría a alguien que me quisiera tal y como soy...—  Aristóteles miró a Temo y sonrió  —hironicamenre, lo encontré...te encontré, Temo.

 ¿Qué estás dispuesto a hacer? ; Aristemo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora