Saludos cordiales.
Ya sé, ya sé. Hace tiempo que no me pasó por aquí y público algo ¿La razón? Perdí el amor. Sé que suena raro, pero ya no le tenga el amor que le tenía a esta historia (y la pareja en si); supongo que es parte de mi forzada ausencia en el fandom.
No quiero, sin embargo, simplemente abandonar la historia y pasar al siguiente proyecto; quiero darle el final que ha tenido siempre y marcharme en paz, habiendo concluido el proyecto que empecé hace años.
En los próximos días (según tengo planeado) publicaré los cuarto últimos capítulos y el epílogo. Lamento si esperaban más de esta historia, pero no se me dan bien las secuelas.
Lo último que tengo que decir es: perdón. A todos los que odiaron a Matt, a Nath, y a mí. De verdad lo siento, suelo escribir para liberarme, y aquí no fue la excepción.
No tengo más que decir, por favor disfruten.
Despertó con la sutil caricia del sol de la mañana en su rostro, descubriendo que no se encontraba en la enorme cama de su habitación; el desorden creado por la ropa, los materiales de arte y una serie de lienzos con trabajos a medio camino era buena pista para saber dónde estaba. Ni recordaba haberse dormido allí, junto al pelirrojo, sin embrago, el alivió de no estar desnudo hacía irrelevante el asunto.
Se deslizó de la cama con cuidado, no queriendo despertar al muchacho que dormía profundamente dando la espalda al sol. Contempló su cuerpo inmóvil en la cama; el cabello caía en desorden por la almohada, cubriendo su rostro y ocultando a un pequeño Kwami que dormía junto a su portador como si nada.
-¿Dónde se metió Plagg...?- susurró con calma, avanzando entre la serie de trampas mortales esparcidas por el suelo, llegando hasta la puerta sin hacer ruido o toroezar y caer.
El corto pasillo del departamento tenía un aspecto menos deprimente con la luz de la mañana, aún así, el aura de tristeza que inundaba el lugar prevalecia por encima de todo. El bullicio de algunas ollas, y trastes que se movían sin cuidado en la cocina le dió una idea de dónde, y qué, podía estar buscando su Kwami a esa hora de la mañana.
-Plagg, este no es nuestro hogar, mejor no causes destrozos- le reprochó en un susurro, entrando en la pequeña habitación para descubrir el desorden que no había notado la noche anterior, preguntándose si era culpa del pelirrojo o del Kwami- Haste a un lado y déjame preparar el desayuno.
-No sabes cocinar, Adrien ¿Vas a envenenarlo?- se burló con una maldad más propia del zorro que de él, haciendo al humano preguntarse si la forma de ser del otro Kwami sería contagiosa- Mejor deja a un experto hacerse cargo.
-No vamos a desayunar Camembert- cortó sin muchos ánimos, bostezando antes de acercarse a tomar una lata de café molido y analizar la cafetera en un silencio que parecería digno de un pensador, más que de un modelo- Mejor ve y pregunta a Feuu que suele comer Nath en las mañanas.
Se quedó solo segundos después, cuando el pequeño gato decidió hacerle caso y cambiar de habitación. Descifró la cafetera un par de minutos después, la puso a funcionar esperando no arruinar algo tan sencillo y, con el desorden de fondo, busco utensilios que recordaba de la noche anterior para preparar un te fresco que ayudase al pobre muchacho a sentirse mejor.
-Normalmente solo desayuna un café cargado y sale corriendo a vete tú a saber dónde para regresar en quince minutos y comenzar a pintar como si no tuviera nada mejor que hacer- explicó el zorro, con esa apatía usual en él, sentándose en algún espacio libre de la encimera, a ver cómo el rubio se movía de un lado a otro, intentando no quemar nada- ¿Si sabes lo que estás haciendo?
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Es Cuestión Del Destino|AdriNath
FanfictionCuenta una antigua leyenda que un hilo rojo conecta a aquellos que están destinados a estar juntos; el hilo podrá tensarse o enredarse, pero jamás romperse. Sin importar el tiempo ni la distancia, el hilo permanecerá firmemente atado. Ambos sabían...