Capítulo 2- Castigo

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Aún con los nervios a flor de piel, decidí entrar a la casa. ¿Qué ocurria con ese sujeto? Mejor dicho ¿Qué ocurria conmigo? Me había hecho temblar con lo último que dijo.

Lo vi subir por las escaleras con una maleta de mano y una mochila colgada en su hombro. Admire toda su ancha espalda que era cubierta por una chaqueta de cuero color negra que lo hacía ver totalmente atractivo.

¿Atractivo? ¿Qué rayos dices, Erick?

Me di un golpe mental por los pensamientos tan absurdos que estaba teniendo.

Sin hacer ningún tipo de ruido, lo seguí. Entro en la que supongo sería su habitación, quedaba frente a la mía.

Grandioso, ahora lo tendré más cerca.

Observe que dejó entre abierta la puerta, me asomé y vi que estaba desempacando, tenía la maleta sobre la cama mientras sacaba toda la ropa de esta y la colgaba en el closet. Parecía alguien ordenado.

-¿Pasarás todo el dia espiandome?

Salte del susto al escuchar su voz tan cerca de mi, lo tenía en frente. ¿Cómo había abierto la puerta tan rápido?

Di unos pasos hacia atrás por lo cerca que estábamos. El sonreía con ambas cejas alzadas esperando respuesta.

-E-Eh... Yo... Quería saber cuál sería tu habitación- fue lo primero que se me ocurrió.

-Oh, esta bien- músito -Cuando quieras puedes entrar.

Me guiño el ojo y pude sentir como mi sangre subía a mis mejillas. Este tipo está loco.

-Y-Yo... Voy a salir- me dispuse a caminar pero su brazo tomó mi muñeca impidiendome hacer aquello.

-¿A dónde vas? Es tarde, no puedes salir a estas horas, mucho menos sin mi permiso.

Lo fulmine con la mirada y el enojó volvió a mi.

-¿Y tu quien eres como para decirme que hacer?- me solté muy molesto de su agarre.

-La persona que eligieron tus padres para cuidarte- comentó un poco más serio -Soy tu niñero y debes obedecer, como te dije anteriormente.

-No puedes obligarme- comenté -Ire con mis amigos, quieras o no.

Sólo di unos cuantos pasos hasta que sentí mi espalda chocar contra la pared, sus manos llevaron las mías a la altura de mi cabeza para que no pudiera moverme, su rostro estaba tan cerca del mio, no entendía por que, pero mi respiración estaba agitada.

-Te quedarás aquí, quieras o no- susurro.

Su aliento choco con mi rostro, no podía hablar por lo nervioso que me encontraba, mi mente estaba en blanco ¡El la ponía en blanco!

-Te estás portando mal, Erick- sentí sus labios en mi oreja -Te advertí que si no me obedecias, tendría que castigarte.

Me removí ante lo último, lo había dicho de una forma tan excitante, que me hacía querer saber cuál era el castigo.

-S-Sueltame- no debía ceder.

-Para que no digas que soy malo, te dejo elegir el castigo- regreso su mirada a mi altura.

Esa mirada que me ponía tan nervioso.

-¡N-No puedes castigarme, estas loco!- intente safarme de su agarre pero fue imposible.

-Bien...- se acomodó mejor, colocó su pierna entre la mía impidiendo que me moviera -Tendre que ser yo quien lo elija.

Comenzó a restregar su cuerpo con el mío, provocando un tipo de roce entre nuestras entrepiernas. Gemi ante aquel acto y pude notar la sonrisa llena de perverción en su rostro cuando escucho aquello.

Cerré mis ojos con fuerza al sentir sus suaves labios en mi cuello, mi boca se entreabrio para soltar pequeños gemidos debido a los besos húmedos que iba dejando.

¡Qué estaba pasando!

Volvió a moverse de arriba abajo hasta provocar una erección en mi pantalón.

-N-No... N-No ha-hagas eso

-¿Hacer que?

Continuó con esos movimientos tan placenteros, mordió su labio inferior al ver el mi rostro tan vulnerable.

Sólto una de mis muñecas para tomar ambas con una sola mano y bajar la otra lentamente hasta llegar al cierre de mi pantalón. Metió su mano adentro sin quitar su mirada de la mía.

Volví a gemir cuando sentí un movimiento sobre mi boxer, subía y bajaba por encima de mi erección haciéndola cada vez más grande. Nesecitaba más.

-¿Quieres que continúe?- susurro.

Asenti sin pensar ¡En ese momento lo último que podía era pensar!

Sólo sonrió y está vez metió su mano adentro del boxer, su piel estaba helada y mi cuerpo reaccionó al sentirla sobre la mía. Tomo mi miembro y comenzó a masturbarlo lentamente. Me estaba matando.

Cerré mis ojos cuando los movimientos se volvieron más rápidos, sólo podía soltar gemidos ante todo eso. Se siente tan bien cuando alguien lo hace por ti y mejor aún si ese alguien es nada mas ni nada menos que tu niñero.

Abrí mis ojos con sorpresa cuando escuché el teléfono de la casa sonar. Christopher se detuvo.

-Lo siento- sonrió -Tendre que dejarte con las ganas.

Saco su mano de mi pantalón y se separó de mi. Díganme que estaba bromeando.

-¿E-Es enserio?

-Tengo que atender la llamada- acomodo su ropa y se dispuso a caminar hacia donde sonaba el aparato.

-¡Christopher!- grite y el volteó a verme -N-No puedes dejarme así

-Ya lo hice- sonrió -Es tu castigo por no obedecerme.

Se dio la vuelta y bajo por las escaleras.

¿Que rayos acababa de pasar? Mi niñero me había dejado con las ganas. ¡Dios! Ese imbécil me dejó con las ganas, como fui tan tonto como para dejarme llevar. ¿Qué estoy diciendo? No puedo hacer nada con el, esta mal eso. Esta muy mal

-Estupido niñero

Mi Niñero - ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora