Había pasado todo el domingo en mi habitación, pues quería ignorar a Christopher. A la hora de la cena bajé y me lo encontré pero no le preste ni la más mínima atención, siempre buscaba algún tema para conversar pero yo lo ignoraba por completó.
Ahora me encontraba caminando hacia el salón de química al lado de Joel quien andaba con una resaca terrible después de haber amanecido en el piso de un antro.
Ese era mi mejor amigo. El fiestero, el que vivía al máximo cada día como si fuera el último, me gustaba su personalidad, aveces quería ser como el y verle el lado positivo a todas las cosas, pero no. Yo era Erick, el chico, aburrido, el que en vez de disfrutar de lo hermosa que era la vida, prefería quedarse en su habitación leyendo un libro o imaginandose cosas que nunca pasarían.
Oh, cierto, casi lo olvidaba. Era el único chico que se había acostado e ilucionado con su niñero. Increíble personalidad.
-Tenias que haberlas visto, eran hermosas- habló y soltó un suspiro.
-Entonces... ¿Las emborrachaste y hiciste un trio?- pregunte impresionado
El asintió con una sonrisa, viendo hacía el techo, como perdiéndose en sus recuerdos. Tuve que jalarlo de la capucha de su camisa para que no chocara con la puerta de un casillero.
-Eres todo un don Juan- admití mientras reía.
-Lo se- aceptó orgulloso -¿Y tú por que te fuiste de la fiesta el sabado?
Me tense con su pregunta, y el recuerdo de lo que pasó esa madrugada, llegó a mi mente provocándome unos terribles nervios.
-A-Amm, p-pues, la chica con la que estaba se fue y como tu estabas muy "ocupado" con la rubia esa, preferí irme.
-Ah, bueno- músito y yo solté un suspiro de alivio -¿Y que hiciste despues?
¡Diablos! Sabía que preguntaría eso.
Mi mente quedó en blanco y nesecitaba inventarle algo creíble a mi amigo. No pensaba decirle que había tenido sexo con mi niñero, primero muerto antes que decirle la verdad.
-¡Nada! M-Me fui a... d-dormir, si. A eso, a dormir.
-¿Y por que estas tan nervioso?- me miró con los ojos entrecerrados, como queriendo sacarme la verdad con eso.
-N-No e-estoy nervioso- tomé los tirantes de mi mochila y baje la mirada para evitar mi sonrojo.
-Erick, ¿Qué me estas ocultando?- hablo más serio.
-¡Nada!
-¿Seguro?- asentí -Recuerda la promesa que hicimos cuando éramos niños. Nunca nos guardariamos ningún secreto, por mas vergonzoso que fuera.
Con eso fue suficiente para que me sintiera extremadamente mal, pero no tenía el valor de decirle que era lo que pasaba.
-L-Lo se, pero no tengo ningún secreto que no sepas- mentí
-Esta bien, te creeré- sonrió
Le devolví la sonrisa, sólo que la mía era una débil que ocultaba infinidad de cosas, cosas que nadie y mucho menos Joel debía saber, aunque eso me convirtiera en el peor de los amigos.
-¿Nos vemos en la cafeteria?- preguntó una vez que llegamos al salón de química.
-Allí nos vemos- sonreí y le di un abrazo.
Entre a mi clase, mientras Joel caminaba hacia el salón de historia, desapareciendo del pasillo.
Y mientras me sentaba en mi lugar y dejaba mis libros de química en la mesa, mi mente sólo podía concentrarse en una sola persona y odiaba tener en mi cabeza a ese estúpido niñero.
...
Llegué a mi casa muy cansado por la culpa del malvado profesor de física. El viejo ese nos había hecho correr por el campo de fútbol durante treinta minutos y había quedado extremadamente agotado.
Tiré mi mochila al lado del sofá, mientras me recostaba en este y cerraba mis ojos sin intención de dormirme, sólo para descansar la vista.
Escuché unos pasos acercarse, pero no abrí los ojos para que pensará que estaba dormido. De repente el sofá se hundió a mi lado, alguien se había sentado allí, ya tenía una idea de quién podría ser esa persona.
-Erick...- susurro tocando mi pierna, pero no abrí mis ojos -¿Hasta para dormir tienes que ser tan lindo?
Sentí toda la sangre subir a mis mejillas cuando escuché su confesión, las ganas de sonreír y levantarme para besarlo, me estaban matando, pero quería ver hasta donde podía llegar.
Dio un pequeño salto para sentarse más cerca de mí. Sentí su mano pasar desde mi pierna hasta mi trasero, el cual apretó un poco y luego lo masajeó, no pude evitar soltar un gemido, arrepintiendome después de haberlo hecho.
Su nariz estaba en mi cuello, inhalando el aroma de este, dejó un beso en ese pequeño espacio, para luego repartir otro en mi mejilla bajando a mi clavícula y volviendo a subir por mi mentón hasta llegar a mis labios y depositar un casto beso, el cual deseé corresponder, pero se supone que estaba dormido y no podía hechar a perder mi plan.
-¿Cómo haces para gustarme tanto, pequeño mocoso?
Los latidos de mi corazón fueron los primeros en acelerarse, seguidos del fuerte ardor en mis mejillas. Escuchar eso era la más hermosa canción que podían escuchar mis oídos.
Besó otra vez mis labios, acarició mi mejilla y cuando se puso de pie para irse, tomé su mano recibiendo una mirada de confusión y sorpresa. Me paré del sofá y me acerque a el.
-No lo se, creo que es un don gustarle a tipos como tu- sonreí
-¿C-Cuanto escuchaste?- preguntó con los ojos muy abiertos
-Lo suficiente como para saber que no querías olvidar lo que pasó entre nosotros- di un paso hacia el y quedé a centímetros de sus labios -¿Cierto?
-Eres muy bueno fingiendo- confesó -En verdad pensé que estabas dormido.
-¿Responderas mi pregunta?- me cruze de brazos sin cortar la pequeña distancia que nos separaba.
No dijo nada. Tomó mi cintura con fuerza y pego nuestros labios, sentí los suyos vibrar con los mios, cuando de repente empeze a moverlos.
Abrí la boca por instinto y le permití el paso a su lengua, al sentir esta, una corriente placentera atravesó mi cuerpo. Me estremecí por completo cuando nuestras lenguas comenzaron a jugar entre ellas. Jamás había besado de esa manera tan lenta y perfecta. Entonces me percaté de que estaba sonriendo en el beso y dejé que lo rompiera separándose unos cuantos centímetros.
-¿Eso responde tu pregunta?- susurró en mis labios.
Y cuando estaba despertando de mi estado de shock, a puntó de hablar, se separó de mí y tomó las llaves de la casa dirigiéndose a la puerta.
-¿A-A d-donde vas?- pregunté atontado.
-Iré a comprar unas cosas que faltan en la cocina- sonrió y tomo la perilla, abriendo la puerta -Nos vemos luego.
No se si había sido el guiño que me había regalado, su sonrisa o el hermoso beso que acababa de darme, pero mi corazón no paraba de correr velozmente.
Al parecer mis tecnicas de seducción no iban a ser necesarias, a menos que sufriera de bipolaridad y cambiará de opinión.
-Tonto, niñero.
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Mi Niñero - Chriserick
Fanfiction¿Qué podría pasar entre un adolescente de 17 años y un adulto de 24, viviendo los dos solos en una casa? ¿Hasta qué extremo pueden llegar las rebeldías de aquel chico? ¿Cuáles son las consecuencias que pueden haber si llegan a pasarse de la linea? ...